viernes, 26 de septiembre de 2008

IX-093 La Crisis Mundial.


En un reciente mensaje de Internet que se refiere al llamado “Calentamiento Global”, se representa a la Tierra como una bola de helado que está sobre una barquilla y ha comenzado a derretirse, nada más parecido a la realidad que vive nuestro planeta en los actuales momentos. Ya en una reciente meditación hablábamos del distanciamiento y enfrentamiento entre los pueblos y naciones del mundo, de las guerras, tenemos por otra parte este problema de la polución que ha conducido al calentamiento global del globo terráqueo y al incremento de la frecuencia en los fenómenos naturales conocidos como huracanes con su secuela de destrucción y muerte y por si todo esto fuera poco ahora se presenta una crisis financiera en los Estados Unidos de Norteamérica que amenaza con arrastrar tras de si al mundo a una quiebra económica sin precedentes.

También en el terreno espiritual el mundo puede representarse de igual manera pues los valores espirituales, el amor a Dios y el respeto por sus leyes también están en crisis. El continente europeo que hace quinientos años trajo la evangelización a la América, está ahora en condiciones tan lamentables con respecto a su religiosidad que necesitaría ser re-evangelizado por misioneros americanos que todavía no los hay en número suficiente como para emprender esta tarea, si volteamos la mirada hacia el Norte vemos como la inmoralidad y la depravación ha llegado a límites insospechados, en tanto que en el lejano oriente ideologías anti-religiosas atropellan la dignidad de los representantes de la Iglesia de Cristo.

¿Qué significa todo esto? Recordemos las palabras proféticas de Jesús: “Aprendan esta lección de la higuera: Cuando están ya tiernas sus ramas y empiezan a brotar las hojas, ustedes saben que se acerca el verano. Asimismo, cuando ustedes noten todas estas cosas que les he dicho, sepan que el tiempo ya está cerca, a las puertas.” (Mt 24, 32-33). El Señor se refiere a su segunda venida y a las señales que le precederán y nos pide que estemos alertas, preparados, porque no sabemos ni el día ni la hora. Vamos pues a prepararnos, a estar alertas, con las lámparas encendidas y con aceite de repuesto, eso significa acercarnos a los sacramentos de la Confesión y de la Eucaristía con más frecuencia, a intensificar nuestras oraciones y meditaciones diarias y a entregar por completo nuestro corazón en manos de María Santísima para que los una a los corazones inmaculados de ella y de su amantísimo hijo, Nuestro Señor.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

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