viernes, 30 de enero de 2009

X-012 La Santísima Trinidad.


En meditaciones anteriores hablábamos de los misterios que encierra la vida de Cristo y por ende nuestra religión que es la religión que nos enseñara Cristo, Nuestro Señor, quien vino a la tierra a hacernos revelaciones hermosísimas, en las cuales debemos creer por fe, como niños que creen en las verdades que enseñan sus padres, porque él no vino al mundo para condenarnos ni para hacernos mal, por el contrario él vino para que el mundo se salvara, para enseñarnos verdades que habían estado ocultas por siglos a la humanidad y que dicha es saber que Dios se ha dignado enseñarnos todo eso, para nuestro bien, para nuestra salvación.

Uno de esos misterios es el de la Santísima Trinidad, existe un solo Dios, único y verdadero, pero en él hay tres personas distintas, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. El Padre a quien ya el hombre conocía desde la antigüedad, por boca de los profetas que habían sido los portadores de sus mensajes a los hombres, el Hijo que es Jesucristo que viene al mundo en la plenitud de los tiempos y nos dice que él es uno con su Padre, que quien lo ve a él ve al Padre y que él hace solo la voluntad del Padre y más adelante nos habla del Espíritu Santo que es la tercera persona de la Santísima Trinidad, quien procede de ese amor entrañable entre el Padre y el Hijo y que ya existía desde el principio junto a él y junto al Padre y que es la fuerza que inspira, que empuja y que ilumina no solo a los apóstoles sino a todos los hombres por el camino del bien, de la paz y la justicia.

Jesús ordena a los apóstoles que vayan por el mundo y bauticen todos los pueblos “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19) y que los enseñen a cumplir todo lo que él les había encomendado.

Es un gran misterio que no podemos analizar con nuestra mente de capacidad e inteligencia limitada, lo que podemos hacer es aceptarlo, con fe, con esperanza puesta en ese Dios único y en esas tres divinas personas que lo integran y con caridad, con amor, como todas las cosas que provienen de Dios.

Vamos a rezar siempre, especialmente al salir de casa, esta breve oración a la Santísima Trinidad que tiene aprobación eclesiástica: “Con el velo de la Santísima Trinidad que sea yo envuelto, que ni herido, ni preso, ni cautivo, ni de mis enemigos vencido. El Gran Poder de Dios me ha enseñado a creer que la Santísima Trinidad me ha de favorecer. Dios conmigo y yo con El, El delante y yo tras de El. Amén.”

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

miércoles, 28 de enero de 2009

X-011 Como amar a Dios.

Vamos a meditar hoy sobre la forma y manera en que debemos amar a Dios y cómo lograrlo. ¿Amas a Dios? ¿Cómo lo amas? ¿Lo amas acaso como El quiere que le amen? Recordemos que el primero y más importante de los mandamientos de la Ley de Dios dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu inteligencia y con todas tus fuerzas.” (Mc 12, 30).

Si analizamos esa breve pero contundente frase nos daremos cuenta que el amor de Dios debe ser en nosotros algo que esté por encima de todas las cosas, por encima de todos los otros amores y sentimientos que podamos considerar en nuestra vida. Amamos desde pequeños a nuestros padres, son nuestros grandes amores, luego en la adolescencia amamos a nuestros amigos, nos enamoramos de alguna persona, la amamos y formamos con ella una familia de la que nacen hijos e hijas que pasan a ser nuestros grandes amores, todos esos amores y muchos otros sentimientos que no son tan puros van llenando nuestro corazón y nuestra vida. Con todos estos amores aprendemos a amar, ¿y nuestro amor por Dios? ¿Cómo se comparan estos amores con el amor a Dios? ¿Qué lugar ocupa en nuestro corazón el amor a Dios?.

