miércoles, 29 de abril de 2009

X-043 !Vamos a Rezar!


Que invitación más bella: ¡Vamos a Rezar! ¿Cuántas veces te la han hecho? Y ¿Cuántas veces la has hecho tú a otras personas?.

La Oración es nuestro medio de comunicación con Dios, invitar a rezar es como decir ¡Vamos a comunicarnos con Dios!.

Tenemos un amigo que está de viaje o vive en algún lugar lejano, estamos reunidos un pequeño grupo y quisiéramos tenerlo junto a nosotros, hay entre nosotros cierta nostalgia, porque él no está en estos momentos disfrutando de nuestra charla y de nuestro brindis y a alguien se le ocurre: ¡Vamos a llamarlo! Si, yo tengo el número de su teléfono, vamos a decirle que estamos reunidos como siempre y que le recordamos con mucho cariño.

Dios es nuestro amigo, nuestro mejor amigo, y no está tan lejos, está más cerca de lo que pensamos y al alcance de nuestro celular que es la Oración, que fácil resulta comunicarnos con él y decirle que estamos pensando en El, que estamos disfrutando de la vida que El nos regaló, de todos los bienes que ha puesto a nuestro alcance, de todo el amor que ha puesto en los corazones de nuestros familiares y amigos que le damos gracias por todo eso, y quizás haya alguien de nuestros conocidos que esté necesitando de su ayuda, vamos a decírselo también, vamos a pedirle que ayude a nuestro amigo a salir de ese trance por el que está pasando, seguramente nos escuchará y hará lo mejor que crea conveniente según su santa voluntad. ¡Que buen amigo es Dios!.

¿Vas a esperar que otro tome la iniciativa? ¿Por qué no la tomas tú? ¿Te da pena? Es probable que los demás estén pensando igual que tú, están esperando esa invitación: ¡Vamos a Rezar! Y te van a agradecer cuando la hagas.

La oración en grupo es muy efectiva, Jesús lo dijo una vez que cuando dos o más estén reunidos en mi nombre yo estaré en medio de ellos, rezar en conjunto es invitarlo a estar con nosotros, para que escuche de cerca nuestras palabras, nuestras alabanzas y gracias, así como nuestras peticiones.

En los momentos tristes, en los momentos alegres, en medio de la tormenta o bajo un cielo esplendoroso, siempre es oportuna la oración.
“La Oración es el puntal de luz que ilumina al hombre en medio de la oscuridad de la noche” (M.E.B.)

Oración Comunitaria: Solicita nuestro amigo Pablo Rendón, desde México, por las personas que se han contagiado de la gripe porcina, para que se recuperen pronto y para que cese esta epidemia que se ha extendido en su país y en otros países del mundo. Es una muy buena razón para comunicarnos con nuestro amigo Jesús y pedirle por esta gran necesidad de nuestros hermanos mejicanos y de toda la humanidad. ¡Vamos a rezar! (Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 27 de abril de 2009

X-042 ¿Qué tenemos que hacer?



La desorientación es algo terrible, es probable que alguna vez te hayas perdido, en algún sitio que no conoces o buscando alguna dirección, no me refiero a los que andan permanentemente perdidos, sino a esa situación particular que se nos pudiera presentar, la desorientación, no saber adonde ir, si a la derecha o a la izquierda, si hacia arriba o hacia abajo y por el contrario que felicidad tan grande nos da cuando llegamos a algo conocido y sabemos claramente donde estamos y hacia donde vamos.

Que terrible debe ser perderse por ejemplo en el desierto, donde no hay señales fijas de orientación porque la arena va formando dunas o promontorios de tierra que cambian de sitio cuando el viento sopla. Recuerden lo que les pasó a los israelitas que vagaron cuarenta años por el desierto, menos mal que Dios se apiadaba de ellos y les enviaba el maná, ese pan que llovía sobre sus cabezas y que les alimentaba cabalmente.

En el campo espiritual es igual de terrible la desorientación y nos puede ocurrir y de hecho nos ocurre que no sepamos en un momento dado que hacer ni adonde ir.
Hemos sido bautizados, leímos el Catecismo, hicimos la Primera Comunión, hemos ido a Misa, hemos escuchado muchos sermones y sin embargo no sabemos qué hacer.
Te lo digo, no porque yo sea adivino ni porque sepa tus secretos, sino simplemente porque veo que no estás haciendo lo debías hacer. Parece sencillo, pero no lo es.

