jueves, 30 de mayo de 2013

XIV-042 Deja que Dios sea Dios


DEJA QUE DIOS SEA DIOS.

Recientemente han estado muy en boga los cursos y consejos de autoestima, para que el hombre se valore  y se quiera a sí mismo, dándole la energía y el convencimiento de su verdadero poder sobre el mundo que lo rodea. A primera vista luce muy bien, pero si miramos hacia atrás. lo vemos como un signo de decadencia de la humanidad, pues el hombre siempre se quiso mucho a sí mismo y no solo dejó de darse su verdadero valor sino que sobre estimó su poder y sus capacidades. De hecho se ha dicho en términos humorísticos que sería muy buen negocio si el hombre se comprara por lo que realmente vale y se pudiera vender por lo que cree que vale.

Esa sobreestimación que hace el hombre de sí mismo, lo lleva a emprender cualquier tarea de la vida diaria o a tratar de resolver cualquier problema por su propia cuenta, sin tomar en cuenta para nada a Dios, desde las tareas más simples hasta las más complejas. No se trata de que no reconozca la existencia de Dios, si, Dios está para ciertas cosas, pero yo puedo resolver esto sin la ayuda de Dios, solamente cuando se ve con el agua al cuello es que recurre a Dios.

En nuestro repaso del Catecismo hemos leído que Dios es Todopoderoso, que nos ha creado y que nos ama inmensamente, que cuida de su creación y que se vale de nosotros para irla perfeccionando, si tomáramos en cuenta todas estas premisas no pondríamos a Dios de lado en nuestras acciones, sino que por el contrario nos pondríamos en sus manos para que nos manejara como a sus siervos  y pudiéramos hacer solamente su voluntad, si así lo hiciéramos todo nos saldría a la perfección, si dejáramos que Dios fuera Dios y nosotros solamente sus siervos.

Las tareas tenemos que hacerlas, no es que le vamos a pedir a Dios que las haga y mientras tanto nosotros nos metemos en el chinchorro a esperar que nos llamen a comer, nosotros somos las manos y los brazos del Señor, lo que vamos a pedirle es que nos maneje, que se valga de nosotros para lograr sus propósitos y hacerlo todo en su nombre, por él y para él. Recuerdo que la Sierva de Dios, Maria Esperanza, hasta en las tareas más sencillas como por ejemplo ponerle la sal a una sopa que estaba preparando, al echar cada porción decía “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”.

No tratemos de ser nuestros propios dioses, dejemos que Dios sea Dios y seamos nosotros solamente sus siervos y en todo nos irá mejor cada día, porque es Dios quien está actuando por intermedio de nosotros, en todo tiempo, en los momentos sencillos y en los difíciles, porque Dios ha dicho: “Nunca te dejaré ni te abandonaré” y nosotros hemos de responder confiados: El Señor es mi socorro, no temeré. ¿Qué pueden hacerme los hombres?” (Heb 13, 5-6)
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical, que Dios te bendiga.

viernes, 24 de mayo de 2013

XIV-041 María es el arco iris de la eterna alianza.



MARÍA ES EL ARCOIRIS DE LA ETERNA ALIANZA.

El poder intercesor de María es muy grande, como nos lo demuestra el evangelio en el pasaje de las Bodas de Caná de Galilea, ya que aún cuando consideraba Jesús que no había llegado su hora, por complacer a su Madre realiza su primer milagro al convertir el agua en vino, atendiendo la petición de ella y es así como María se constituye en nuestra medianera para interceder por nosotros ante Jesús, cada vez que el pecado nos separa de la gracia y por tanto de su amistad, por eso decimos que Maria es Madre de Misericordia.

Quien ofende a Dios con sus pecados se siente temeroso de la ira del Padre, como se sintió Adán en el Paraíso, pero el Padre que es toda ternura y amor para con sus Hijos ha enviado a un intercesor, su Hijo Jesús, para ayudar a sus criaturas a reconciliarse con él, pero el hombre, hundido en sus penas, teme a Jesús, sin darse cuenta que él clavó en la cruz nuestros pecados para borrarlos de nuestra alma, pero Dios que es todo misericordia ha puesto en nuestras manos una abogada que está dispuesta a interceder por nosotros ante su Hijo Jesús, como lo hiciera con aquellos novios en las Bodas de Caná.