Jesús es también muy claro en este sentido cuando nos dice: “El que ama a su padre o a su madre más que a mi, no es digno de mi; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mi, no es digno de mi.” (Mc 10, 37) Dios es pues exigente en cuanto al amor que espera de nosotros y tiene además porque serlo, El nos ha creado, nos ha mimado, nos ha consentido dándonos un mundo lleno de bellezas, de bondades, nos ha dado a nuestros padres a nuestros hijos a nuestras familias, ha perdonado nuestras infidelidades, nos ha dado a su Hijo para que con su sangre borrara nuestros pecados, nos ha amado como nunca nadie ha amado a nadie, ¿No está acaso en su derecho de exigir una respuesta que se corresponda con ese amor tan grande?.

San Juan de la Cruz decía que el hombre nace con una capacidad de amar que es el alma o el espíritu y en el centro de ella está Dios llamándonos, pero el hombre va llenando esa capacidad con otros amores y va dejando muy poco espacio para Dios, esta situación le quita la paz y la felicidad verdadera. Para poder amar a Dios el hombre tiene que interiorizarse y vaciar su alma, ordenando sus sentimientos de tal manera que todos estén enderezados hacia Dios. Para poder llenarse de Dios no puede haber en nuestros corazones elementos contrarios, no puede haber egoísmo, suciedad, desorden, impurezas, tenemos que dejar nuestro interior completamente limpio para que el amor de Dios pueda invadirlo y brindarnos la paz y la felicidad que El desea para todos nosotros.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 26 de enero de 2009

X-010 Seamos mejores.


En la vida espiritual existen diversos grados o niveles en los cuales podemos irnos ubicando en la medida en que progresemos hacia la perfección, podríamos compararlos con las edades en la vida del ser humano, se puede ser niño, joven, adulto, mayor de edad, etc., etc., la meta final será la perfección o sea la santidad.

Hagámonos algunas preguntas en esta meditación: ¿En qué nivel me considero que estoy ubicado? ¿Cómo se compara esto con mi edad física? Por ejemplo, soy una persona adulta físicamente, pero espiritualmente, en el camino de Dios, sigo siendo un niño, o por el contrario mi desarrollo físico va parejo con mi desarrollo espiritual. Y ahora otra pregunta, en base a las respuestas anteriores, ¿Estoy conforme con mi ubicación? ¿Considero que no necesito seguir progresando?.

Es fundamental que tengamos el deseo de lograr cada día un paso de avance en nuestro camino hacia Dios, ya que como decía San Agustín:”En el camino de Dios, el no ir adelante es volver atrás” y esto se explica por cuanto existe una corriente en contra que tiende a perdernos en la vorágine del mundo y la única forma de vencerla es avanzando, de lo contrario ella nos arrastrará a su antojo.
Además es también importante que nos fijemos de antemano una meta que sería, como decíamos al principio, la santidad. No podemos pensar como dicen algunos que Dios no nos exige a todos ser santos, recordemos la carta de San Pablo a los Tesalonicenses: “la voluntad de Dios es que se hagan santos”…”pues Dios no nos llamó para vivir en la impureza, sino en la santidad” ( 1 Tes 4, 3 y 7).

Gracias a Dios que en este camino no estamos solos, tenemos a nuestro lado al propio Jesús y a su Santísima Madre que están atentos a nuestros deseos de progresar y nos ayudarán. Jesucristo vino a traer al mundo la llama de su amor, para encenderla en nuestros corazones y desearía que ya estuviera ardiendo, vamos a encendernos en ese fuego divino, Cristo es lo único que importa, no seamos tibios o imperfectos, tomemos hoy la resolución de elevarnos gradualmente poniendo todo nuestro empeño en lograrlo, seamos mejores cada día, con humildad pero con firmeza.

El Señor nos está llamando, no nos quiere conformistas, nos quiere resueltos, con determinación, decididos, progresemos en nuestra vida espiritual, seamos mejores.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 23 de enero de 2009

X-009 Un Mundo Confundido.


