jueves, 22 de noviembre de 2012

XIII-109 La Coherencia en nuestra vida



LA COHERENCIA EN NUESTRA VIDA.

Antes de entrar en materia, les participo que haremos un paréntesis en nuestras meditaciones a partir de hoy hasta los primeros días de Diciembre, motivado a que estaremos de viaje por el interior del país. Hoy celebramos el aniversario No.84 del nacimiento de la Sierva de Dios, María Esperanza, con motivo de lo cual la Fundación Betania invita para una Misa a las 6 y 30 pm. en la Iglesia Nuestra Señora del Carmen de Lomas de La Lagunita. Por su parte la Coral Betania ha dado a conocer su calendario de conciertos para esta navidad del 2012, el cual hemos comunicado a ustedes en la noche de ayer, contamos con su asistencia a los diferentes eventos. Y para finalizar esta introducción participamos el fallecimiento del Sr. Elio Guevara, padre de nuestra querida nuera Katiuska Guevara de Carías, hecho ocurrido el pasado sábado 17, celebrándose actualmente su novenario en la Iglesia de Santa Mónica, todos los días con Rosario a las 5 y 30 pm y Misa a las 6pm. Elevemos una oración para que el Señor tenga misericordia con él y le abra las puertas del Cielo.

Meditemos ahora sobre la Coherencia en nuestra vida. El término coherencia se refiere en primer término a la correspondencia que debe haber en los libros o textos bien formados, por la cual las ideas secundarias deben llevar a la idea principal, para encontrar el significado global del texto. Como una derivación de este significado original encontramos que en los seres humanos se opera esta coherencia entre el lenguaje, las emociones y el cuerpo, cuando estos tres dominios están íntimamente relacionados. Por una parte, el lenguaje es todo aquello que decimos, nuestros juicios, opiniones y declaraciones, en tanto que las emociones se refiere a todo lo que mueve nuestras acciones, a nuestro comportamiento y el cuerpo viene a ser el espacio físico en el que se manifiestan el lenguaje y las emociones.

Vamos a llevar toda esta teoría al plano práctico y a los ejemplos, una persona va a misa, reza, escucha la homilía y le dice a Dios que va a amar a sus hermanos en Cristo y a perdonarles sus faltas, pero al salir a la calle toma su carro y al primero que se le cruza por delante lo insulta y le dice de todo lo que se le ocurre, en esa persona no hay coherencia entre su lenguaje, sus oraciones, sus propósitos, su cuerpo y sus emociones, está actuando de modo contrario a lo que dice, no es coherente. Hay otra que dice yo soy amante de la paz y al primero que lo tropieza en la acera le busca pelea y lo reta, no es coherente, debemos ser coherentes en nuestras vidas, nuestro comportamiento, nuestras acciones y nuestro cuerpo deben ir de acuerdo a nuestro lenguaje y manifestar con hechos lo que manifestamos con nuestras palabras. Hay personas que publican frases muy bellas, citas de muy buenos filósofos, alabando el bien y repudiando el mal, y las repiten como si estuvieran plenamente de acuerdo con su contenido, pero a la hora de la verdad, a la hora de la prueba en su propio cuerpo fallan y se van por otro lado, en lugar de perdonar las ofensas se separan de sus amistades o de su familia, guardan rencores y resentimientos y de esa manera amargan su vida innecesariamente.

Gabriel Marcel, Filósofo católico, dramaturgo y crítico francés dijo: “Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive” En otras palabras que si no actuamos de acuerdo a lo que decimos y pensamos, vamos a terminar pensando todo lo contrario, cambiando lo bueno por lo malo, para evitar eso está la voluntad del ser humano, tenemos que ser fuertes y mantener nuestra coherencia sin dejarnos llevar por las circunstancias, ni por la ira ni por los resquemores, meditemos antes de actuar. Hagamos de Jesús el centro de nuestra vida y ayudemos al Señor a construir su Reino de Paz y Amor.

Gustavo Carías.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, feliz fin de semana que la pases bien y nos volvemos a ver en Diciembre, si Dios quiere.

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lunes, 19 de noviembre de 2012

XIII-108 Creo en Dios Padre



CREO EN DIOS PADRE.

Como todos los lunes vamos a continuar nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, como lo aconseja el Santo Padre en este Año de la Fe, para lo cual hemos leído previamente los párrafos que van del 185 al 231, es decir el comienzo de lo que el Catecismo titula “Capitulo Primero, Creo en Dios Padre, Los símbolos de la Fe.”