Por esta razón María ha sido calificada como medianera de la paz entre los hombres y Dios, reconciliadora del género humano, y comparada con aquella paloma que trajo una rama de olivo en su pico para indicar a Noé que el diluvio había pasado. Ella jamás está en contra de los pecadores sino que desea su reconciliación con Dios y su vuelta a la gracia.

San Alfonso Maria de Ligorio en “Las Glorias de María” nos dice que el arco iris que describe San Juan, en el Apocalipsis, rodeando el trono de Dios es la figura de María quien está siempre presente en los juicios para mitigar el castigo a los pecadores. Esta figura de María en forma de arcoíris la observamos también en las palabras del Señor a Noé: “Pondré mi arco en las nubes para que sea una señal de mi alianza con toda la tierra”, esta alianza consistía en que Dios prometía no enviar otro diluvio como el sucedido cuando Noé (Gen 9, 13) es por eso que María se constituye en el arco íris de la eterna alianza, ella es la encargada de reestablecer la paz entre Dios y los hombres cuando estos hayan pecado y merezcan el castigo por sus ofensas y así como el Señor al ver el arco íris se acordaría de la paz que había prometido a la tierra, así también al oír los ruegos de María perdonaría a los pecadores.
Acudamos pues, con confianza en su misericordia, al regazo de nuestra Madre María, para que ella interceda ante su Hijo Jesús y perdone nuestros pecados a fin de aplacar la divina justicia, porque ella es el arco iris de la eterna alianza.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario en familia y la asistencia a la misa dominical.

miércoles, 22 de mayo de 2013

XIV-040 Los Pobres de Espíritu



LOS POBRES DE ESPIRITU.

Hay una expresión enigmática que aparece en el Evangelio de San Mateo, capítulo de las Bienaventuranzas, cuando narra aquel primer discurso de Jesús en la montaña que dice: “Bienaventurados los Pobres de Espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos” (Mt 5, 3) ¿Qué significa esta expresión? ¿Quiénes son los pobres de espíritu? ¿Qué quiso decir Jesús? Se ha escrito mucho sobre este asunto, vamos a poner nuestro granito de arena y quisiéramos invitarlos a meditar un poco sobre su significado.

En meditaciones anteriores hemos hablado acerca del modo de pensar de Dios que definitivamente es diferente del de los hombres como lo expresa el mismo Jesús y esa es una parte importante de la revelación que Jesús vino a traernos, para que sepamos que por nuestro modo de pensar contrario a los designios de Dios es que tropezamos, caemos en pecado y nos apartamos de El. Jesús nos revela el modo de pensar del Padre y nos invita a una conversión, es decir a propiciar un cambio en nuestras vidas y al mismo tiempo nos da ejemplo de vida y de comportamiento para que sigamos un modelo ejemplar.

Al hacer este análisis también debemos tomar en cuenta la situación del pueblo de Israel, para el momento en que Jesús dice su sermón de la montaña, era una situación de extrema pobreza, en donde el 90 por ciento de la población estaba constituida por pobres en el orden material, debido a los altos impuestos a que eran sometidos, recordemos que el mismo Jesús y todo su entorno son personas pobres, y esta situación del pueblo de Israel lo había acercado más a Dios, lo que había hecho cambiar la antigua opinión que decía que al justo le va bien y que la pobreza era consecuencia de la mala vida, por el contrario ahora los pobres estaban más cerca de Dios y los pocos ricos se habían alejado de El por su arrogancia y autosuficiencia.

Sin embargo, no todos los pobres tienen el mismo comportamiento ante los planteamientos de la vida, hay unos que se dejan llevar de las bajas pasiones y se vuelven rebeldes y violentos, tratando de alcanzar por la fuerza los bienes materiales que supuestamente los harán salir de su pobreza, de allí que podamos decir que no todos los pobres van al Cielo y Jesús se refiere a los que son mansos y humildes de corazón, como lo es El mismo, los Pobres de Espíritu son para Jesús aquellos que aman al prójimo, que comparten lo poco que tienen con los más necesitados, que son sencillos en su proceder, el mejor ejemplo de ello es San Francisco de Asís que siendo rico de cuna, lo abandonó todo, hasta la ropa que tenía puesta, para vivir en la pobreza y entregarse por completo a Dios.