Estamos apenas a dos meses de que se cumpla un nuevo aniversario, el No. 33, de la primera aparición de la Virgen Santísima en Betania, Venezuela, bajo la advocación de María Virgen y Madre Reconciliadora de todos los Pueblos y Naciones, nombre que es muy significativo en estos tiempos apocalípticos en que el hombre ha tomado caminos diversos que lo alejan de Dios y lo aproximan a las tinieblas que confunden y pierden, que los dividen y separan, alejándolos del amor entre ellos que es la única fuerza que puede reconciliarlos.

Dios ha escogido un lugar en América para que la Santísima Madre venga con su mensaje de amor y de fraternidad a sacarnos de las confusiones en que nos hemos enredado, para establecer su nueva morada, la nueva Lourdes, un lugar de culto y de oración, de amor, de fe y de caridad, para esperar allí a todos sus hijos y ennoblecer sus corazones.

Así como lo hizo en Lourdes, nos entrega aguas milagrosas, aguas santas que servirán para curar las penas del cuerpo y del alma, como en efecto lo han sido a lo largo de estos treinta y tres años, y como lo demuestran las miles de placas de agradecimiento de todas aquellas personas que han sido beneficiadas por esta agua milagrosa que surge como suave cascada al lado de su gruta, en medio de aquel bosquecito que sirvió para que su cuerpo luminoso encendiera en fulgores la verde montaña el día de su aparición.

La Virgen nos llama a ese lugar y no podemos desoír su llamado, nos está indicando no solo el camino a seguir sino el lugar del reencuentro, un lugar que como ella misma nos dice es un pedacito de cielo en la tierra, ella quiere unirse allí con nosotros para que vivamos el evangelio, para que dejemos de lado las ataduras del mundo y nos unamos a su Hijo Jesucristo que es el camino, la verdad y la vida.

Los mandatos de la Virgen son suaves pero firmes, recordemos que cuando ella se apareció al Papa Honorio II que dudaba en permitir la fundación de la orden del Carmelo, le dijo: “Lo que ordeno no debe contradecirse, lo que promuevo no debe ocultarse”.

Alegrémonos pues de que nuestra Madre del Cielo haya venido a llamarnos, a buscar la reconciliación entre los hombres y la reconciliación del hombre con Dios, nuestro Padre, porque se requiere un convencimiento de que sólo El puede reconciliar a la humanidad.

En medio de este mundo confundido por la injusticia social, la demagogia y la mentira, Betania surge como la nueva Jerusalén triunfante, como refugio y albergue seguro para todos los hombres de buena voluntad.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

jueves, 22 de enero de 2009

X-008 Misterio y Revelación.


En una de las meditaciones recientes hablábamos de los Misterios de aquel niño que había nacido en Belén y del asombro de las gentes al comprender que la mano de Dios estaba en todo esto, pues bien, toda la vida de Jesús es un misterio, ya que todos los hechos que nos narran los evangelistas son prácticamente inaccesibles a nuestra razón. Solamente a través de la fe podemos aceptarlos aún cuando humanamente no los comprendamos.

Y fue por esa fe que tuvieron los primeros creyentes, entre ellos los evangelistas que habían estado cercanos o habían presenciado los hechos, que fueron escritos los evangelios, con el propósito de compartir con nosotros su fe.

No solo es misterio el nacimiento de Jesús y su niñez, sino su juventud, sus milagros, sus palabras, su pasión, su muerte y su resurrección, desde aquellos pañales en los que lo envolvió su Madre al nacer, hasta aquel sudario que enjugó su sangre al morir, toda su vida es un profundo misterio ya que “en él permanece toda la plenitud de Dios en forma corporal” (Col 2, 9).

Por tanto la vida de Jesús no solamente es Misterio sino que también es al mismo tiempo Revelación, porque nos revela al Padre, a quien no conocíamos, Todo él es reflejo e imagen del Padre, no solamente su físico sino sus palabras, su manera de ser, su manera de amar, de tratarnos, de comprendernos y su compasión y su misericordia. Su misión en la tierra era precisamente esa, revelarnos al Padre. “El que me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14, 9).le dijo Jesús a Felipe cuando le pidió que le mostrara el Padre.