Los símbolos de la Fe, también llamados “profesiones de fe” o “Credos” son fórmulas articuladas con las que la Iglesia, desde sus orígenes, ha expresado sintéticamnte la propia fe y la ha transmitido con un lenguaje común y normativo a todos los fieles. Desde los principios del cristianismo, los seguidores de Jesús comenzaron a usar “símbolos” para identificarse entre ellos mismos ya que como sabemos tenían que vivir perseguidos por los romanos y por los de su propia raza, los judíos, que querían extinguir esta nueva religión que había surgido y a la cual se le achacaban todos los males del imperio y de la sociedad, los que eran descubiertos eran encarcelados, maltratados para hacerles cambiar su modo de pensar y hasta condenados a muerte, lo que dio origen a los primeros mártires del cristianismo.

Los símbolos de la fe más antiguos son los bautismales. Puesto que el bautismo se administra “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19) tal como lo mandó el propio Jesús haciendo referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad. Luego tenemos los dos Credos que son el de los Apóstoles y el Niceo-Constantinopolitano, o como muchos popularmente los llaman el Credo Corto y el Credo Largo que surgieron en los primeros Concilios Ecuménicos de la Iglesia y se siguen usando hoy en día.

El Credo comienza por las palabras “Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra” ¿Por qué? Porque es la verdad más importante de nuestra creencia y fuente de todas las demás verdades. Recordemos que en la época en que surge el cristianismo, tanto  los griegos como los romanos creían en muchos dioses, el Dios de la guerra, el Dios del Amor, etc., etc. Les hicieron estatuas representativas y entre ellas hicieron una para el Dios Desconocido, lo que le sirvió de base a Pablo en su predicación ante los griegos para decirles que precisamente él venía a hablarles de ese Dios que ellos desconocían y que era el Dios verdadero. Ese Dios es el mismo que los Judíos adoraban desde el Antiguo Testamento, el Dios de Abraham, el Dios de Jacob, el Dios de Moisés, pero que no se había revelado a otros pueblos sino hasta la venida de Nuestro Salvador. Jesús mismo lo ha confirmado: Dios “es el único Señor” (Mc 12, 29)

Para la próxima semana vamos a repasar los párrafos que van del 236 al 267 y los comentaremos el próximo lunes. Glorifiquen a Dios con sus vidas.


Que la paz de Cristo reine en tu corazón, y que tengas una feliz semana.

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miércoles, 14 de noviembre de 2012

XIII-107 Jesús, Buena Noticia de Dios


JESÚS, BUENA NOTICIA DE DIOS.

Se acerca la Navidad, fecha en que celebramos el Nacimiento de Jesús, ya se comienzan a escuchar los cantos navideños, los aguinaldos tradicionales, las criollísimas gaitas zulianas, el sábado tendremos el concierto navideño de la Coral Betania, el cual se llevará a efecto en el Anfiteatro de El Hatillo, población cercana a Caracas, a las 6pm, como un obsequio de este ya famoso grupo Coral, para todos los vecinos de Caracas y sus alrededores, se siente un particular ambiente festivo en las calles, en los centros comerciales y en los hogares.

La venida de Jesús como pequeño niño envuelto en pañales, nos hace de nuevo meditar en el significado que tiene para nuestras vidas y para toda la humanidad desde que ocurrió este hecho, hace mas de dos mil años, en una humilde población del Medio Oriente.

Dios lo había pensado desde muchos siglos antes, lo sabemos por las palabras de los profetas, estaba cubriendo todos los detalles, las cosas de Dios son perfectas y en esta ocasión se trataba nada mas y nada menos que de enviar a su Hijo a la tierra, que se despojara de toda su realeza y majestad y se abajara a la condición de un simple ser humano, ¿para qué? Ya el solo hecho de introducirse en un cuerpecito débil de un niño constituía un riesgo y una humillación sin precedentes, ¿qué buscaba Dios con todo esto? Pensemos, meditemos, Dios quería decirle algo a la humanidad.