Los Pobres de Espíritu en definitiva son aquellos que no son pobres por la falta de bienes materiales sino que lo son en lo más íntimo de su corazón, en lo más profundo de su alma y acercándose a Dios con sus manos vacías son felices en medio de su pobreza. !Señor! Hazme Pobre de Espíritu para que pueda ser feliz y algún día ser digno de tus promesas.
Glorifiquen a Dios con sus vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

lunes, 20 de mayo de 2013

XIV-039 La Caída y el Pecado Original.



LA CAIDA Y EL PECADO ORIGINAL.

Continuando con nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, vamos a comentar hoy los párrafos que van del 385 al 420 que nos hablan de La Caída y el Pecado Original, tratando de resumir los conceptos para así adelantar más rápidamente ya que nos falta todavía mucho terreno por andar.

Antes de hablar de la Caída, tratemos de definir el significado de “pecado”:  Cualquier acción del hombre que vaya en contra del amor a Dios es un pecado. Dios ha dado al hombre el libre albedrío, es decir que puede decidir por sí mismo las acciones a tomar, pero al mismo tiempo le ha establecido límites dentro de los cuales puede actuar que son sus Mandamientos: Amarás al Señor tu Dios por sobre todas las cosas, No pronunciarás el nombre de Dios en vano, santificaras las fiestas y todos los que se refieren al trato con el prójimo que podrían resumirse en la expresión “amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Cuando el hombre traspasa estos límites, comete pecado y el pecado lo separa del amor a Dios. Sin embargo, Dios no abandona a sus criaturas, aún cuando hubieren caído en pecado, por el contrario, desde un principio estableció que enviaría un Salvador que nos devolvería la gracia y nos abriría las puertas del Cielo.

Jesucristo es ese Salvador que vino al mundo enviado por el Padre para que donde abundaba el pecado, sobreabundara la gracia.

Hemos dicho que antes de la Creación del hombre, Dios creó a los seres espirituales que llamamos ángeles, los hizo a todos buenos pero les dio la capacidad de actuar según sus propias voluntades, y aún cuando la mayoría siguió el camino de la obediencia al Creador, un grupo de ellos se rebeló contra Dios y se transformaron en malvados, provocando su caída, dando así origen al infierno. Esto es lo que se denomina La Caída, esos ángeles encabezados por Lucifer, tratan ahora de asociar al hombre a su rebeldía contra Dios y de allí que tienten constantemente al ser humano tratando de seducirlo para que caiga en el pecado y se aparte de Dios.

Según leemos en las Sagradas Escrituras, en el capítulo del Génesis, los primeros humanos tentados por Satanás fueron Adán y Eva, a quienes Dios había colocado en el Edén o Paraíso Terrenal, permitiéndoles comer de todas las frutas de los árboles que estaban a su alrededor con la excepción de un árbol al que llamó “el árbol del bien y el mal”, el demonio con engaños hizo que desobedecieran las indicaciones del Señor y que comieran la fruta del árbol prohibido, cometiendo de esta manera el primer pecado de la humanidad al que llamamos por eso “el pecado original”. El castigo de Dios para Adán y Eva fue la expulsión del Paraíso y además que su pecado se transmitiera a todos sus descendientes , es por eso que al nacer, todos tenemos el pecado original que no es cometido sino transmitido, cuyas consecuencias son la muerte y el sufrimiento y que solo se borra por los méritos de la Pasión de Cristo, con el sacramento del Bautismo.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

viernes, 17 de mayo de 2013

XIV-038 El Mensaje de la Reconciliación



EL MENSAJE DE LA RECONCILIACION.

El Mensaje que vino a traer la Virgen María a Betania, a finales de la década de los setenta y comienzos de la década de los ochenta, y que predicó la Sierva de Dios Maria Esperanza por todo el mundo en la última década del Siglo Veinte, sigue teniendo plena vigencia en nuestros días, tanto a nivel personal como a nivel nacional e internacional, por lo que es bueno meditar acerca de su contenido con frecuencia.

La Virgen se hace llamar en Betania como María Reconciliadora de todos los pueblos y naciones, ella viene a reconciliar lo que está dividido, lo que el demonio con su trabajo incesante y cruel, -recordemos que demonio significa “el que divide”-, ha estado separando, sembrando la cizaña en medio del trigo para que crezca con sus frutos de odio y rencores que no permiten la amistad entre los hombres y que separan a la humanidad de su Creador y de su Hijo.

