viernes, 28 de noviembre de 2008

IX-116 No había posada para ellos.



La Virgen María y San José viajaron de Nazaret a Belén en una jornada que duró cinco días con sus cuatro noches, aparentemente solos, sin embargo el Altísimo había dispuesto que diez mil ángeles les acompañaran durante el viaje, porque ellos llevaban consigo su más bello tesoro, su Hijo amadísimo. Aquellos ángeles les servían y les protegían de los peligros del camino, invisibles para otras personas pero visibles para ellos, refulgentes, con un brillo tal que la noche parecía el día, alegrando su trayecto con cánticos e himnos de alabanza.

Sin embargo, el viaje mezclaba con los momentos agradables, también momentos de penalidades y molestias, por un lado la cantidad de personas que viajaban y por otro los desprecios de que eran objeto por ser pobres. En todos los sitios atendían muy bien a los que veían ricos y con lujosos vestidos en tanto que a ellos los despedían como a gente inútil con palabras ásperas y desagradables. La Virgen podía ver las almas de todos los que iban y venían, penetrando en sus pensamientos más ocultos, así que conocía el estado de cada una de ellas respecto a la gracia y el pecado, por lo que lloraba y clamaba a Dios por aquellas almas que iban a la perdición. Igualmente oraba por los enfermos que se cruzaban con ellos en el camino.

Llegados a Belén, como a las cuatro de la tarde, comenzó la penuria de buscar posada, en medio de un invierno con nieves y lluvias que les causaba mayor penalidad. La Virgen estaba fatigada por el viaje, mientras José tocaba a las puertas de posadas y mesones y casas de conocidos, pero en ninguna fueron admitidos. En esto llegaron a la casa donde estaba el registro para el Censo, así que aprovecharon de inscribirse y pagar el impuesto correspondiente, cumpliendo con el motivo de su viaje.

En total consultaron en más de cincuenta lugares con paciencia y mansedumbre, cuando ya eran como las nueve de la noche, José recordó que en las afueras de la ciudad había una cueva donde los pastores llevaban a descansar a sus animales y hacia allí se dirigieron y la encontraron vacía, se llenaron de consuelo y alabaron al Señor.

Son muchas las conclusiones que podemos sacar de esta meditación: La humildad y paciencia que debemos tener ante el desprecio de los demás, la aceptación de la voluntad del Padre, el amor a nuestros enemigos y a los enfermos y desahuciados, amor a la pobreza y búsqueda de la perfección. Que la Virgen Santísima ilumine tus caminos con aquellas luces resplandecientes que la acompañaron en su ruta a Belén, te lo deseo de todo corazón.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

lunes, 24 de noviembre de 2008

IX-115 Protagonistas y Espectadores.


Alguien dijo una vez que en el mundo existen tres clases de personas: los que hacen que las cosas sucedan, los que ven lo que está sucediendo y los que ni se enteran de lo que ha pasado. No quisiera ni pensar que alguno de ustedes pueda estar en el tercer grupo, pero lo que si es cierto es que a todos en su momento nos ha tocado estar en alguno de los dos primeros, siendo protagonistas unas veces y otras siendo espectadores.

En una boda por ejemplo, los protagonistas son los novios, ellos reciben las felicitaciones y los buenos augurios, los regalos, las atenciones y los elogios, por otro lado están los invitados que en este caso son los espectadores, ellos ven toda la ceremonia, y participan del festejo y de la alegría que embarga a los contrayentes, cada quien juega su parte y esto debería ser motivo de satisfacción para todos. Sin embargo, hay algunos, especialmente entre los espectadores que envidian la posición de los protagonistas y quisieran recibir los honores y las lisonjas en su propia persona, es el amor propio y a las cosas circundantes que aflora de manera perjudicial.

El Altísimo, en su plan divino, tiene reservados para cada quien momentos en los cuales les tocará ser protagonistas y momentos en los cuales debemos ser espectadores, no podemos permitir que nuestro amor propio nos haga codiciar los momentos de los demás, no debemos entristecernos ni fatigarnos ni lamentar las preferencias y las lisonjas que reciban nuestros prójimos, por el contrario, cada quien debe jugar su papel y abandonarse libremente en la voluntad del Señor, dejando a un lado la sed de honores, aplausos, premios y lisonjas, de esa manera seremos felices siempre, estando tanto de un lado como del otro.