Hemos oído decir que Jesús hace milagros, por eso en cuanto tenemos alguna necesidad acudimos a él, si nos hace falta plata para comprar lo que queremos, si estamos enfermos o si tenemos problemas en nuestro entorno familiar, en los estudios o en el trabajo, vamos detrás de él y le pedimos por la solución de nuestros problemas. ¿Es acaso esto lo único que espera Dios de nosotros? Lo mismo hacían los judíos que seguían a Jesús, las multitudes le seguían porque curaba a los enfermos, porque les daba de comer hasta saciarse, pero no veían que todo esto eran signos de algo que estaba mucho más allá, algo por lo que había que luchar con mayor fuerza que por los bienes terrenos, por las obras de Dios. Por eso en una oportunidad le preguntaron: “¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios? Jesús les respondió: “La Obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado” (Jn 6, 28-29)

Dios nos envió a su Hijo Jesús, tenemos que creer en él, porque eso es lo que Dios quiere de nosotros, de esa manera estaremos trabajando por las obras de Dios, esa es la brújula que orientará nuestro camino, porque Jesús es el Camino; esa es la vida que debemos vivir, porque Jesús es Vida; esa es la única verdad que está detrás de todos los signos milagrosos, porque Jesús es la Verdad.

Pidamos a la Santísima Virgen María, Madre de Jesús, que nos ayude a creer en su Hijo, que nos llene de humildad y de amor para seguir su ejemplo de fiel servidora y nos lleve de la mano, con fe y esperanza, tras los pasos de Nuestro Salvador.

miércoles, 22 de abril de 2009

X-041 La Puerta angosta.


Vamos a meditar hoy sobre aquellas palabras de Jesús que nos narra San Mateo: “Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡que angosta es la puerta y que escabroso el camino que conduce a la salvación!, y que pocos son los que lo encuentran.” (Mt 7, 13-14)

¿Qué significa “la puerta angosta”? Es la puerta del Reino de los Cielos a la que todos aspiramos llegar, pero el hecho de que Jesús nos haya dicho que es angosta no significa que los gordos no puedan pasar ni los barrigones, no se trata de eso, lo que quiere decir es que es difícil de lograr, que no podemos pensar que vamos a ir al cielo de gratis, la Redención que nos trajo el Salvador no es un reparto de tickets con los cuales tenemos derecho a entrar, significa si que “podemos entrar”, antes no era posible, mientras el cielo estuvo cerrado, él vino a abrirnos las puertas del cielo y a invitarnos a entrar, son muchos los llamados pero pocos los escogidos.

Junto a las llaves del Reino de los Cielos, Jesús nos vino a traer su evangelio y en él nos dice claramente como podemos hacer para salvarnos, para entrar en su Reino. No se trata únicamente de rezar, se trata también de actuar, tenemos que demostrar nuestra fe con obras, brindando esperanza al que esté desesperado y brindando amor al que esté triste y desconsolado. Claramente nos dijo: “No bastará con decirme: “!Señor, Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mi ustedes que hacen el mal.!” (Mt 7, 21-23).

Nos habla también Jesús del camino que conduce a esa puerta, es decir de nuestra vida, nos señala que ante nosotros se abren dos rutas a escoger, una ancha y espaciosa y otra escabrosa y difícil, la primera es de placeres y diversiones, sin angustias, sin preocupaciones, sin embargo conduce a la ruina, conduce a la perdida de la posibilidad de llegar a la meta deseada, en tanto que la otra nos va a traer heridas y sufrimientos, nos va a traer una cruz, similar a la de Cristo, una cruz que no podemos rechazar, porque en ella está nuestra salvación.

Vamos a pedirle al Señor que nos alumbre el camino, que fortalezca nuestras espaldas para resistir el peso de la cruz que nos corresponda, reconozcamos que somos débiles y necesitados de él para seguir adelante, que queremos acercarnos a su misericordia e implorar su perdón y que estamos dispuestos a cualquier sacrificio en su nombre para poder pasar por la puerta angosta que conduce al Cielo. Yo lo deseo de todo corazón para todos ustedes.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.


lunes, 20 de abril de 2009

X-040 Sólo cuando truena.


En la época de los barcos a vela, de marinos y de los piratas, en medio de las tormentas, cuando los truenos estremecían los cielos, se invocaba a Santa Bárbara para obtener su protección, también en medio del fragor de una batalla, cuando eran ellos mismos los que producían los truenos con sus cañones y explosivos, los marinos recurrían a esta Santa patrona, de allí que al sitio donde se almacenan las armas y la pólvora se le diera el nombre de Santa Bárbara.