Recordemos que la palabra Evangelio significa Buena Noticia, Jesús vino a traernos el Evangelio de Dios, es decir la Buena Noticia de Dios. Ya Dios estaba cansado de consentir a aquel pueblo ingrato que había escogido, el pueblo de Israel y decidió formar un nuevo pueblo, un pueblo que no estuviera basado en la raza o en la ubicación geográfica, que pudiera estar en todas las partes del mundo, ese pueblo se distinguiría de los demás por el bautismo, es decir un nacimiento en el espíritu, un nacimiento que podrían adquirir tanto los hombres viejos como los jóvenes y los recién nacidos, sin tener que volver al vientre de su madre.

Y fue así que decidió enviar a Jesús, para hacerlo todo de nuevo, para traernos la buena noticia de la decisión de Dios, la noticia de la salvación, y fue así como ungió al Mesías, a su propio Hijo, y lo envió a la tierra para hacer esta nueva alianza con los hombres, perdonarles sus pecados y darles como ley fundamental el amaos los unos a los otros, para que con su palabra abriera nuevos caminos de luz y de esperanza para toda  la humanidad. En Diciembre celebramos la llegada de esa Buena Noticia de Dios.

Esta buena noticia de Dios se fue propagando lentamente por el mundo conocido a costa muchas veces de sacrificios y de martirios y hace 500 años llegó al Nuevo Continente donde fue propagada por los misioneros, sin embargo todavía hay muchos entre nosotros que no la conocen, es nuestro deber divulgarla, porque Dios quiere que lo ayudemos a salvar el mundo y algunos quizás no reciban el evangelio sino a través de nosotros, de nuestro ejemplo y de nuestra caridad.

Que la paz de Cristo llene tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

lunes, 12 de noviembre de 2012

XIII-106 La Respuesta del Hombre a Dios




LA RESPUESTA DEL HOMBRE A DIOS.

Continuando con nuestro repaso del Catecismo, como una manera de participar activamente en las recomendaciones el Papa sobre el Año de la Fe, recuerdo que les recomendé el pasado lunes la lectura de los párrafos del 142 al 184 para comentarlos hoy en nuestra meditación, esa porción del Catecismo está enmarcada en el Capítulo Tercero bajo el título de “La Respuesta del Hombre a Dios”.

Como habíamos visto anteriormente, dado que al hombre se le dificultaba mucho encontrar a Dios, el mismo Dios decide revelarse al hombre, al principio por medio de la palabra, luego por intermedio de los Patriarcas y de los Profetas y finalmente con el envío de su Hijo Unico, Jesús, completando así su revelación. En este capítulo del Catecismo se describe la manera como el hombre responde a esa revelación.

Dios por su gran amor invita al hombre a una comunión consigo y la respuesta adecuada de éste a esa invitación es la fe. La fe significa el sometimiento completo de su inteligencia y su voluntad a Dios, este sometimiento lo llama la Sagrada Escritura “obediencia de la fe”.
El primer modelo que nos presenta la Sagrada Escritura de este sometimiento libre a la palabra escuchada es Abraham, “el padre de los creyentes”, que como sabemos fue capaz de llevar a su hijo a un sacrificio que Dios le había ordenado y que lo detuvo en el último instante al comprobar la obediencia del gran patriarca. El Antiguo Testamento es rico en testimonios de esta fe y luego en el Nuevo Testamento se nos presenta a María como la manera más perfecta de obediencia de la fe, cuando da su asentimiento al anuncio del ángel para la maternidad de Jesús y luego durante toda su vida hasta el momento crucial de su sacrificio en la Cruz, en ningún momento su fe vaciló ni dejó de creer en el cumplimiento de la palabra de Dios.

Debemos distinguir entre la fe puesta en Dios y la fe puesta en una persona humana, ya que las Escrituras nos enseñan que en Dios debemos creer en forma absoluta y total, en tanto que poner nuestra fe en una persona humana es una actitud errada y vana.
La fe es un don gratuito de Dios que lo da a todo aquel que lo pide con humildad y es la virtud esencial para salvación del hombre. La fe supera la razón humana, pero no hay contradicción entre la fe y la ciencia ya que ambas provienen de Dios y San Agustín decía “Cree para comprender y comprende para creer”.

La fe debemos alimentarla con la escucha de la Palabra de Dios y con la oración, para que crezca y de frutos, actuando por medio de la caridad y dándonos la esperanza en las promesas del Señor.

Para la próxima semana vamos a repasar los párrafos del 185 al 231 y los comentaremos el próximo lunes. Glorifiquen a Dios con sus vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

jueves, 8 de noviembre de 2012

XIII-105 El que da la vida por sus amigos.