Desde luego que es muy difícil para nuestra razón entender el Misterio de la Santísima Trinidad, cómo es posible que tres personas distintas sean un mismo y Unico Dios verdadero, pero Jesús nos lo dice : “esto no viene de mi, sino que el Padre, que permanece en mi, hace sus propias obras. Yo estoy en el Padre y el Padre está en mi. Créanme en esto; o si no, créanlo por las obras mismas.” (Jn 14, 10-11).

Pidámosle al Señor que nos de la fe necesaria para aceptar sus misterios, para que podamos creer en Jesús y en sus obras, para que también nosotros vivamos unidos entrañablemente a él y por lo tanto al Padre, para comprender que el Misterio de Jesús hecho hombre no es otra cosa que la Revelación del gran amor que el Padre siente por todos nosotros. La manera en que podemos lograr esto es cumpliendo sus mandamientos e invocando al Espíritu Santo para que permanezca siempre con nosotros.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.


lunes, 19 de enero de 2009

X-007 Cruz de Salvación.


Es impresionante como el poder de Dios puede transformar algo malo en bueno, por ejemplo la Cruz. En los tiempos bárbaros del Imperio Romano la cruz era símbolo de ignominia, de oprobio, era un castigo terrible destinado a los seres más despreciables de la humanidad, aplicado no solo como castigo a los culpables de delitos horrendos, sino también como una forma de atemorizar a los pueblos dominados por las brutales fuerzas romanas.

Sin embargo, la sabiduría de Dios fue capaz de transformar aquel instrumento de tortura y de muerte en símbolo de su gloria, de convertir la Cruz de Muerte en Cruz de Salvación. Hoy en día los cristianos llevamos con orgullo imágenes de la Cruz de Cristo, nos hacemos la señal de la Cruz en la frente en la boca y en el pecho para implorar la protección del Señor y nos inclinamos y nos arrodillamos para orar ante el Cristo o simplemente ante su cruz.

Las cosas que le ocurrieron a Jesús en su vida no fueron obra de la casualidad, ya todo estaba en los planes del Padre cuando envió a su Hijo al mundo. Recordemos que Jesús profetiza en aquel pasaje del evangelio de San Juan: “Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así será levantado el Hijo del Hombre, para que quien crea en él tenga vida eterna. Porque tanto ha amado Dios al mundo, que le ha dado a su hijo unigénito, para que, quien crea en él no muera, sino que tenga vida eterna” (Jn 3, 14-16). Estaba ya el Salvador anunciando la forma en que habría de morir, levantado en una cruz, pero al mismo tiempo señala que esto sería con el objeto de salvar a los que creyeran en él, algo muy complicado para ser comprendido en aquellos momentos por los hombres sencillos que le acompañaban, pero que hoy entendemos perfectamente.

Alabemos pues a la Cruz de Salvación porque ella es símbolo de la victoria de Cristo sobre el pecado, es símbolo de la liberación que vino a traernos Jesús por voluntad del Padre, hagamos que esa cruz reine en nuestros corazones, que sea como un escudo para defendernos de las acechanzas del maligno que quiere perdernos y llevémosla siempre con nosotros como expresión de nuestra esperanza en esa vida eterna que el Señor nos ha prometido. Gracias Señor por haber convertido aquella cruz de infamia en cruz gloriosa, en Cruz de Salvación, bendícenos Señor.

Oración Comunitaria: Solicita Belkis Lugo por su comadre Martha Marrero de Blanco que le diagnosticaron cáncer en el intestino y por Gricelia Franco de Marrero, la cual tiene también cáncer en la ingle, ambas ya comenzaron el tratamiento de quimioterapia pero se han visto muy mal. Atiende Señor las súplicas que te hacemos por estas personas enfermas, si tú quieres puedes curarlas o aliviar sus sufrimientos, las ponemos en tus manos y que se cumpla tu voluntad. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 16 de enero de 2009

X-006 "Hagan lo que El les diga".