Es así como las familias, células fundamentales de la sociedad, se van disgregando con la utilización de nuevos tipos de unión entre las parejas no bendecidas por Dios, nuevas costumbres en las que se van trivializando pecados graves que ofenden al Altísimo, juegos que aficionan a los niños al uso de armas y al menosprecio de la vida humana y drogas que envilecen y degradan la condición humana de los individuos que la componen, todo esto separa al hombre de Dios y separa a los hombres entre si y ese malestar se va propagando hasta afectar no solo a los individuos sino a los pueblos y naciones, en los que se sustituyen los valores sociales más elementales por el deseo de poder y dominación, causando desavenencias y guerras.

La oración de Jesús al Padre, durante la cena de despedida con sus discípulos, pone su acento en la unidad, una unidad basada en el amor: “Padre no solo te pido por mis discípulos, sino también por los que van a creer en mi por la palabra de ellos, (se refería a todos nosotros) para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti somos uno, a fin de que sean uno en nosotros y el mundo crea que tú me has enviado.” (Jn 17, 20-26)

Tenemos que adentrarnos en ese Mensaje de la Reconciliación y hacernos un examen de conciencia, preguntándose cada quien ¿qué he hecho yo por la unidad de mi familia? ¿Qué puedo hacer de ahora en adelante por la unidad y reconciliación no solo en mi familia sino en mi comunidad y en mi país? Busquemos esa reconciliación que nos pide la Virgen de Betania, comenzando por reconciliarnos nosotros con Dios y teniendo a Jesús en nuestro pecho pedirle que nos haga mejores, que seamos ejemplo y mensajeros de paz y de justicia, para que podamos trasmitir su amor a los que nos rodean.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la Misa Dominical, que Dios te bendiga.

miércoles, 15 de mayo de 2013

XIV-037 Construyamos la Familia sobre roca firme.



CONSTRUYAMOS LA FAMILIA SOBRE ROCA FIRME.

El pasado lunes, cuando meditábamos acerca del Catecismo de la Iglesia Católica, decíamos que Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, dotándoles de un cuerpo y de un alma y que asimismo instituyó el sacramento del matrimonio para que cada pareja se uniera, formando una familia, con el fin de crecer y multiplicarse para el desarrollo y perfeccionamiento de la Creación.

Mucho se ha dicho que la familia es la base fundamental de la sociedad y que la crisis de la sociedad actual se debe al desmoronamiento de las familias, de manera que analizando las causas podemos llegar a la raíz del problema. Las familias se desmoronan en la mayoría de los casos porque están construidas sobre arena y no sobre roca firme, sobre la roca firme que es Jesús y su Iglesia.

El Papa Benedicto XVI en el V Encuentro Mundial de las familias, celebrado en Madrid, España en el año 2006, explicaba que las familias de hoy se ven sometidas a múltiples dificultades y amenazas y por eso tienen la necesidad de ser evangelizadas y sostenidas ya que las familias cristianas constituyen un recurso decisivo para la educación en la fe, para la edificación de la Iglesia como comunión y para ser levadura en la cultura generalizada y en las estructuras sociales. En otras palabras, que para fortalecer a nuestra sociedad es necesario fortalecer a nuestras familias.

El hombre fue creado por Dios como expresión de su amor y es semejante a Dios en la medida en que ama, es esa la conexión que une al hombre con Dios.

Decíamos en la Meditación pasada que el hombre fue dotado de un cuerpo y un alma, los cuales están estrechamente unidos, el hombre es alma que se expresa en el cuerpo y cuerpo vivificado por un espíritu inmortal. No se puede por tanto disponer por separado de uno o de otro, ambos constituyen una realidad indisoluble y no puede el hombre alegar que está haciendo uso de su libertad al tener uniones libres o matrimonio a prueba, cuando en realidad está actuando anárquicamente. Dios da al hombre libertad para escoger su rumbo y si un hombre decide que su vida se la va a ofrecer a Dios fundando una familia, debe unirse a una mujer siguiendo las pautas señaladas por la Iglesia de Cristo, dándose el uno al otro en matrimonio en presencia de un sacerdote que en ese momento representa a Dios y comprometiéndose a seguir el modelo de la Sagrada Familia de Nazaret, para crecer en la fe , asumiendo de esta manera una responsabilidad pública.