EL QUE DA LA VIDA POR SUS AMIGOS.

Dice Jesús: “Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. No así el asalariado, que no es el pastor ni las ovejas son suyas. Cuando ve venir el lobo, huye abandonando las ovejas, y el lobo las agarra y las dispersa. A él sólo le interesa su salario y no le importan nada las ovejas.” (Jn 10, 11-13) Más adelante en el mismo evangelio de Juan encontramos lo siguiente: “Este es mi mandamiento que se amen unos a otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos, y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando. Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre. Ustedes no me eligieron a mi; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi nombre. Amense los unos a los otros; esto es lo que les mando.” (Jn 15, 12-17)
Efectivamente sabemos que Jesús dio realmente la vida por sus amigos que no fueron solamente los apóstoles sino también todos nosotros, fíjense que él define lo que quiere decir con la palabra amigos, son todos aquellos a quienes se nos han dado a conocer la revelación de la verdad,  los mandamientos del Padre; aquellos a los cuales El ha llamado por medio del bautismo y nos ha preparado con la Catequesis que recibimos antes de hacer la Primera Comunión, es decir todos nosotros los Católicos, los que formamos su Iglesia somos sus amigos.

Sin embargo, lo que es literalmente exacto en el caso de Jesús no podría serlo para nosotros pues es lógico que si todos diéramos la vida se acabaría la humanidad muriendo los unos por los otros, lo que Jesús quiere es que nos amemos los unos a los otros y amar significa cuidar al otro, agradarle, ayudarle, solidarizarse, compartir con él, perdonarle, desvivirnos por atenderles y servirles. Creo que la palabra moderna en castellano que mas se acerca al concepto es “devivirse” que significa: “mostrar incesante y vivo interés o solicitud por una persona o cosa” ejemplo: “cuando íbamos a casa se devivía porque no nos faltara nada”.
La Sierva de Dios Maria Esperanza decía que debíamos preocuparnos en primer lugar por los demás y en segundo término por nosotros mismos, ya que Dios conoce lo que nos hace falta y si confiamos en El sabemos que El se ocupará de solucionarnos nuestros problemas, mientras nosotros nos ocupamos de ayudar a los hermanos a las otras ovejas del rebaño a solucionar los suyos.

Practiquemos pues el amor más grande que es el de dar la vida por nuestros amigos, nuestros prójimos, nuestros semejantes, pero estemos claros que no se trata de poner el cuello en la guillotina por ellos, sino el desvivirnos porque se sientan bien y atenderlos en todo aquello que esté a nuestro alcance, preocuparnos de sus problemas tal como si fueran nuestros y ayudarlos a su solución, eso es amar y dar la vida por los amigos. Glorifiquen a Dios con sus vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del rosario en familia el día sábado y la asistencia a la misa dominical.

lunes, 5 de noviembre de 2012

XIII-104 La Transmisión de la Divina Revelación.



LA TRANSMISIÓN DE LA DIVINA REVELACIÓN.

Estamos entrando en la tercera semana de nuestro repaso del Catecismo, como participación activa en el Año de la Fe; recordarán que en las semanas anteriores habíamos hablado acerca de la inquietud que el Creador ha puesto en el corazón del hombre para que le busque y lo conozca, pero que sin embargo al hombre le ha costado mucho lograrlo, por lo que Dios ha tenido que ir al encuentro el hombre, revelándose a si mismo, primero por medio de los patriarcas y los profetas y finalmente por el envío de su propio Hijo Jesucristo como Redentor y Salvador de los hombres caídos en el pecado.

La tarea para esta semana era la lectura de los párrafos numerados del 101 al 141, en los cuales se habla de la Transmisión de la Divina Revelación, en efecto, cuando Dios se revela al hombre lo hace por medio de la Palabra, al principio poniendo en boca de los Patriarcas y de los Profetas su Palabra Divina y luego por medio de su Hijo que nos manifiesta claramente que su Palabra es la Palabra del Padre que está en los Cielos, esa misma Palabra Dios quiere que se transmita a las generaciones siguientes porque: “quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad” (1 Tim 2, 4) ¿y cuál es esa verdad? El propio Jesús lo dijo “Yo soy la verdad” (Jn 14, 6) De manera que para que esa Palabra se transmita a todos los hombres, Cristo tiene que ser anunciado, como él mismo lo pidió a sus apóstoles: “Id y haced discípulos de todos los pueblos” (Mt 28, 19). Esta transmisión se hizo desde un principio en forma oral, de persona a persona, de generación en generación, ya que no había nada escrito y esa transmisión se llama la Tradición Apostólica, con el correr del tiempo vendrán los evangelistas a escribir sobre la vida de Jesús y estos libros constituirán lo que llamamos El Nuevo Testamento que junto a los libros escritos anteriormente, es decir el Antiguo Testamento conformarán las Sagradas Escrituras, es decir la Biblia.