Hoy en día recordamos aquellas hazañas marineras con un refrán muy conocido: “Se acuerdan de Santa Bárbara cuando truena”, para señalar que en las situaciones de peligro, de tribulación es cuando nos acordamos que existe Dios, que existe la Virgen y que existen los santos y recurrimos a ellos desesperadamente.

Con nuestro desarrollo espiritual debemos procurar que esto no sea así, no debemos esperar los momentos difíciles para recurrir a Dios, al Señor debemos invocarlo todos los días de nuestra vida, en las buenas y en las malas situaciones. El nos ha dado la llave de nuestro corazón, el libre albedrío, una llave que abre por dentro, para que lo dejemos entrar cuando queramos y lo tengamos allí como nuestro más preciado tesoro. Alguien dijo que no existen “ateos”, sino personas que no han abierto su corazón al Señor.

No esperemos escuchar los truenos y los negros nubarrones para acordarnos de Dios, porque así en esos momentos de desesperación no sabemos ni donde encontrarlo y nuestro hablar será apresurado y temeroso, difícil de entender, en tanto que si lo tenemos en nuestro corazón sabremos rápidamente donde encontrarlo y le hablaremos al igual que todos los días en nuestras oraciones, con el afecto que se habla a un amigo, a un compañero, con respeto y confianza, con la seguridad de que vamos a ser escuchados.

“Por eso el varón santo te suplica en la hora de la angustia. Aunque las grandes aguas se desbordasen, no lo podrán alcanzar. Tú eres un refugio para mi, me guardas en la prueba, y me envuelves con tu salvación.” (Sal 32, 6-7).

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 17 de abril de 2009

X-039 La Divina Misericordia.



El próximo domingo celebra la Iglesia el Día de la Divina Misericordia. Muchos de ustedes habrán visto la imagen de Jesús de la Divina Misericordia, es ese Jesús vestido de blanco, descalzo, que tiene una mano en su corazón de donde salen rayos azules y rojos, mientras que con su mano derecha nos bendice. Se trata de una imagen pintada originalmente por la religiosa polaca Sor María Faustina Kowalska que se ha divulgado con la jaculatoria al pie que dice: “Jesús yo confío en ti”.

Mediante lo que la Iglesia denomina revelaciones privadas, el Señor se apareció a esta religiosa y la indujo a pintar el cuadro y a copiar una serie de oraciones que constituyen la Devoción a su Divina Misericordia, la cual había sido originalmente prohibida por la Iglesia, pero posteriormente el recordado Papa Juan Pablo II la oficializó y la propulsó en todo el mundo con gran amor. El Salvador quiere que por medio de esta Devoción los hombres sean atraídos hacia El y alejados del camino de la perdición.

Jesús dijo a Sor María Faustina: “La Humanidad no tendrá paz hasta que no se vuelva con confianza a la Divina Misericordia.”

También le expresó la necesidad de que esa devoción se propagara y la hizo incluso responsable por aquellas almas que pudieran perderse si ella callaba. Debemos meditar en nuestra propia responsabilidad, de acuerdo con esto cada uno de nosotros debe procurar no solo su propia salvación sino ayudar a otros a salvarse, no podemos presentarnos con las manos vacías ante el Señor.

Les invito a practicar la Devoción a la Divina Misericordia, comenzando por el rezo diario de la Coronilla de la Divina Misericordia a las tres de la tarde. (Los que no tengan el texto pueden escribirnos y se lo enviaremos por email) Y repitamos con frecuencia la jaculatoria “Jesús, yo confío en Ti”.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

miércoles, 15 de abril de 2009

X-038 Amor que hace arder los corazones.



Nuestra inteligencia es muy limitada, aún cuando algunos hombres se creen muy inteligentes y llegan hasta despreciar a los demás por no pensar como ellos, su nivel de sabiduría es tan ínfimo que si algún día pudieran reconocerlo, seguramente se despreciarían a si mismos.

En cambio, la sabiduría de Dios es infinita y la grandeza de su sabiduría solo es comparable con la grandeza de su amor, somos producto de ese amor inmenso que se encuentra en la Divinidad. El amor en la Santísima Trinidad es tan grande que se vio movida a crear seres a su alrededor para compartirlo, hemos sido creados para conocer y amar a Dios.

Ha transcurrido la Semana Santa, hemos revivido los hechos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo y sin embargo, seguimos caminando por el mismo camino que recorremos rutinariamente, sin meditar, sin reflexionar seriamente en estos hechos que la Iglesia nos recuerda cada año. Somos como aquellos discípulos de Emaús que nos limitamos a comentar los hechos como un suceso más de la vida cotidiana, sin adentrarnos en su significado, nos limitamos a criticar la injusticia que cometieron aquellos sacerdotes, escribas y fariseos contra aquel profeta que pasó por la vida haciendo el bien, razón tenía Jesús al expresar: “!Que necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas!” (Lc 24, 25).