Por lo tanto, el matrimonio no es una intromisión en la vida de una pareja, no es una injerencia indebida de la sociedad, no es algo que viene de fuera a intervenir la privacidad y la libertad de la pareja, todo lo contrario, es algo que surge del amor de la pareja que es a su vez reflejo del amor de Dios, es algo que surge de adentro y que se convierte en un pacto de amor conyugal que dignifica a la pareja, porque voluntariamente están asumiendo un compromiso con la sociedad, para su bien y para el bien de todos.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

lunes, 13 de mayo de 2013

XIV-036 Hombre y Mujer los creó



HOMBRE Y MUJER LOS CREó.

Celebra hoy la Iglesia la Festividad de la Virgen María bajo su advocación de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, en recuerdo a la aparición de la Santísima Virgen en Cova de Iría, Fátima, Portugal, el año 1917, por lo que estamos apenas a cuatro años del Centenario de dicho acontecimiento, oremos con fervor a la Madre de Dios para que su mensaje de paz se haga realidad en el mundo entero.

Y comenzamos la semana acercándonos de nuevo al Catecismo de la Iglesia Católica, aportando nuestro granito de arena en este año de la Fe, en esta oportunidad vamos a referirnos a los párrafos que van del 355 al 384 y que responden a la pregunta de ¿Para qué fin ha creado Dios al hombre? Y ¿Qué relación ha establecido Dios entre el hombre y la mujer?

Hemos venido repasando todos los pasos referentes a la Creación y hemos visto que en todo ello existe un orden que va de menor a mayor, siendo el hombre la cúspide de esa pirámide. “Dios creó al hombre a su imagen,  a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” (Gen 1, 27).

Dios quiso crear un ser a imagen suya que a la vez de poseer un cuerpo material, visible, estuviera dotado de un espíritu que lo hiciera único en la Creación, con personalidad propia y libre albedrío para tomar decisiones sobre su vida mortal, de tal manera que pudiese decidir libremente por su propio criterio el amar o no amar a Dios, en corresponder al amor que Dios puso en hacerlo o rechazar a su Creador y abrirse campo por sí mismo, fue así como creó al hombre a su imagen y semejanza, siendo la única criatura a la que Dios ama por sí misma y a la que ha llamado a compartir con él la felicidad de su vida eterna.

De manera que Dios ha creado al hombre para que le conozca, le sirva y le ame. Dios  a su vez se ha dado a conocer al hombre por medio de su palabra a través de los profetas y enviando a su Hijo para que nos hiciera una revelación completa de su imagen y de su manera de pensar. Y como decíamos en la Meditación en la que hablamos acerca de la Divina Providencia, el hombre a su vez le sirve a Dios en esa búsqueda de la perfección de toda su obra. Una vez que el hombre conoce y sirve a Dios, está en capacidad de decidir si le ama o no.

Dios puso a disposición del hombre toda la Creación para el sustento de su vida y a la vez quiso darle una compañía que pudiera ser el complemento de esa vida terrenal y que  a la vez permitiera la procreación de nuevos seres humanos para la continuidad de la especie, de allí que creara a la mujer con igual dignidad que el hombre e instituyó el sacramento del matrimonio por el cual un hombre y una mujer se comprometen a vivir en comunión, a crecer y multiplicarse, a dominar la tierra como administradores de las riquezas que Dios ha creado.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre

viernes, 10 de mayo de 2013

XIV-035 Una Madre siempre es Madre



UNA MADRE SIEMPRE ES MADRE.

El próximo domingo 12 de Mayo se celebra en Venezuela y muchos otros países el Día de las Madres, esos seres tan queridos para todos nosotros por quienes somos capaces de darlo todo y de perdonarlo todo, por ello he querido dedicar la Meditación de hoy, junto con mi felicitación a todas las madres que leen estos mensajes.

