A estas alturas ya muchos de ustedes están de vacaciones, me lo dicen los correos que me devuelven porque el buzón está lleno hasta los tequeteques, y otros van a tomarlas muy pronto y yo que creía que cuando me jubilara tendría libertad para escoger la fecha de las mías, me he dado cuenta de que no es así y que necesariamente tiene que ser en temporada, que le vamos a hacer. La meditación de hoy cierra este primer ciclo del año que gracias a Dios no ha tenido mayores interrupciones y hemos podido llegar hasta la No.88 en el lapso de siete meses y medio, continuaremos en la segunda quincena de septiembre si Dios lo quiere así.
Para despedirnos he escogido el Tema “Evangelizar, Evangelizar…” que suena como una campana que repica constantemente en nuestros oídos, nos lo dice Jesús, nos lo pide la Santísima Virgen en sus mensajes, nos lo muestran los santos que están triunfantes en el cielo por haber sido grandes evangelizadores y nos lo dice nuestra propia razón, hay que evangelizar, evangelizar, es la gran misión que Cristo nos ha legado a todos y es el camino más seguro para nuestra propia salvación.
Fue también la primera misión que Jesús encomendó a su Iglesia, cuando dijo a sus apóstoles: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” (Mt 28, 19-20). Una gigantesca misión, llena de retos y de dificultades para aquellos apóstoles que se enfrentaban a un mundo pagano que no conocía al verdadero Dios, misión que tenía que comenzar por el propio pueblo de Israel, aquel pueblo rebelde e ingrato que había crucificado al Hijo de Dios. Aquel pueblo escogido por Dios durante siglos que no supo escuchar la palabra del Padre y no reconoció a su Hijo: “Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn 1, 11). Y después debía continuar por todos los caminos del mundo, recordemos que el mismo Jesucristo se dio una vez cuenta de la inmensa tarea que esto representaba para los hombres y dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores pocos. Rueguen pues al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.”(Mt 9, 37-38). De allí que la oración juegue en esto también un papel muy importante, debemos orar constantemente, todos los días, para que Dios suscite vocaciones entre los jóvenes especialmente, unos por la vía sacerdotal otros por la vía de los laicos comprometidos, otros por la vía del ejemplo formando familias santas donde se enseñe la religión a los hijos porque los padres la practican y otros por la vía de la oración.
El mundo de hoy te necesita, a ti que estás leyendo estas líneas, está pasando por momentos difíciles, ¿Cuántas almas desoladas hay a tu alrededor? ¿Cuántos que no practican la religión?, tengamos compasión de ellos, se están perdiendo y cuando se den cuenta pueda que sea demasiado tarde, démosles una mano, con ternura, con amor, eso es evangelizar, por su bien y por nuestro propio bien. Y tú, ¿has pensado en lo que dirás a Jesús cuando te llegue la hora de presentarte delante de él y te pregunte por tu misión? Tienes todas las vacaciones por delante para meditar tu respuesta.
Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y felices vacaciones, no se tomen todo el sol para ustedes, dejen algo para los demás, no olviden la misa dominical en donde quiera que se encuentren y el rezo del Rosario en familia.
Para despedirnos he escogido el Tema “Evangelizar, Evangelizar…” que suena como una campana que repica constantemente en nuestros oídos, nos lo dice Jesús, nos lo pide la Santísima Virgen en sus mensajes, nos lo muestran los santos que están triunfantes en el cielo por haber sido grandes evangelizadores y nos lo dice nuestra propia razón, hay que evangelizar, evangelizar, es la gran misión que Cristo nos ha legado a todos y es el camino más seguro para nuestra propia salvación.
Fue también la primera misión que Jesús encomendó a su Iglesia, cuando dijo a sus apóstoles: “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enséñenles a cumplir todo lo que yo les he encomendado a ustedes. Yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin de la historia.” (Mt 28, 19-20). Una gigantesca misión, llena de retos y de dificultades para aquellos apóstoles que se enfrentaban a un mundo pagano que no conocía al verdadero Dios, misión que tenía que comenzar por el propio pueblo de Israel, aquel pueblo rebelde e ingrato que había crucificado al Hijo de Dios. Aquel pueblo escogido por Dios durante siglos que no supo escuchar la palabra del Padre y no reconoció a su Hijo: “Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron” (Jn 1, 11). Y después debía continuar por todos los caminos del mundo, recordemos que el mismo Jesucristo se dio una vez cuenta de la inmensa tarea que esto representaba para los hombres y dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores pocos. Rueguen pues al dueño de la cosecha que envíe trabajadores a recoger su cosecha.”(Mt 9, 37-38). De allí que la oración juegue en esto también un papel muy importante, debemos orar constantemente, todos los días, para que Dios suscite vocaciones entre los jóvenes especialmente, unos por la vía sacerdotal otros por la vía de los laicos comprometidos, otros por la vía del ejemplo formando familias santas donde se enseñe la religión a los hijos porque los padres la practican y otros por la vía de la oración.
El mundo de hoy te necesita, a ti que estás leyendo estas líneas, está pasando por momentos difíciles, ¿Cuántas almas desoladas hay a tu alrededor? ¿Cuántos que no practican la religión?, tengamos compasión de ellos, se están perdiendo y cuando se den cuenta pueda que sea demasiado tarde, démosles una mano, con ternura, con amor, eso es evangelizar, por su bien y por nuestro propio bien. Y tú, ¿has pensado en lo que dirás a Jesús cuando te llegue la hora de presentarte delante de él y te pregunte por tu misión? Tienes todas las vacaciones por delante para meditar tu respuesta.
Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y felices vacaciones, no se tomen todo el sol para ustedes, dejen algo para los demás, no olviden la misa dominical en donde quiera que se encuentren y el rezo del Rosario en familia.
Nos veremos de nuevo en Septiembre, si Dios quiere.