Nos dice Kempis (Op cit III-cap 27): “Por eso la quietud y sosiego del alma consisten, no en la satisfacción exterior de uno o más deseos, sino más bien en despreciar y cortar de raíz esos mismos deseos del corazón”.

Tenemos pues que aprender a esperar el momento de cada quien y aprender a disfrutar todos esos momentos que son venidos de la mano de Dios y que a la vez que son pruebas, serán también motivo de felicidad en nuestra vida si los recibimos con sabiduría y las justipreciamos como regalos del amor infinito de Dios hacia sus criaturas.

Op.Cit. Tomás de Kempis, “Imitación de Cristo”.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares
.

IX-114 ¿Ya escogiste tu regalo?


En nuestras costumbres sociales, cuando nace un niño, las amistades de los padres compran regalos para ese niño y los llevan cuando van a visitarlo por primera vez. Los padres por su parte, retribuyen la atención regalando una tarjetita de recuerdo con algún dije o algunas almendras adosadas a la tarjeta. ¡Que costumbre tan bella!.

Me pregunto por qué no ocurre igual con el nacimiento del Niño Jesús. Quizás porque desde pequeños nos han enseñado que el Niño Jesús es quien trae los regalos de Navidad, nos han acostumbrado a recibir de él, pero no a darle. Sin embargo, si nos adentramos en la identidad de ese Niño que va a nacer en Belén, tenemos que llegar a la conclusión de que somos nosotros los que estamos en deuda con El, o con su Padre que es lo mismo, se trata del verdadero Dios, se trata de aquel a quien debemos la vida y todo lo que somos o hemos podido ser hasta el momento, de manera que lo más lógico parece ser que seamos nosotros los que le llevemos un presente ¿no les parece?.

Así hicieron los reyes magos que viajaron desde Oriente guiados por una estrella, después de entrevistarse con el Rey Herodes se pusieron en camino hasta que la estrella se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. “Al entrar a la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra” (Mt 2, 11).

Nosotros estamos en camino hacia Belén, si estás de acuerdo conmigo debemos preparar nuestro regalo para el Niño Dios, ¿Ya escogiste tu regalo? Tienes que pensarlo muy bien, no es fácil regalarle algo a quien todo lo tiene y todo lo puede, pero si es posible.
En esto de los regalos siempre se acepta alguna asesoría, como preguntarle a alguien por los gustos de la persona o por lo que le hace falta.

Sabemos que Dios nos quiere puros, que se alegra infinitamente cuando un pecador vuelve arrepentido: “Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse” (Lc 15, 7).
¿Qué te parece este regalo? Una buena confesión, un arrepentimiento sincero de todo lo que hemos hecho mal, dolor de corazón y el propósito de no pecar mas, luego de la absolución, cuando estemos seguros de que Dios nos ha perdonado, acercarnos a la Eucaristía y recibirle en cuerpo, alma y divinidad. Y cuando lo tengamos en nuestro pecho, nos postraremos ante él como hicieron los reyes magos para adorarle, solo entonces si podemos pedirle algo, que nos haga mejores, mejores personas y mejores cristianos, y que cambie nuestras vidas de una vez y para siempre.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

IX-113 Y tú Belén de Judá...




Los planes de Dios son inmutables, desde hace mucho tiempo ya el Señor había determinado que su Hijo naciera en Belén, así lo expresa el profeta Miqueas 700 años antes cuando dice: “Pero tú, Belén Efrata, aunque eres la más pequeña entre todos los pueblos de Judá, tú me darás a aquel que debe gobernar a Israel.”(Miq 5, 1).
Sin embargo, cuando las cosas van a suceder se nos presentan como casuales, así cuando a María ya se le estaban acercando los días del parto, sucedió que hubo un edicto del César Augusto para que se hiciera un censo de población en todo el imperio romano que prácticamente se extendía por todo el mundo conocido hasta entonces y para censarse cada quien debía hacerlo en el registro común de su propia ciudad que en el caso de José era Belén como todos los descendientes de David.