Me viene a la mente uno de aquellos poemas que a mediados del siglo pasado recitaba por radio Luis Edgardo Ramírez, un poema gaucho escrito por el poeta argentino Juan Pablo López, titulado “La Leyenda del Horcón”, en el cual un gaucho viejo narra la historia de una mujer sorprendida en adulterio por su marido que dio cuenta de aquellos amantes y los enterró al pie de un árbol llamado el Horcón, todos creyeron que los amantes habían escapado y por muchos años nunca se supo lo que realmente había ocurrido, al final de la narración de aquella tragedia, de entre los oyentes que rodeaban al viejo, salta un joven que emocionado dice que aquel hombre era un macho y que él le besaría la mano, el viejo confiesa ser él mismo el personaje de la historia y aquel joven que era su hijo, le besa, ambos se abrazan emocionadamente y el hijo le dice al padre que hizo bien, pero que no la maldiga más, que la perdone, porque una madre siempre es madre, ¡Déjela que duerma en paz!

El amor entre madres e hijos es tan grande que es capaz de perdonarlo todo, para los hijos tener a su lado una madre y poderla consentir como ella lo hizo con nosotros durante nuestra infancia y adolescencia, es uno de los placeres más grandes que la vida nos brinda, lo malo es que no todos tenemos la dicha de disfrutar de su compañía, por ley natural las madres mueren antes que los hijos, es por eso que muchos lucimos ese día en la solapa una flor blanca en su recuerdo y otros una flor roja que indica la alegría de tenerla viva todavía.
Jesús en su misericordia infinita nos legó a todos una Madre, su propia Madre, cuando clavado en la Cruz al ver a María y junto a ella al discípulo que más amaba, dijo a María: “Mujer ahí tienes a tu hijo”. Después dijo al discípulo: “Ahí tienes a tu Madre” Y desde aquel momento el discípulo se la llevó a su casa.” (Jn 19, 26-27) Y es el mismo discípulo, San Juan, quien nos lo narra en su evangelio y en su persona al pie de la Cruz  estamos representados todos nosotros, tenemos la gracia que somos hijos de una misma Madre, hermanos de Cristo Nuestro Señor que amó a su Madre infinitamente, así como ella lo amó a él, amémosla también nosotros con todo nuestro corazón.

Pidamos a nuestra madre del cielo, “la Madre de todos los cristianos”, como decía San Ambrosio, que nos alcance las virtudes que ella desea ver en nosotros, la humildad, la paciencia, la caridad con el prójimo, y por sobre todo la conformidad con la voluntad del Padre. Tengamos confianza en el poder de su intercesión y no dudemos nunca  acudir a ella en todas nuestras necesidades que a pesar de nuestros pecados, ella siempre está dispuesta a atender a sus hijos y a brindarnos sus amorosos cuidados, una Madre siempre es Madre.
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, feliz fin de semana,  feliz día a todas las madres y no olviden el rezo del Rosario en familia y la asistencia a la misa dominical.

miércoles, 8 de mayo de 2013

XIV-034 Juzgando a Dios



JUZGANDO A DIOS.

Casi que sin darnos cuenta, estamos constantemente juzgando a Dios, nos encanta emitir juicios sobre todo lo que sucede, sobre el comportamiento de las personas cuya vida discurre a nuestro alrededor, sobre lo que hacen o dejan de hacer personas de vida pública y conocida y en general sobre lo que nos ocurre en la vida diaria, es tan notable esta afición que los productores de programas de televisión han hecho una extensa gama de programas en donde se emiten juicios sobre la actitud de las personas y donde participa un público ansioso de mostrar su propio parecer sobre la situación planteada y un juez o una moderadora que saca conclusiones sobre los juicios emitidos y son muchos a los que les gusta ver este tipo de programas.

Hemos oído decir que no se mueve la hoja del árbol sin la voluntad de Dios, de manera que todo lo que ocurre a nuestro alrededor ha sido dispuesto por nuestro Creador y cuando cuestionamos algo de lo sucedido, estamos cuestionando a Dios, estamos juzgando a Dios. El es infinitamente sabio, su sabiduría va mucho más allá de nuestros conocimientos y por tanto sus juicios son justos y sus acciones son perfectas.

¿ Y por qué criticamos los designios de Dios? Porque nosotros tenemos “prejuicios”, es decir que de antemano hemos clasificado a los demás como buenos y malos, como justos e injustos, nos dejamos guiar por las apariencias. sin adentrarnos en el corazón de las personas, sin conocer sus íntimos sentimientos ni las intenciones de su corazón. Tenemos preferencias, cuando iniciamos a criticar un evento ya de antemano sabemos quién tiene la culpa y quien es inocente y todo lo que haga o diga “el bueno”, será bueno para nosotros y todo lo que haga o diga “el malo” será malo para nosotros. Amamos al “bueno” y le deseamos todo lo mejor, en cambio rechazamos al “malo” y le deseamos su castigo.