Meditemos hoy sobre aquel acontecimiento que marca el comienzo de la vida pública de Jesús, las Bodas de Caná. Tenemos que aprender de ese evento varias cosas, entre ellas esa invitación que nos hace a todos la Virgen María, cuando de la manera más amorosa y sencilla nos dice: “Hagan lo que El les diga”.

Cuando Jesús había llegado a los treinta años de vida, hubo por aquel entonces unas bodas, un matrimonio, en Caná de Galilea, al cual fue invitada la Madre de Jesús, el propio Jesús y sus discípulos. Transcurrida parte de la fiesta, ocurrió que se había terminado el vino, lo cual comprometía seriamente a los novios poniéndolos en apuros. La Virgen se dio cuenta de la situación y le dijo a su Hijo: “No les queda vino”, ella conocía el poder de Jesús y sabía que podía solucionar aquel problema, sin embargo, el joven Jesús pensaba que aún no había llegado la hora de revelarse públicamente y en principio rehuye inmiscuirse en el asunto, pero María insiste y les dice a los mozos del servicio: “Hagan lo que El les diga”.(Jn 2, 5) Jesús ordenó entonces llenar unos grandes recipientes con agua y luego les dijo “Saquen ahora y llévenle al mayordomo” Y ellos se lo llevaron. Después de probar el agua convertida en vino, el mayordomo llamó al novio, pues no sabía de donde provenía, a pesar de que lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua. Y le dijo: “Todo el mundo sirve al principio el vino mejor, y cuando ya todos han bebido bastante, les dan el de menos calidad, pero tú has dejado el mejor vino para el final” (Jn 2, 5-10)

Hoy en día la Virgen nos hace a todos esa misma insinuación que hizo a los sirvientes en aquella boda: “Hagan lo que El les diga”, es decir que seamos obedientes al evangelio porque allí está todo lo que Jesús quiere decirnos, no solo para convertir nuestro espíritu, como aquella agua que pasó a ser vino, sino para hacernos los mejores, para que todos se asombren de nosotros y de nuestra calidad humana.

Invitemos, por medio de la oración, a Jesús y a María a nuestras vidas para que todo salga bien, confiemos plenamente en que su presencia no permitirá que nos falten las cosas esenciales, porque en la hora del apuro ella acudirá a Jesús y con su dulzura maternal lo convencerá para que nos ayude a salir adelante, a ser mejores, con una conciencia cierta de nuestros deberes para con Dios y para con los hombres.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

miércoles, 14 de enero de 2009

X-005 El misterio de aquel Niño.


Han pasado los días de la Navidad, en ella recordamos aquel acontecimiento maravilloso mediante el cual vino al mundo Jesús, Hijo del Altísimo, humildemente, en una pobre cueva para animales, casi silenciosamente, que tal vez de no haber sido por la presencia de los Reyes Magos, hubiera quedado reducida al ámbito de los pastores en aquel apartado lugar de la tierra. La llegada de aquel niño es misteriosa, como la fue la de Juan el Bautista, su primo, que es casi paralela a la suya, y de quien se decía que la gente se preguntaba “¿Qué va a ser de este niño? Porque comprendía que la mano del Señor estaba con él” (Lc 1, 65).

Para nosotros el misterio comienza a despejarse con las palabras de Simeón, aquel hombre piadoso que se encontró con los padres de Jesús a la entrada del templo cuando iban a presentarlo, cumpliendo con lo que mandaba la Ley. Simeón le llama: “luz que se revelará a las naciones y gloria de tu pueblo, Israel.” Y luego agrega: “Mira, este niño traerá a la gente de Israel caída o resurrección. Será una señal impugnada en cuanto se manifieste” (Lc 2, 32-34).

Y esto nos explica la razón de aquellos años silenciosos de la infancia y la adolescencia de Jesús, de los cuales apenas contamos con uno o dos incidentes antes de que comenzara la vida pública de nuestro Salvador. Esa vida que se revela para darnos luz y para darnos testimonio de la verdad. “El niño crecía y se desarrollaba lleno de sabiduría, y la gracia de Dios permanecía en él” (Lc 2, 40)

Cuando Jesús se revela, cuando inicia su vida pública, provoca contradicción, como había dicho Simeón, su luz ilumina a unos, pero ciega a otros y los desconcierta, unos se acercan a él y otros se apartan porque esa luz los condena.