Cuando José se enteró de esto se puso muy triste y afligido porque sabía lo delicada que estaba la Virgen para emprender un viaje desde Nazaret hasta Belén y tampoco quería dejarla sola, precisamente cuando más requería de su compañía.

La Virgen por su parte sabía que el niño debía nacer en Belén porque así se lo había revelado Dios, pero guardaba silencio porque no había sido autorizada a revelar aquel secreto.

José entonces pidió a la Virgen que consultara al Altísimo si podía llevarla con él a Belén, ya que no quería apartarse de ella en aquellos momentos. La Virgen fue obediente y humilde ante la petición de su esposo y aunque conocía la voluntad de Dios, presentó al Señor aquella consulta. Dios le respondió: “Amiga y paloma mía, obedece a mi siervo José en lo que te ha propuesto y desea. Acompáñale en la jornada, yo estaré contigo y te asistiré con mi paternal amor y protección en los trabajos y tribulaciones que por mi padecerás y, aunque serán muy grandes, te sacará gloriosa de todas mi brazo poderoso”.(Op.cit 450)
José se llenó de júbilo y consuelo al conocer la respuesta del Señor y comenzó de inmediato a preparar el viaje.

Meditando estos pasajes debemos fijar nuestra atención en dos aspectos, por un lado la prudencia y por otro la obediencia que debemos tener en todas las cosas de Dios, imitando así el ejemplo de la Santísima Virgen. Si nos entregamos a la voluntad de Dios, El estará con nosotros en todas nuestras tribulaciones y si somos fieles y obedientes derramará sobre nosotros la abundancia de sus dones.

(Op.cit) María de Jesús de Agreda:“Mística Ciudad de Dios, Vida de la Virgen María”

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 17 de noviembre de 2008

IX-112 El Pan de Vida.


Para nuestro crecimiento espiritual debemos analizar y meditar las Sagradas Escrituras, leer la Santa Biblia, los escritos de los santos padres de la Iglesia y la vida de los santos, pues mientras dediquemos todo nuestro tiempo a las lecturas mundanas, literatura, historia, idiomas y ciencias, estamos comiendo polvo como le dijo Nuestro Señor a Santa Gertrudis en una aparición: “Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y solo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí si encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz.”

Recordemos que el maná fue el pan que Dios hizo caer del cielo, para que los israelitas se alimentaran en el desierto durante aquella larga travesía, después de su liberación de la esclavitud en Egipto. Sin embargo, Jesucristo cuando nos habla de la Eucaristía se compara a si mismo con aquel maná y nos dice: “Yo soy el pan de vida. Sus antepasados comieron el maná en el desierto, pero murieron: aquí tienen el pan que baja del cielo para que lo coman y ya no mueran. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre.


El pan que yo daré es mi carne y lo daré para la vida del mundo.” (Jn 6, 48-51).

Para el momento en que Jesús hace estos anuncios no había instituido todavía la Eucaristía, lo que vino a hacer durante la última cena con sus apóstoles, por lo que estos anuncios parecían extraños y los judíos discutían entre si preguntándose ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Incluso los mismos apóstoles vinieron a entender las palabras de Jesús durante la última cena con el Maestro.

En el Antiguo Testamento leemos que entre los diversos sacrificios que se hacían en el Templo estaban los de comunión, en los cuales después de haber sido sacrificada la víctima, los fieles comían parte de su carne en un banquete, esta comida los unía a Dios. De allí que Jesús sabiéndose victima del supremo sacrificio de la cruz, quiso dejarnos esta institución, que tiene su antecedente en aquella, para que pudiésemos comer su carne y beber su sangre y por tanto estar unidos a El, perfeccionando así el sacrificio.

Vamos en búsqueda del Pan de Vida, es el maná que baja del cielo para alimentarnos y para darnos vida eterna, no desperdiciemos la oportunidad que tengamos de comulgar con frecuencia, desde luego con la debida preparación, de alimentarnos de ese pan divino que nos une íntimamente con el Señor y conservémosle en nuestro corazón el mayor tiempo posible, alejándonos del pecado, para demostrarle nuestro amor, tengamos ansia de esa unión con Jesús, tengamos hambre de la Eucaristía.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 14 de noviembre de 2008

IX-111 Estar al Margen.


