miércoles, 20 de julio de 2011

XII-074 Ser como niños.


SER COMO NIÑOS.

En estos días estaba yo saliendo de mi casa en el auto, mientras en la calle un grupo de niños jugaban a la pelota, en medio de su algarabía y de su entusiasmo por lo que estaban haciendo, se dieron cuenta que yo había abierto la reja del garaje y comenzaba a salir en retroceso con mucha precaución, ellos detuvieron el juego y comenzaron a indicarme: “Dele Señor, dele que va bien”, otro con ese humor infantil tan cándido decía “Cuidado con el niño” (El niño era él), cuando ya el auto estaba en medio de la calle, varios de ellos se apresuraron a cerrar ellos mismos la reja, de manera que yo no perdiera mi tiempo en eso y a la vez la interrupción fuera más breve.

En esta incidencia hay dos hechos que yo observo como cualidades en estos niños, por una parte su alegría, ninguno de ellos puso mala cara porque yo les había interrumpido el juego, por el contrario decían bromas y palabras amables, y por otra parte está su vocación de servicio, de ayudar a los demás sin que se lo pidieran, dejando que las cosas fluyan sin molestias para nadie.

Jesús quiere que nosotros seamos como niños, hay un conocido pasaje del evangelio de San Mateo que dice: “Jesús llamó a un niñito, lo colocó en medio de los discípulos y declaró: “En verdad les digo: si no cambian y no llegan a ser como niños, nunca entrarán en el reino de los Cielos. El que se haga pequeño como este niño, ese será el más grande en el Reino de los Cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.” (Mat 18, 2-5).

Y es que el hombre mientras es niño ejerce las virtudes de la humildad, la sencillez de corazón y la obediencia, casi de manera espontánea, de acuerdo a la educación que recibe de sus padres y de sus maestros, pero a medida que va creciendo comienza a rebelarse en contra de toda sumisión, porque se va sintiendo más fuerte, más inteligente y comienza a cuestionar las indicaciones de los mayores y mientras avanza por ese camino la rebeldía lo lleva a querer ser cada vez más dueño de si mismo y de ser superior a los demás, entran en él la ambición y el deseo de poder que son la negación de las virtudes que profesaba en su niñez.

Ese es el gran cambio que Jesús quiere que hagamos en nuestras vidas, volver a ser como niños, dejar a un lado los pecados capitales y volver a la humildad, a la sencillez de corazón, a la alegría, a ese deseo natural de servir, que renunciemos a nosotros mismos, a nuestras imperfecciones y ambiciones y si todos podemos lograrlo viviremos en un mundo mejor y podremos ser admitidos en el reino que Dios nos tiene prometido.

Señor, hazme como un niño, dame la humildad y la sencillez del corazón, que no avasalle y pase por encima de los demás para que me sirvan, sino que sea yo el servidor de todos, que no se moleste mi orgullo porque prefieran a los demás en vez de a mí, que no me sienta herido porque tomen en cuenta las opiniones de otros y no la mía, yo quiero ser como niño Señor.

Que la paz y la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con todos ustedes.

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