La Tradición Apostólica y las Sagradas Escrituras están íntimamente ligadas entre si, ya que ambas tratan acerca del misterio de Cristo, y ambas provienen de una misma fuente que es la Palabra de Dios. En su conjunto constituyen el sagrado depósito de la fe que fue confiado a los Apóstoles y a toda la Iglesia de Cristo, para que el Pueblo de Dios, con el sentido sobrenatural de la fe, iluminado por el Espíritu Santo y guiados por el Magisterio de la Iglesia pueda acoger la revelación divina, comprenderla y aplicarla en su vida.

Para la cuarta semana vamos a leer los párrafos del Catecismo numerados del 142 al 184 que conforman el Capítulo Tercero de esta primera parte y que comentaremos el próximo lunes, si Dios quiere. Estamos a la orden para aclararles cualquier duda acerca de lo leído. Glorifiquen a Dios con sus vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

viernes, 2 de noviembre de 2012

XIII-103 La Dignidad de ser Católico.



LA DIGNIDAD DE SER CATÓLICO.

Noviembre ha sido tradicionalmente el mes dedicado a los difuntos y específicamente el día dos es el día que la Iglesia dedica al recuerdo de los fieles difuntos e invita a orar por ellos para el perdón de sus pecados, tal como lo señalan las Sagradas Escrituras en el Capítulo 12 del Segundo Libro de los Macabeos.

Como sabemos la Iglesia se divide en tres grupos que son : 1) La Iglesia Triunfante, que son aquellos que se salvaron y están en el Cielo, es decir de todos los santos que celebramos ayer. 2) La Iglesia Militante, formada por todos nosotros los que estamos en la tierra luchando por evitar el mal y hacer el bien y 3) La Iglesia Purgante o Sufriente conformada por aquellos que están en el Purgatorio purificándose de sus pecados para poder subir al Cielo. Como la Iglesia es una sola, es necesario que estos tres grupos mantengan una interrelación que es lo que en el Credo llamamos “la Comunión de los Santos”, nosotros como Iglesia Militante nos apoyamos en los santos del Cielo para que intercedan por nosotros y así obtener favores de la Santísima Trinidad y a la vez oramos por los que han partido de este mundo para que se acorte el tiempo de la purificación de sus almas en el Purgatorio.

Vivimos de la esperanza en la misericordia de Dios, tenemos fe en que aquel que nos llamó a la dignidad de ser católicos por medio del bautismo, es decir que nos hizo merecedores de respeto y orgullosos de tener la libertad de decidir nuestros propios actos y a la vez de ser responsables de sus consecuencias y que de acuerdo a nuestra voluntad nos confirmó en esa fe y nos alentó con su perdón en el Sacramento de la Confesión y no conforme con tantos gestos de amor nos alimentó con su propio cuerpo y su sangre, nos ha hecho valiosos y nos ha enriquecido con sus propios dones, será misericordioso con nosotros a la hora del juicio y nos permitirá la entrada a su Reino para alabarle y bendecirle por todos los siglos.

El pasado miércoles 31 asistimos a las exequias de nuestro hermano de la Fundación Betania, Guillermo Souto, reiteramos nuestras condolencias a sus familiares, y por él se ofició una Santa Misa de cuerpo presente en el Cementerio del Este en la que todos los miembros de la Fundación oramos por el descanso de su alma, unidos por esa esperanza en la misericordia  divina. Recuerdo que el sacerdote oficiante, durante la homilía dijo una frase que me llamó la atención por su actualidad: “La Muerte no es una Fiesta”, es un momento de dolor en el que todos estamos impactados por la partida de un ser querido, por lo que para nosotros, los que tenemos la dignidad de ser católicos, no puede ni debe transformarse ese día en motivo de celebración o en Carnaval de disfraces, como lo vienen haciendo últimamente muchas personas. Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del rosario en familia el día sábado y el domingo la asistencia a la Santa Misa, que Dios te bendiga.