EL NIÑO JESUS ES EL AMOR.
En primer lugar vaya mi agradecimiento a todos aquellos lectores que recordaron mi cumpleaños el día de ayer y me enviaron sus felicitaciones y buenos deseos, Dios bendiga sus corazones y sus peticiones y la Virgen Santísima en su advocación de Nuestra Señora de Guadalupe les cubra con su manto de estrellas y los proteja de todo mal.
Hemos meditado acerca de la Vocación poniendo como ejemplo a la Virgen María y sobre la Obediencia basándonos en la actitud de San José, hoy quiero referirme al otro personaje de ese pesebre navideño y que es el más importante de todos, el Niño Jesús. El representa el Amor que une a todos los personajes de ese cuadro maravilloso que ha sido pintado y representado tantas veces, representa al Dios con nosotros de que hablaba la profecía y nos invita a unirnos a todos en un solo corazón, desde los Reyes hasta los pastores.
Dios quiere acercarse al hombre, hacerse su amigo, su hermano, y lo hace por medio de su Hijo Amadísimo, lo envía revestido de humildad, pobre, despojado de todas las prebendas del poder y de la majestad, lo hace hijo de una humilde niña y de un joven modesto, en un lugar apartado, con tan solo un pesebre para poder recostar su cabecita, pero rico en amor para regalar a manos llenas entre quienes lo reconozcan y lo amen.
Las vicisitudes no solo van a estar presentes para su nacimiento sino que va a sufrirlas todas por amor a nosotros, la pobreza, el destierro, el rechazo, la envidia, la mentira y la traición, hasta la muerte oprobiosa de la Cruz. Quiere ser igual a nosotros en todo menos en el pecado.Cuando te veas frente a problemas que te agobian, piensa en Jesús, en el Niño Jesús que siendo Rey vino a esta tierra a sufrir igual que todos los hombres, llevado solo por el amor, por el deseo de darnos ejemplos que nos sirvieran para vivir mejor, para ser felices y para soportar y sobreponernos a los problemas de cada día.
Pidámosle a ese Niño Jesús que vemos en el Pesebre que nos una a todos en el amor que vino a traer al mundo, que una nuestras familias que reconcilie nuestros hogares, que una a nuestro país, que nos haga partícipes de un mundo mejor y más justo, que escuche el clamor de los más pobres y abandonados de la sociedad y que mueva los corazones de aquellos que pueden remediar sus necesidades para que la Divina Clemencia llegue hasta ellos. Y nosotros, cada uno según sus posibilidades, pongamos nuestra parte para que así el amor que el Niño Jesús vino a traer al mundo se reparta entre todos sin distingos entre realeza y pobreza. La Misericordia de Dios es infinita y alcanza a todos. “Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria; la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad.” (Jn 1, 14)
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre tu hogar y todos los tuyos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario