jueves, 23 de enero de 2014

XV-002 En olor de santidad




EN OLOR DE SANTIDAD.

Con frecuencia escuchamos esta frase en ocasión de la muerte de una persona que ha llevado una  vida católica ejemplar y que ha ejercido las virtudes cristianas en forma tal que la acreditan ante los ojos de aquellos que la conocieron, en realidad se trata de una expresión poética sobre lo que en lenguaje común significa “Fama de santidad”. Una persona es famosa, es decir es bien conocida, tiene la reputación por algo en lo que se ha destacado, por ejemplo decimos que Luciano Pavarotti y Andrea Bocelli son “famosos” cantantes del género lírico, porque a ellos se les conoce, son célebres, por esa faceta de su vida, o decimos que Rómulo Gallegos y Arturo Uslar Pietri son famosos escritores venezolanos, porque su fama viene de haber escrito grandes obras, aún cuando es probable que también hayan incursionado en otras actividades, como en la política en este caso ya que tanto uno como el otro lo fueron y Gallegos llegó a ser Presidente de la República. Así también la Fama de Santidad deviene de haberse destacado en el ejercicio de las virtudes y las buenas obras, de manera que una persona que es reputada por esta cualidad, cuando muere se dice que murió en olor de santidad.

¿Qué implica morir en olor de santidad? Esto implica que sus exequias se caracterizan por la asistencia de un gran número de personas, no solo sus familiares y amistades sino muchos de los que solamente habían escuchado hablar de ellos, que haya actos litúrgicos definidamente católicos y que los asistentes oren y pidan favores por la intercesión de esta persona que se considera irá al cielo a disfrutar del premio que el Señor nos ha prometido a todos los que le sigamos y cumplamos con su voluntad.

De manera que antes de que la Iglesia considere la posibilidad de que una persona sea declarada santa y su imagen sea elevada a los altares, existe una aclamación que viene del pueblo, de los fieles, y como dice el antiguo adagio: “Vox Populi, Vox Dei”, la voz del pueblo es la voz de Dios, que le está diciendo al mundo que esta persona vivió una vida de santidad en tal grado que se hizo conocer y se hizo famosa.

En el mundo de hoy es muy difícil lograr esta fama de santidad, pues ha habido una reversión de los valores a tal punto que la inmoralidad y la vida pecaminosa se exalta más y se le da igual o mayor valor en los medios públicos, como decía aquel tango argentino “Cambalache”: “Estamos revolcaos en un merengue”, por lo que tiene mucho más mérito, a mi modo de ver, si alguien puede lograrlo hoy en día.

Pero todos estamos llamados a serlo, por eso debemos pedirle al Señor que nos de la fortaleza necesaria para seguir estos ejemplos de aquellas personas que han practicado la santidad al punto de hacerse famosas y conocidas, sin perder por ello su humildad, para lo que se requiere de una gran fe y de una voluntad firme que nos impulse a hacer el bien, recuerda, con la ayuda de Dios todo es posible.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
 
Gustavo Carías.
 
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, que tengas un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical.

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