Continuamos nuestro camino hacia Belén, a lo lejos vemos una estrella resplandeciente que parece indicarnos la meta de nuestro viaje, debe ser la misma que orientó a los Reyes Magos que viajaron con sus regalos, desde Persia y de lugares muy distantes, para conocer y adorar al recién nacido nuevo rey de los judíos.

A lo largo de nuestra ruta vemos caras que están observándonos, están como al margen del camino pero no se atreven a incorporarse a nuestra caravana, tienen como miedo de comprometerse. Me recuerdan a aquellas personas que llegan hasta las puertas de la Iglesia y se quedan allí sin entrar, escuchando desde lejos las palabras del sembrador y desde luego muy distantes como para que las semillas caigan en sus mentes y en sus corazones. También nos recuerdan aquellas que si las vemos de vez en cuando en las misas, uno que otro domingo, que van como turistas, cuando tienen tiempo de sobra, miran por aquí y por allá, asumen una posición de indiferencia ante lo que hacen las otras personas y no se integran a la comunidad de los cristianos, estos observadores a pesar de estar adentro también están al margen.

“No tengáis miedo” era la consigna que predicaba en sus viajes el recordado Papa Juan Pablo II, animando a estos que no se atreven a entrar. ¿Cuál es la razón de esta actitud? ¿Qué les impide comprometerse?.

Hay afectos externos que los mantienen atados, como dice Kempis: “El que no está desprendido de toda criatura no podrá libremente atender a las cosas de Dios” Y cuando se habla de criatura no se refiere exclusivamente a las personas sino a todo lo creado por Dios, las cosas materiales y perecederas que constituyen el mayor obstáculo para nuestra vida espiritual.

Decía Jesús: “Donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21) Por eso no se atreven a entrar, porque su tesoro está afuera de la vida espiritual y temen perderlo, no se dan cuenta que no son ellos los que poseen el tesoro sino que es el tesoro el que los posee a ellos.
Pidámosle a la Santísima Virgen que nos ayude a todos a comprometernos, que nos ayude a entrar, para acercarnos a su hijo amado, para conocerle, amarle y adorarle, y para que su semilla germine fructíferamente en nuestros corazones y lo demos a conocer a los demás.


Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.



miércoles, 12 de noviembre de 2008

IX-110 Un hombre perfecto.‏


En nuestra meditación anterior hablábamos de la Procesión del Santísimo como un recordatorio de las multitudes que seguían a Jesús en su caminar y en su predicación. ¿Qué era lo que atraía a las gentes para seguir a Jesús? ¿Cómo era Jesús? ¿Era acaso como un líder político, de esos que conocemos hoy que es capaz de reunir a grandes grupos de personas para que le escuchen?¿O como esos cantantes que reúnen multitudes frenéticas que gritan de entusiasmo? Existe una profunda diferencia, estas personas nos causan una impresión momentánea pero no cambian nuestras vidas.

Alguien podría decir que por ser Dios atraía a las personas para que le escuchasen, pero recordemos que Jesús además de ser Dios, el Hijo del Padre, la segunda persona de la Santísima Trinidad, también era verdaderamente un hombre, había sido engendrado en el vientre de una mujer, era “Hijo del Hombre”, por tanto era en todo igual a nosotros, menos en el pecado, era un hombre perfecto.

En el evangelio de San Marcos leemos que “Mucha gente acudía a Jesús y lo escuchaba con agrado” (Mc 12, 35). Es decir que tenemos por una parte la atracción personal y por la otra el escuchar su palabra. La gente acudía a Jesús por alguna referencia o por casualidad o por cumplir algún encargo y luego quedaban fascinados al escucharlo hablar. Como aquellos guardias del templo que fueron enviados una vez para prenderlo y quedaron cautivados ellos mismos por las palabras de Jesús y regresaron diciendo que aquel hombre hablaba como jamás nadie habló. Escucharle cambiaba la vida de las personas.