Todo lo ocurrido durante estos hechos es la manifestación más clara y evidente del inmenso amor de Dios por nosotros, por los seres creados por El para comunicarles su amor y su bondad. Pero Dios quiere que hagamos esto libremente, que abramos nuestro corazón a su amor para que arda en ese fuego divino que vino a encender.

Debemos darnos cuenta que ese deseo que tenemos por alcanzar la felicidad solo será satisfecho cuando nos acerquemos a Dios, en ese momento nada nos faltará. Y Dios es tan bueno que nos ha tendido puentes para lograr este objetivo, nos ha enviado a su Hijo, a quien tenemos siempre con nosotros en la Eucaristía, a la Virgen Santísima que nos aconseja y nos ayuda, a los santos que nos sirven de ejemplos vivos, humanos y que nos demuestran todo el potencial de nuestra existencia, a la Santa Iglesia Católica que nos enseña y nos recuerda las verdades de la fe que le fueron confiadas por Cristo, transitemos estos puentes.

Acerquémonos al amor de Dios para que su amor haga arder nuestros corazones.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 13 de abril de 2009

X-037 Cristo ha vencido.


No dejó lugar a dudas, su cuerpo fue destrozado, horadaron sus manos y sus pies, quedó desfigurado por los latigazos y golpes, sufrió dolores desde la planta de los pies hasta la cima de la cabeza, sus llagas fueron laceradas y enrojecidas por la sangre que derramaba todo su cuerpo y después de tres horas de agonía colgado al madero de la cruz, cuando ya había entregado su espíritu al Padre, su corazón fue traspasado por una lanza, derramando hasta la última gota de sangre de su precioso cuerpo. ¿Quién podría decir que no estaba muerto?.

Fue sepultado y su tumba fue sellada con una pesada piedra, pusieron guardias romanos en aquel lugar, así que ¿Quién podría decir que su cuerpo fue robado?.

Sin embargo, al tercer día, tal como lo había anunciado, la piedra de su tumba fue rodada y allí solo quedaron los lienzos en que había sido envuelto su cadáver. Como dijo San Pedro en su primer discurso a los judíos: “Dios lo libró de los dolores de la muerte y lo resucitó, pues no era posible que quedase bajo el poder de la muerte” (Hch 2, 24) Por lo tanto Cristo ha vencido a la muerte. Nuestro hermano mayor, nuestro amigo, nuestro buen maestro nos enseña el camino, El es el Camino, la Resurrección y la Vida.

Desde entonces Cristo vive, no ha muerto ni morirá jamás, es un Dios vivo al cual podemos acudir, al cual podemos invocar, con quien podemos hablar por medio de la oración, en quien podemos confiar en nuestras tribulaciones, El sigue sanando a los enfermos, como lo hiciera entonces en Galilea y en Judea, con la fe puesta en El los ciegos pueden ver, los sordos pueden oír, los mudos pueden hablar y los inválidos caminar, El nos ama, dio su vida por nuestra salvación y vive ahora para nuestro consuelo.

No dudes nunca de El, porque El siempre está allí donde tú más le necesitas, a tu lado, ten confianza que si vas a salir adelante porque El quiere que también tú seas un triunfador.
Oh Jesús mío, Cristo Resucitado, Vencedor de la Muerte, ven a mi corazón, escucha mis palabras, asísteme en estos momentos, no me desampares, Jesús yo confío en Ti.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 3 de abril de 2009

Meditación X-036 Tiempo para el descanso y tiempo para Dios.



Vamos a proceder al habitual paréntesis en nuestras Meditaciones, durante la Semana Santa, para regresar de nuevo con ustedes el lunes después del Domingo de Resurrección.

¿Cuál debe ser la actitud de un buen cristiano durante estos días?.

Todos necesitamos de los momentos de descanso para reparar nuestro cuerpo y acondicionarlo para futuras tareas, ese descanso se produce cada día, cuando salimos de la oficina o de la ocupación habitual que tengamos y vamos para la casa a pasar la noche, se produce también cada semana, cuando disfrutamos del sábado y el domingo, y se produce dos o tres veces al año cuando vamos de vacaciones o en las fechas tradicionalmente de asueto para los trabajadores. Por lo tanto a nadie se le puede negar su derecho a irse para una playa o para una montaña, o para un pueblo donde residen sus amigos o familiares, esto está bien siempre que se haga sanamente con el propósito de reponer energías y vitalizar nuestro cuerpo.

