miércoles, 24 de septiembre de 2008

IX-092 La Evaluación del Mensaje.

En nuestra meditación anterior hablábamos de la necesidad de seleccionar muy bien los mensajes que vamos a reenviar a nuestros amigos, para ello es necesario hacer una evaluación rápida desde nuestro punto de vista como “Cristianos de 24 horas”. Decíamos también que el mensaje reenviado representa para el que lo recibe una expresión de nuestra imagen, de nuestro parecer, de nuestro sentir físico y espiritual, por lo tanto el primer punto a evaluar debe ser este, preguntarnos si ese mensaje dice lo que yo quiero decir a mis amigos, no lo que otro dice y con lo cual yo no estoy de acuerdo, porque en ese caso habría que aclarar la situación con palabras adicionales al mensaje, diciendo mira esto es lo que piensa fulano con lo cual yo no estoy de acuerdo.

Todo mensaje tiene aspectos positivos y aspectos negativos, debemos examinarlos a la luz de nuestra religión, de los Mandamientos de la Ley de Dios y de nuestra propia ética. Son aspectos positivos: La reafirmación de la fe; el contenido de conocimientos basados en las sagradas escrituras; los aspectos culturales y educativos; los incentivos al patriotismo y al desarrollo del talento y del ingenio de la persona, y por sobre todo el respeto por la persona humana.

Por otro lado son aspectos negativos: Contenidos que niegan verdades de nuestra religión o que las ponen en duda; ataques directos o solapados a nuestra Iglesia o sus representantes; y especialmente aquellos que inducen a pensar en lograr algo por medio de la suerte, la adivinación, la brujería o la superchería. Un mensaje puede ser muy bonito, adornado con fotos y una bella música, pero si al final dice que debes enviarlo a un determinado número de personas para obtener un beneficio en los próximos días, pierde toda su hermosura, son cadenas que te inducen a hacer algo a veces solapadamente, te inducen a pensar que la voluntad de Dios puede ser manipulada por nosotros los hombres, con amenazas disimuladas o haciéndote creer que vas a caer en vergüenza delante de Dios por no hacerlo, por lo demás debemos rechazar de plano y en todos los casos, la vulgaridad y la grosería que empañan cualquier mensaje.

Hagamos pues que nuestros mensajes sean reflejo de lo que pensamos y sentimos, de nuestra fe en Dios y en las verdades que enseña nuestra Santa Madre Iglesia, de nuestro amor y veneración por Nuestra Madre Santísima, de nuestro amor al prójimo y de la cultura y educación que tenemos.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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