NADIE ES PROFETA EN SU TIERRA.
Este es un adagio popular muy conocido y a la vez muy antiguo, pues lo escuchamos en las propias palabras de Jesús cuando regresó a su pueblo de Nazaret y habló un sábado en la sinagoga, la gente se admiraba de sus palabras y de su sabiduría, pero siempre había quien criticaba y sembraba la cizaña entre los presentes, haciendo preguntas como estas; ¿De dónde habrá sacado éste su sabiduría? ¿No es acaso éste el hijo de José el carpintero? ¿No viven entre nosotros su madre y sus hermanos? De manera de poner en duda los milagros que se decía había hecho Jesús en Cafarnaún y otros lugares, entonces Jesús se vio obligado a comentar: “Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre sus parientes y en su propia familia.” Y no pudo hacer allí ningún milagro. Tan solo sano a unos pocos enfermos imponiéndoles las manos. Jesús se admiraba de cómo se negaban a creer. (Mc 6, 1-6).
A pesar de su antigüedad, el refrán sigue teniendo vigencia en nuestros días y es así como vemos que sistemáticamente cuando alguien se destaca en alguna actividad, arte, ciencia o profesión, salen los detractores de oficio y comienzan a buscarle y rebuscarle en sus antecedentes o en su vida privada, alguna falla o error y si no la consiguen se la inventan, para criticarle y tratar de que se menosprecie su actividad o éxito. Cuál es el trasfondo de todo esto? Que mueve a estas personas a asumir esa actitud? Y por qué hay quienes les siguen y los apoyan?
Por lo que he averiguado en Internet, en otros países ocurre lo mismo, hay quienes dicen que se trata de una baja autoestima en la que se considera que los propios del lugar no son capaces de lograr nada extraordinario y cuando sucede se niegan a creerlo y reaccionan oponiéndose a esa persona y a sus triunfos. Otros piensan que la gente que se conoce desde la infancia y que se acostumbran a tratarse entre si con confianza, cuando surge alguien al que hay que respetar por sus conocimientos o por haberse destacado en algo, se niegan a hacerlo y tratan más bien de rechazarlo. Yo por mi parte considero que se trata de una cuestión de la práctica de las virtudes, si no practicamos las virtudes de la humildad, la sencillez y la generosidad, que son plantas florales que adornan nuestro espíritu, surgen entonces en esa tierra baldía, el egoísmo y la envidia como montes improductivos, como cizaña que dañará al trigo.
Debemos acoger y aceptar los triunfos de nuestros paisanos y sentirnos más bien orgullosos de que entre nosotros haya surgido una persona exitosa que se haya destacado por su arte, por su valor o por su santidad y sentir sus triunfos como propios y celebrarlos, dar gracias a Dios porque nos ha favorecido con esa gracia y que se ha dignado escoger entre tantos a uno de nosotros.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Gustavo Carías.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Santo Rosario y la asistencia a la Misa Dominical, que Dios te bendiga.
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