¿Qué era lo que hacía perfecto a aquel hombre? Cualidades que por si solas son capaces de adornar a una persona se reunían en un solo hombre, era a la vez grande y humilde, hablaba con madurez y sabiduría, era bondadoso en extremo, hablaba con autoridad y se hacía respetar y los que le conocían de cerca sabían de su vida interior y de su oración constante.

Es por ello que Cristo debe ser nuestro modelo en la búsqueda de la perfección humana, seguir a Jesús verdadero Dios y verdadero hombre significa acudir a él por nuestra propia voluntad, luego escucharle en la lectura del evangelio, y poner en práctica sus enseñanzas, Jesús es la puerta del cielo que se nos abre para que entremos por él a la gloria eterna.

Cuando entras en oración estas en presencia de El, es como si estuvieras sentado en la grama dispuesto a escucharle, pon toda tu conciencia en lo que estás haciendo y vive con intensidad esos momentos. Pidámosle a María, su Santísima Madre que nos enseñe a seguir a Jesús su hijo amado y a escuchar sus palabras y asimilarlas en nuestro corazón.

lunes, 10 de noviembre de 2008

IX-109 La Procesión del Santísimo.


Ayer tuvimos la grata oportunidad de participar en una preciosa Procesión del Santísimo Sacramento que se realizó como parte de los actos de clausura de las 40 horas de adoración que se llevaron a cabo los tres días previos en la Catedral Metropolitana de Caracas. Estos actos comenzaron con una misa solemne, oficiada por el reverendo párroco de la Catedral, la cual contó con la presencia de la Coral Betania, prosiguió luego con la procesión del Santísimo acompañado de numeroso grupo de fieles que entonando cantos populares en honor al Señor recorrió las calles adyacentes a la Plaza Bolívar de Caracas, pasando por las esquinas de Torre, Principal, Monjas y Gradillas para regresar nuevamente a La Torre donde está ubicada la Catedral, allí se hizo un acto final de adoración en la capilla donde se realizaron las 40 horas y finalmente la bendición con el Santísimo en el Altar Mayor. Posteriormente la Coral Betania obsequió a los presentes con un breve concierto navideño.

Las procesiones son actos en los cuales los fieles van ordenadamente de un lugar a otro, como asamblea litúrgica en marcha, algunas veces dentro de la Iglesia y otras por las calles, para honrar al Santísimo Sacramento, a la Virgen o a los santos. El grupo de personas va encabezado por los ciriales y la cruz alta, es decir unos cirios portátiles encendidos y una cruz metálica o de madera que tiene grabada la imagen de Jesús crucificado, luego van los portadores de los pendones que simbolizan los grupos o cofradías participantes, después va el sacerdote portando la custodia con el Santísimo, protegido por un toldo que llevan algunos fieles y finalmente la multitud de los fieles participantes.

La procesión es un símbolo del seguimiento a Cristo, es una manera de recordar aquellos momentos en que Jesús recorría las calles y los caminos de Israel, seguido de sus apóstoles y de un gentío que quería escuchar su palabra y a la vez ser testigos de las maravillas que a cada momento realizaba el Señor.

Hoy en día las procesiones por la calles se han visto limitadas por el tránsito intenso de vehículos y de personas, por el comercio informal y por la agitación de la vida ciudadana y hay además muchas personas que consideran a las procesiones como algo anticuado y se abstienen de participar. Sin embargo, mientras mayores sean las dificultades los cristianos deberían crecerse para demostrar con gestos y signos visibles su deseo de seguir a Cristo, su disposición valiente de mostrar públicamente su fe y su amor por aquel que es Luz de todos los caminos, por aquel que es todo misericordia, justicia y paz. Participemos pues en las procesiones y demostremos ante los ojos de todos, sin avergonzarnos que somos seguidores de Cristo y de sus pisadas.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 7 de noviembre de 2008