Meditemos hoy sobre esto, vamos a conocer la Vida de Jesús, sólo conociéndole podremos despejar todo el misterio que estuvo oculto a los hombres por muchos siglos. Somos realmente una generación privilegiada, tenemos en nuestras manos la posibilidad de conocer la verdad y vivimos en sitios en los cuales no está prohibido acceder a ella públicamente, no desperdiciemos esta oportunidad, no desechemos este privilegio.

Pidamos a la Santísima Virgen, Madre de Jesús y Madre Nuestra que nos ayude a conocer a su Hijo, para seguirle y amarle, para servirle y adorarle y darlo a conocer a los demás, todos los días de nuestra vida.

Oración Comunitaria: Solicita María Luisa Delgado desde Chihuahua, México, por su hermano, cuya vida siempre está en peligro por razones de su trabajo, a fin de que el Señor le proteja, especialmente ahora que espera ver nacer a su hijo que está por llegar. Virgen Santísima, Madre de mi Señor Jesús, atiende nuestras súplicas y llévalas ante tu Hijo, para que sus gracias se derramen sobre esta familia, trayendo tranquilidad y felicidad a sus miembros. (Padre Nuestro, Ave María y Gloria).

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 12 de enero de 2009

X-004 Nuestro Crecimiento Espiritual.


Si supieras cuán importante es nuestro crecimiento espiritual. Ya sabes que somos carne y espíritu, cuando nacemos venimos de la carne, por lo tanto somos carne, cuando nos bautizamos nacemos a la vida espiritual. Le dice Jesús a Nicodemo: “Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del espíritu es espíritu”. (Jn 3, 6).

Es nuestra responsabilidad cuidar de ese espíritu, es como si fuese un recién nacido que está a nuestro cuidado. Probablemente cuando somos también nosotros niños, nuestros padres nos ayuden a hacerlo crecer, así como nos ayudan en todo lo demás, nos ayudan a vivir. Ellos nos enseñan nuestras primeras oraciones, nos preparan para la confirmación y luego para la Primera Comunión con la ayuda de los Catequistas, nos llevan a conocer a Jesús y lo recibimos por la primera vez, que belleza es ese encuentro con Dios, que momento tan inolvidable, “el que formó los cielos, el que hizo tierra y mar, envuelto en blancos velos, nos espera en el altar”, es como si nos dieran a probar el Cielo, aquí en la tierra.

Luego, con el tiempo, comenzamos poco a poco a depender de nosotros mismos, a cuidar de nuestro cuerpo y a descuidar nuestro espíritu. Nuestro cuerpo sigue creciendo, experimenta cambios físicos y fisiológicos, se mezcla con el mundo, con las cosas agradables y desagradables, con los peligros y con las cosas bellas de la creación. ¿Y nuestro Espíritu? ¿Acaso nos hemos acordado de él? ¿Qué pasó de aquel encuentro con Jesús? ¿No nos agradó la experiencia?

Crecer espiritualmente significa buscar a Jesús, conocerle y amarle. Tener una conciencia exacta de nuestros deberes. Que triste es pensar que habiendo avanzado tanto en nuestra niñez, cuando llegamos incluso a tener a Jesús tan cerca de nuestro corazón, nos hemos alejado de él. ¿Qué pasó? ¿Por qué tomamos el camino en dirección opuesta? Si esa no era nuestra intención.

Es que no nos dimos cuenta que hay alguien interesado en que sea así, alguien que se disfraza muy hábilmente y nos engaña para alejarnos, para perdernos. Abre los ojos, despierta, no lo permitas.