Pero, como decía un amigo “Siempre tiene que haber un pero”; recordemos que nosotros no solo somos un cuerpo, somos cuerpo y alma, somos unos seres físicos y espiritualmente constituidos, y así como nuestro cuerpo requiere de ese mantenimiento, diario, semanal y anual, también nuestro espíritu requiere igual mantenimiento. ¿Y cómo se hace para darle mantenimiento al espíritu? Diariamente con nuestras oraciones y meditaciones, semanalmente con el rezo del Rosario en Familia y con la Misa Dominical, y anualmente, especialmente en el tiempo de Cuaresma y de Semana Santa, acudiendo al Sacramento de la Confesión, Orando las oraciones propias de estos días, el Via Crucis, la Hora Santa, cumpliendo con el ayuno y la abstinencia del viernes santo, acudiendo a visitar los Templos, buscando a Jesús Sacramentado y a su Santísima Madre en donde quiera que estemos pasando estos días, para demostrarles nuestro agradecimiento por todos los beneficios recibidos durante el año, para pedirle perdón a Dios e implorar su misericordia por nuestros pecados y para santificar nuestro espíritu con la Comunión. Así como tenemos tiempo para el descanso debemos tener un tiempo para Dios.

Contemplemos por un momento a Jesús Crucificado, en su agonía, en su pasión voluntariamente aceptada, con su cuerpo traspasado por los clavos que lo sostienen de la cruz, con su sangre derramada por nosotros, por nuestra salvación, con su paladar y su lengua secas, con una sed que le llega al alma y le hace decir “Tengo Sed” (Jn 19, 28), sed de almas, y digámosle: Aquí estoy Señor para calmar tu sed, para alabarte, para postrarme ante ti y reconocerte como mi único Dios verdadero, yo soy una de las espinas de tu corona, Señor, perdóname. Mira Señor las puertas de mi corazón, están abiertas para ti, quiero convertirme y reconciliarme contigo y con mis prójimos, quiero crecer en las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, y finalmente quiero recibirte en la Eucaristía como el pan de mi vida y como mi esperanza para la vida eterna. Yo te amo Señor.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

miércoles, 1 de abril de 2009

X-035 Yo tuve un sueño.



Hay oradores políticos que comienzan sus discursos con una cita religiosa para llamar la atención de la audiencia, en este caso yo estoy comenzando con una cita política, de aquel gran líder que fue Martín Luther King, para hablarles de religión. La mayoría de las veces no recuerdo los sueños, pero este de anoche si me quedó muy claro por lo que decidí tomarlo como punto de partida para nuestra meditación de hoy.

Era un día domingo y yo había comprado varios periódicos y estaba comentando las noticias con un amigo en un local que era como una Fuente de Soda por el centro de Caracas, de pronto vi que entró a tomarse un café un hombre joven que según había leído había sido designado para un cargo importante, espontáneamente me acerqué a él y me presenté, entonces él me dijo “Ven conmigo, para que me ayudes en mi nuevo trabajo”, casi sin pensarlo dos veces, le regalé los periódicos que había comprado a mi amigo y me fui con el recién conocido para ayudarle.

No se trata de buscar una interpretación del sueño, pero se me asemeja mucho a la situación que nos narra el evangelio cuando Jesús al inicio de su vida pública, llama a sus seguidores con un simple “Sígueme” y ellos, aún sin conocerle bien, lo dejan todo para seguirle y apoyarlo en su labor evangelizadora.

Jesús continúa llamándonos cada día, todavía falta mucho por hacer, la mies es mucha y los segadores pocos, la población del mundo aumenta cada vez más y los sacerdotes y las religiosas no se dan abasto para atenderlos a todos, la labor de nosotros los laicos se hace cada vez más necesaria, por eso no desatendamos su llamado, vamos a llevar esa buena nueva que vino a traernos el Hijo del Hombre, para que todos sepan que hay un Padre misericordioso que está en los Cielos, que es nuestro Creador, que nos ama y nos cuida que procura nuestro bien y por eso nos ha dado unas normas de vida para nuestra felicidad aquí en la tierra y que nos ha prometido una vida eterna en su Reino si atendemos su llamado, no le hagamos esperar, vamos tras El.
La Semana Santa que está por comenzar nos brinda una muy buena oportunidad para que reiniciemos este camino de seguimiento a nuestro Salvador y Redentor.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.