martes, 6 de diciembre de 2011

XII-118 La Obediencia





LA OBEDIENCIA.

En nuestra meditación anterior hablábamos de La Vocación y pusimos como ejemplo a la Santísima Virgen María con su Vocación a la Virginidad y su deseo de entregarse plenamente a Dios durante su vida, hoy queremos referirnos a La Obediencia, virtud que nos lleva a someter la voluntad propia a la voluntad de Dios, sin detenerse a indagar las razones, sin tardanza, con pasividad y humildad, de ello el ejemplo en el Portal de la Navidad es sin lugar a dudas San José.

Muy poco es lo que sabemos de San José por las Sagradas Escrituras, pero hay dos momentos cruciales que nos manifiestan el esplendor de esa virtud en su vida, el primero nos lo narra el Evangelio de San Mateo: “Este fue el principio de Jesucristo: María, su madre, estaba comprometida con José; pero antes de que vivieran juntos, quedó embarazada por obra del Espíritu Santo. Su esposo, José, pensó despedirla, pero como era un hombre bueno, quiso actuar discretamente para no difamarla. Mientras lo estaba pensando, el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo, tú eres el que pondrás el nombre al hijo que dará a luz. Y lo llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el Señor por boca del Profeta: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel que significa : Dios con nosotros.” Cuando José se despertó, hizo lo que el Angel del Señor le había ordenado y tomó consigo a su esposa. Y sin que hubieran tenido relaciones, dio a luz un hijo, al que puso por nombre Jesús.” ( Mt 1, 18-25).

La segunda ocasión nos la narra así: “Después de marchar los Magos, el Angel del Señor se le apareció en sueños a José y le dijo: “Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto. Quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes buscará al niño para matarlo.” José se levantó: aquella misma noche tomó al niño y a su madre y partió a Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que había anunciado el Señor por boca del profeta: Llamé de Egipto a mi hijo. (Mt 2, 13-15).

Fíjense que en ambos casos no hay palabras pronunciadas por José, no replica nada, no pregunta razones, le basta con lo dicho por el Angel, le basta con saber que esa es la voluntad de Dios y la cumple de inmediato, sin dilaciones “esa misma noche”, esa es la verdadera obediencia.

Saquemos ahora nuestras propias conclusiones, tomemos el ejemplo de José, hombre justo y bueno, seamos como un instrumento en manos del artista, estemos seguros que los mandatos de Dios son para nuestro bien, para que se cumplan sus planes sobre nuestra vida, no escuchemos las voces de los hombres que tratarán de disuadirnos, tampoco pongamos oídos a nuestra propia soberbia que nos hará pensar diferente, la felicidad está en el cumplimiento de los mandatos del Señor. Alabado sea Dios.

Que la paz de Cristo llene tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y tu familia y losa acompañe siempre.

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