Contamos con una ayuda maravillosa, la Santísima Virgen María, ella sí de verdad quiere que crezcamos espiritualmente, ella quiere llevarnos hasta su Hijo de nuevo, ella conoce el camino y es nuestro modelo a seguir. Todos los días al levantarnos recemos el Angelus, una invocación a la Virgen María, un reconocimiento a la Anunciación, a su respuesta y a su realización como Hija de Dios Padre y como Madre de Dios Hijo, démosle gracias por su “Si” a Dios y pidámosle “Ruega por nosotros Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo”.

domingo, 11 de enero de 2009

X-003 Oremos por la Paz.


Vivimos en este mundo y nos preocupa todo lo que en él sucede a diario, vemos como la paz del mundo está cada vez más amenazada, con diferentes conflictos que conducen a la muerte y a la destrucción de pueblos y de hermanos. Todo producto del odio y la enemistad entre los hombres, la falta de amor, el deseo de venganza, actitudes todas condenadas por Dios: “Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal” (Mt 5, 22).

Cuando se odia, cuando se desea mal al prójimo se atenta contra la caridad, aún cuando sean nuestros enemigos, nuestros adversarios en modo de pensar, aún cuando no profesen nuestra misma religión, debemos amarlos y rogar por ellos, recordemos las palabras de Jesús: “Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, para que seáis hijos de vuestro Padre Celestial” (Mt 5, 44-45)

Para que la obra de Dios pueda ser engrandecida, para que los pueblos se desarrollen y las gentes puedan vivir mejor, se hace necesaria la paz entre los hermanos, esa paz que es reflejo de la paz de Cristo que se sacrificó por nosotros para reconciliarnos con Dios y darnos la paz.

Una de las bienaventuranzas de Jesús ofrece el reconocimiento como hijos de Dios a todos los que trabajen por la paz, vamos pues nosotros, desde nuestra modesta posición a poner nuestro granito de arena.¿Y qué podemos hacer, si no somos de los que tomamos decisiones en esos conflictos? Es fundamental la oración, poner toda nuestra fe en Dios, pedir la paz, rogar a Dios porque se solucionen las diferencias y los conflictos, para que se calmen los odios y la violencia, para que Dios ponga un corazón de carne en aquellos gobernantes que lo tienen endurecido por la sed de poder y de venganza, para que haya justicia en el mundo y no se atente contra la vida de inocentes.

El Papa Benedicto XVI ha condenado los recientes conflictos y nos ha pedido oración por la paz, vamos hoy a meditar sobre esto que aunque individualmente parezca poco, si todos nos unimos esa oración llegará al Cielo y será escuchada.

X-002 Compartamos este Secreto


A comienzos de año suelen surgir proyectos y propósitos en los que ponemos todo nuestro optimismo para lograr desarrollarlos con éxito en el transcurso de los próximos meses. Sin embargo, a pesar de todo el entusiasmo que ponemos en ello, la mayoría de las veces fracasamos y por una circunstancia u otra tenemos que abandonarlos. Quiero compartir con ustedes hoy un secreto, el secreto del éxito en todo lo que podamos emprender.
Para poder lograr ese éxito tan deseado, tenemos que “asociarnos”, buscar un socio que tenga las siguientes características: Que esté siempre a nuestro lado, en las buenas y en las malas; que no nos niegue nada de lo que le pidamos, a menos que sea algo que nos pueda perjudicar; que busque siempre la perfección en todo, de manera que no pueda haber fallas que perjudiquen nuestros propósitos; que no nos confunda ni nos deje confundirnos que es una de las causas por la que mayormente fracasamos.
La única persona que reúne estas características es Jesús de Nazaret, si lo asociamos a todo aquello que nos proponemos lograr, siempre que sea un buen propósito que va a producir beneficios para nuestra vida particular, familiar o de nuestra comunidad, seguramente lo tendremos de nuestro lado.
¿Y cómo asociar a Jesús a nuestros proyectos y propósitos? Es muy simple, siguiendo sus enseñanzas que están en la Biblia y en la Tradición de la Iglesia, orando, meditando sus palabras, con la penitencia y acercándonos a El en la Eucaristía. El solamente nos pedirá a cambio fidelidad. Y si todo esto nos parece difícil, podemos recurrir a la intercesión de la Virgen María, su Santísima Madre, ella está dispuesta a ayudarnos y lo hará con mucho amor porque ella quisiera que todos sus hijos se acercaran a Jesús y fueran sus amigos y sus “socios”.
Si ponemos toda nuestra confianza en Jesús no quedaremos defraudados, tenemos que pensar que sin El no somos nada, sólo somos polvo. En cambio El es toda ternura y compasión para con sus criaturas. Digamos como el salmista: “Si el Señor está conmigo, no temo, ¿Qué podrá hacerme el hombre?” (Sal 118, 6).
Meditemos sobre esta verdad que ya no es un secreto, a pesar de que hay muchos que “mirando no ven y escuchando no oyen”(Lc 8, 10) Son aquellos a quienes estas palabras les entran por un oído y le salen por el otro.
No seamos sordos ni ciegos ante la luz que vino al mundo para disiparnos las tinieblas, para iluminar nuestras pisadas a fin de que no tropecemos con ningún obstáculo y alcancemos nuestra meta.