IX-108 Pasado, Presente y Futuro


El hombre quiere olvidar su pasado, vivir el presente y le inquieta el futuro, por eso presta oídos muchas veces a los adivinadores que se atreven a predecir las cosas que ocurrirán en los próximos días o años. La historia nos da cuenta de personas que se adelantaron a su tiempo y predijeron hechos que en realidad sucedieron posteriormente, son misterios que solo pueden explicarse si los atribuimos a la sabiduría de Dios, quien es realmente el dueño y Señor del tiempo y del espacio. Esto no quiere decir que exista un “destino” por medio del cual cada quien esté de antemano condenado a pasar por determinados momentos en su vida y no pueda ser capaz de modificarlos, por el contrario, Dios nos ha dado la capacidad para discernir y decidir en cada encrucijada que se nos presente y de esas decisiones, buenas o malas, es que va a depender nuestro futuro.

Dios quiere que actuemos de determinada manera, pero nos da libertad para decidir en cada momento de nuestra vida, es lo que se llama el libre albedrío, por eso cada quien es responsable de si mismo, su presente es consecuencia de las decisiones que tomó en el pasado y su futuro será a su vez la consecuencia de las decisiones que tome en el presente.

Sin embargo, Dios está siempre pendiente de nosotros y nos envía mensajes constantemente, en el pasado leemos en la Biblia que lo hacía por intermedio de los profetas. Por cierto, hoy celebra la iglesia el día de los doce santos profetas menores del Antiguo Testamento. En efecto, los profetas de la Biblia se clasifican en Mayores y Menores, se considera a cuatro mayores que son Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel y a doce menores que son: Ageo, Amós, Abdías, Habacuc, Jonás, Joel, Malaquías, Miqueas, Nahum, Oseas, Sofonías y Zacarías.

Sería muy largo en estas cortas líneas hablar de cada uno de ellos, pero vamos a referirnos a Miqueas que tiene mucho que ver con ese camino que hemos emprendido imaginariamente a Belén. Miqueas vivió 700 años antes de Cristo, fue contemporáneo de Isaías, aún cuando ninguno de ellos menciona al otro en sus escritos, criticó duramente a los jefes y los ricos que oprimían al pueblo de Israel, denunciándolos como responsables de la miseria del pueblo y profetizó que de Belén saldría “aquel que debe gobernar a Israel: su origen se pierde en el pasado, en épocas antiguas. Por eso, si Yavé los abandona es solo por un tiempo, hasta que aquella que debe dar a luz tenga su hijo…él se mantendrá a pie firme y guiará su rebaño con la autoridad de Yavé, para gloria del Nombre de su Dios; vivirán seguros, pues su poder llegará hasta los confines de la tierra. El mismo será su paz.” (Miq 5, 1-4).Como decimos en criollo, más claro no canta un gallo.

Construyamos nuestro futuro con las decisiones acertadas del presente, cumpliendo con todos los preceptos del Señor y siguiendo los pasos de su Hijo Jesucristo, para ello invoquemos constantemente la ayuda de la Santísima Virgen, aquella que debía dar a luz en Belén y que es también nuestra madre amorosa que nos cuida desde el cielo.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.


miércoles, 5 de noviembre de 2008

IX-107 Saturados de Inutilidades.


En los próximos días comienzan los empleados a recibir sus “utilidades”, es decir ese pago anual que se les hace por ley y que corresponde a una parte de las ganancias obtenidas por la empresa durante el año, o en el caso de los servidores públicos los “aguinaldos”. Este dinero se usa generalmente para costear los gastos de celebración de la navidad y el año nuevo, para la compra de adornos y regalos o la preparación de comidas y bebidas, cada quien de acuerdo con sus posibilidades, así como hay a quienes les alcanza hasta para ahorrar, hay otros que han gastado de más durante el año y solo les alcanza para pagar sus deudas.

La intención de esta meditación no es decirles como deben utilizar sus utilidades o aguinaldos, pero si recordarles al prójimo, que no pensemos únicamente en nosotros mismos. Nos dice la Biblia en el libro de Sirácides: “Hijo mío, haz buen uso de todo lo que tengas, y preséntale al Señor ofrendas generosas. Acuérdate que la muerte no tardará, y que tu hora no te ha sido aún revelada. Antes de morir haz el bien a tu amigo, se generoso según tus medios. Disfruta de la vida y no desdeñes un gusto legítimo si se te presenta en el camino.” ( Sir 14, 11-14). Es decir que no debemos abstenernos de disfrutar de algún gusto legítimo, pero siempre buscando dar y compartir con la familia y con el prójimo, que lo que hagamos en este sentido es una ofrenda generosa al Señor.