Dios en cambio, no actúa así, Dios hace salir el sol cada día sobre buenos y malos, hace caer la lluvia sobre blancos y negros, Dios no se guía por las apariencias, El ve nuestros corazones y conoce nuestros pensamientos más íntimos, por eso su justicia es divina y perfecta. Decía la Sierva de Dios Maria Esperanza de la Luz: “El amor de Dios es infinito, generoso, tierno y misericordioso con todas sus criaturas; para El no hay ricos ni pobres, ni feos ni bonitos, ni blancos ni negros, Para El todos somos sus hijos, los hijos de su corazón”.

Cuando Jesús comenzó a decirles a los apóstoles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley y que sería condenado a muerte, Pedro se lo llevó aparte y lo reprendió diciéndole “Dios no lo permita, nunca te sucederán tales cosas”. Y Jesús lo apartó diciéndole “Apártate de mí Satanás, tú piensas como los hombres y no como Dios”. (Mt 16, 21)

Procuremos no emitir juicios sobre las cosas que suceden a nuestro alrededor, aceptémoslas como provenientes de la voluntad de Dios y si ellas nos afectan de manera directa y nos causan sufrimiento, ofrezcámoslo a Dios junto con nuestras oraciones por el perdón de nuestros pecados y por nuestra salvación.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

lunes, 6 de mayo de 2013

XIV-033 El Mundo Visible



EL MUNDO VISIBLE.

Continuando con nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica vamos a referirnos hoy a los párrafos que van del 337 en adelante. Hemos dicho anteriormente que Dios es Creador de todo lo Visible y lo Invisible, la vez pasada nos referimos a ese mundo invisible habitado por los ángeles y hoy haremos referencia al mundo que podemos ver con nuestros ojos, constituido por el universo de los planetas y las estrellas, la tierra, el planeta en que vivimos, con sus montañas y sus ríos, sus mares y playas y los seres vivientes que la habitamos, las plantas, los animales y el hombre.

En la Biblia encontramos una descripción simbólica de la Creación en una secuencia de seis días de trabajo que comienza por señalar la confusión y el caos existente previo a la creación y como Dios va creando en orden cada cosa y que concluye luego en un séptimo día que es el día del descanso. A pesar de que se trata de una descripción poética de la Creación, sabemos que son palabras inspiradas por Dios, como toda la Escritura Sagrada. Sin embargo, ese simbolismo representa muchas verdades que Dios ha querido revelarnos para que nos demos cuenta que en todo hay un orden, una riqueza y una diversidad y de qué manera todo está ordenado a la alabanza divina. Todo comienza con Dios, la historia humana, la naturaleza, el mundo constituido, tienen su principio en la Creación, en el momento en que Dios por su palabra saca todas estas cosas de la nada y las hace visibles a los ojos humanos.
Dios va creando en forma ordenada todas las cosas y las criaturas, dándoles a cada una su bondad y su perfección, es por eso que dice “Y vio Dios que era bueno” (Gen 1, 10) Es decir que todas las cosas reflejan en su firmeza, en su diversidad y en su bondad, la inteligencia creadora de Dios, su sabiduría y su bondad infinita. Y aquí podemos sacar nuestra primera conclusión y es que el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura y evitar un uso desordenado de ellas, pues de lo contrario sería como un desprecio al Creador y eso traería consecuencias nefastas para nosotros mismos. Se me ocurre un ejemplo, cuando el hombre o la mujer tratan por medios artificiales de modificar su aspecto físico, agrandando sus senos, cambiando su nariz o su cara, están incurriendo en ese desprecio del que hablamos y las consecuencias ya las hemos visto.

Otro aspecto que nos trata el catecismo es el referente a la interdependencia de las cosas. En efecto, ninguna criatura se basta a sí misma, todas están hechas para complementarse entre sí y que exista una dependencia entre ellas. Por ejemplo las especies dependen unas de otras para su alimentación, el hombre necesita de las plantas para curar sus enfermedades, la abeja necesita de la flor, el agua necesita del sol para evaporarse y luego formar las nubes que a su vez regaran con la lluvia los campos y los sembradíos para poder fructificar y dar el alimento a los animales y a los hombres, todas estas cosas las hizo Dios así desde un principio y el hombre las ha ido descubriendo poco a poco y las ha llamado las leyes de la naturaleza.