X-001 Se arrodillaron y le adoraron.


Después de estas breves vacaciones de Navidad y Año Nuevo, volvemos con nuestros Temas para Meditar. Comenzamos el décimo año de estas meditaciones y damos gracias a Dios por la acogida que ustedes le han dado a esta labor de incentivar la reflexión sobre la palabra de Dios y sobre las verdades que nos enseña la Iglesia Católica.Ayer domingo celebró la Iglesia el Día de la Epifanía del Señor, lo que coloquialmente llamamos “El Día de Reyes” y que normalmente ocurre el seis de enero de cada año. Se recuerda en esa fecha aquella visita que nos cuenta San Mateo, de unos sabios astrónomos, muy ricos, que venidos desde Persia y otros lugares muy lejanos, guiados por una estrella, hicieron al recién nacido Rey de los Judíos. Se le llama Epifanía porque significa la manifestación de Dios a todos los pueblos del mundo y el significado profundo del hecho es señalar que el Señor no había venido solamente para el pueblo judío sino para todos los pueblos de la tierra, pero para que esto fuese posible habrían de pasar antes muchas cosas, como en realidad ocurrieron.Tras aquel largo viaje, seguramente penoso y agotador, pero lleno de esperanza y de fe, y después de aquel intercambio verbal con el peligroso Rey Herodes, los Reyes Magos siguieron la ruta que les señalaba la Estrella de Belén y encontraron el humilde pesebre donde estaban Jesús, María y José. “Al entrar a la casa vieron al niño con María su madre; se arrodillaron y le adoraron”. (Mt 2, 11)
Dios se valió de aquella estrella extraña y luminosa, para llamar a los Reyes de Oriente y ellos sintieron el llamado y se movilizaron. También a nosotros nos llama continuamente el Señor por medio de “estrellas” y de señales a las que muchas veces no hacemos caso. El hombre de hoy solo busca su comodidad, algunos por medio del poder, otros por medio del dinero y los más perversos por medio del robo y del engaño. Lamentablemente, aún cuando dicen creer en Dios, lo colocan en un segundo o tercer plano, o en un lugar aparte, Dios allá y Yo aquí, sólo ocurren a El cuando truena y las cosas se ponen feas.Que no sea así con nosotros, vamos a movilizarnos, con la misma esperanza y fe que pusieron los Reyes Magos en su odisea, que no nos importe el término de la distancia ni las dificultades y peligros del camino, el Señor nos está llamando y nos está iluminando la ruta a seguir, nosotros vayamos hasta donde sea necesario para arrodillarnos ante El, para conocerle, amarle y adorarle.
Digamos como San Antonio María Claret: “¡Oh Dios mío y Padre mío! Haced que os conozca y os haga conocer; que os ame y os haga amar; que os sirva y os haga servir: que os alabe y os haga alabar de todas las criaturas.”