En este mundo consumista, rodeados de propagandas de todo tipo, por carteles, medios impresos, radio y televisión, tenemos la tentación de comprar cosas inútiles que no nos sirven sino para satisfacer la vanidad y el capricho, miremos a nuestro alrededor en la casa y veremos cuantas cosas tenemos que no usamos nunca, estamos Saturados de Inutilidades. ¿Cuántas de esas cosas son inútiles para nosotros pero podrían ser útiles en manos de otra persona?¿Qué hacemos con guardarlas, para qué?.


Recordemos también las palabras de Jesús: “Eviten con gran cuidado toda clase de codicia, porque aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida” (Lc. 12, 15). ..”Esto vale para toda persona que amontona para si misma en vez de acumular para Dios” (Lc 12, 21).
Es la hora de compartir, de dar, de ser generosos, eso no implica que nos privemos de nuestros propios gustos, pero con moderación, teniendo siempre presente la solidaridad humana, el amor al prójimo y muy especialmente al necesitado, con nuestras buenas obras acumularemos un tesoro en el cielo, donde no lo corroe el tiempo ni la polilla. Demos con amor, con cariño, por la Gloria de Dios.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.



lunes, 3 de noviembre de 2008

IX-106 Celestial Prudencia

Entramos en el mes de Noviembre, un mes que nos trae fechas muy importantes como la celebración de la Virgen de la Medalla Milagrosa o simplemente “La Milagrosa” como se le designa popularmente y también la de su vidente Santa Catalina Labouré, la santa del silencio, San Martín de Porres que se celebra hoy, Santa Margarita de Escocia, la Presentación de la Santísima Virgen, Santa Cecilia, San Andrés y por si fuera poco hemos celebrado anteayer y ayer las fechas de Todos los Santos y de Todos los Difuntos.
En nuestro camino a Belén nos faltan apenas 51 días para que lleguemos a tiempo para la Natividad de Jesús, preparémonos, meditemos en todas estas cosas, leamos la vida de los santos y oremos continuamente para que el Señor guíe nuestros pasos por los senderos de la justicia y de la paz.

María actúa con Celestial Prudencia, su preñez está ya bastante avanzada, ella sabe que en su vientre palpita la vida de nuestro Dios y Señor, por ello se esmera en preparar a tiempo todo lo necesario para su recibimiento. Ella ha hilado paños de lino que servirán ahora para recortar los pañales y fajitas necesarias y pide a San José que busque una tela de lana que sea suave para hacer las mantillas, sabe que este Rey que va a nacer quiere humillarse y ser tratado como hijo de los hombres y así lo manifestará él mismo más adelante cuando se autodenomine “El Hijo del Hombre”, pues así lo quería su verdadero Padre, el Creador de Cielos y Tierra.

Con especial cuidado prepara la Virgen Santísima las camisillas y sabanillas que debería usar Nuestro Señor, haciéndolo todo con sus propias manos, con reverencia, a veces humedeciéndolas con sus propias lágrimas y perfumándolas con flores y yerbas que le traía San José para preparar agua olorosa y rociarlas y guardarlas cuidadosamente en una cajita que llevaría consigo a Belén.

Todo esto nos debe hacer pensar en lo cuidadosos que debemos ser con todas las cosas que preparamos para adorar a Dios y para honrar a la Virgen y a los Santos, cuando hacemos, por ejemplo, el pesebre que nos va a recordar en la casa o en el trabajo, el nacimiento del Niño Dios o cuando preparamos un altarcito para nuestras imágenes que debemos hacerlo con el mayor amor, procurando utilizar las cosas que sean más bonitas y más sencillas, no es necesario que sean costosas, pero si que sean escogidas con gusto y con el deseo de agradar al Señor, haciendo uso de esa Celestial Prudencia que adornó a la Santísima Virgen durante aquella espera amorosa.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.