miércoles, 29 de enero de 2014

XV-003 Cada Misa tiene su propio encanto.




CADA MISA TIENE SU PROPIO ENCANTO.

pesar de que todas las misas tienen la misma estructura ordenada de acuerdo  a la liturgia de la Iglesia, se podría asegurar que cada una de ellas es diferente a otra, por múltiples razones que vamos a tratar de resumir en esta Meditación y es justamente lo que provoca en los asistentes ese comentario final que escuchamos con mucha frecuencia “Que misa tan bella, verdad?”, es por eso que decimos que cada misa tiene su propio encanto.

Con frecuencia les invitamos a participar de alguna misa en especial, bien sea por la actuación de la Coral Betania o porque se trate de algún evento conmemorativo de singular importancia, pues son casos en los que estimamos que habrá algo distintivo que les llamará la atención, sin embargo muchas veces somos nosotros mismos los sorprendidos porque todo resulta mucho más bello de lo que esperábamos y es que la gracia de Dios está siempre presente para hacer brillar todo a su alrededor.

Como se sabe la misa tiene partes variables como son las lecturas, el evangelio del día, el Salmo Responsorial, y las oraciones de entrada y de cierre y partes fijas que son oraciones en las que el sacerdote dice siempre las mismas palabras como en la Consagración, el Ofertorio, la Comunión, la Paz y la Bendición final, aunque en algunos casos hay pequeñas variantes de acuerdo a la liturgia de cada época del año. Todas estas cosas elementales ya de por si hacen que cada misa sea diferente, demás está decir que si cambiamos de Iglesia o si el sacerdote oficiante es distinto todo se combinará para lograr algo especial totalmente distinto cada día.

La Homilía, que es el comentario que el sacerdote hace del evangelio y de las lecturas del día, explicándonos la interpretación que debemos darle y las enseñanzas que se encierran en la Sagradas Escrituras, siempre dejará alguna huella en nuestro corazón, aún cuando no recordemos con exactitud las palabras del evangelio, la palabra de Dios es tan impresionante y tan actual que podemos captar con mucha claridad su significado, son palabras que como el mismo Jesús dijo “el cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán” que llegan a nosotros con la misma validez que tuvieron hace miles de años, que tienen hoy en día y que tendrán el día del juicio final.

Jesús se hace presente en cada misa, en el momento de la consagración el pan y el vino que le hemos ofrecido se convierten en su cuerpo, alma y divinidad y con su presencia lo ilumina todo, lo embellece y lo santifica, de tal manera que nuestros sentidos pueden percibirlo con perfecta claridad y si nos acercamos a él con el corazón contrito y humillado y lo recibimos dentro de nosotros, todo nuestro ser quedará lleno de emoción y felicidad, así sentiremos que se trata de un momento único y comprenderemos el por qué cada misa tiene su propio encanto.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
 
Gustavo Carías.
 
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobra ti y toda tu familia y permanezca siempre.

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