De igual manera la especie humana está hecha para que exista una interdependencia entre los seres que la componen, no todos pueden hacer todas las cosas, cada quien tiene su oficio y nos dependemos unos a otros para la vida en sociedad. Existe un orden jerárquico en toda la Creación, pero el hombre está en la punta de esa pirámide, es la obra cumbre de la Creación, pero todas las criaturas tenemos el mismo Creador,  a él debemos darle gloria por habernos creado y para eso debemos respetar toda la creación y las leyes que Dios impuso para su funcionamiento y desarrollo, siendo fieles a esa Alianza inquebrantable con Dios.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y les acompañe siempre.

viernes, 3 de mayo de 2013

XIV-032 La Cruz Gloriosa de Cristo



LA CRUZ GLORIOSA DE CRISTO.

Hoy celebra la Iglesia el día de La Exaltación de la Santa Cruz, aquello que una vez fue instrumento de muerte y humillación es ahora un signo de la gloria del Señor, porque Dios es suficientemente poderoso y bueno como para hacer surgir el bien de un mal.

Recordemos que cuando repasamos el catecismo nos hicimos la consabida pregunta de ¿por qué Dios que lo ha creado todo y ha hecho un mundo tan perfecto, permite la existencia del mal? Y una de las respuestas que nos da el propio Catecismo es precisamente por esa capacidad que tiene Dios de poder sacar un bien de un mal. En ese sentido nosotros debemos siempre tener la esperanza de que nuestros males han sido permitidos por Dios para hacer devenir de ellos un bien futuro cuya visión no está por el momento a nuestro alcance.

En efecto, la Cruz era un instrumento de muerte ideado por los Romanos para deshacerse de sus enemigos extranjeros sometiéndolos al escarnio público y la humillación, demostrando así su poderío y superioridad. Solo ellos podían hacer uso de esta tortura fatal, es por eso que los Judíos que se plantean la muerte de Jesús por medio de la Cruz deben acudir a Pilato, Gobernador Romano, para que sea él quien sentencie a Jesús y permita su crucifixión. Sin embargo, de este mal execrable, Dios habría de hacer surgir la Gloria de Jesús, es por eso que cuando estaban los apóstoles con Jesús en la última cena y Judas sale de la reunión para concretar su traición, Jesús dijo: “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en él. Por lo tanto, Dios lo va a introducir en su propia Gloria, y lo glorificará muy pronto.” (Jn 13, 31-32)

Jesús muere en la Cruz, como lo había predicho, pero al tercer día, después de haber sido enterrado, resucita de entre los muertos y vemos su gloria resplandeciente, mientras aquel madero del cual pendió su cuerpo por unas horas, se convierte en árbol que florece y da fruto, inundando con su paz al pueblo y llenándolo de bendiciones. La Cruz de la muerte es ahora cruz de vida y de salvación, Dios afirma su trono en los cielos y demuestra con ella su poder y su gloria, ha triunfado el bien sobre el mal. Se convierte así la Cruz en un signo de victoria, de justicia, y de esperanza para la humanidad.

A partir de entonces, nosotros los seguidores de Jesús usamos en nuestras oraciones y al comienzo de cualquiera de nuestras actividades diarias, el signo de la cruz, persignándonos en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque la cruz gloriosa de Cristo representa para nosotros el signo de la victoria sobre el pecado del mundo.

Aquella cruz de tortura pasó a la historia, pero el hombre sigue fabricando otro tipo de “cruces” injustas para hacerlas pesar sobre los hombros de muchos que padecen de hambre, de enfermedad, de desempleo y explotación, agazapados detrás de ellas están la mentira y el pecado, por ellos debemos orar constantemente y poner en práctica las obras de misericordia y nuestra caridad para que nuevamente Dios haga surgir el bien del mal y esas cruces también puedan convertirse en Cruz Gloriosa de Cristo para nuestra salvación, vida y resurrección.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario en familia y la asistencia a la misa dominical, que Dios te bendiga.