UN NUEVO AMANECER.
En la noche del Sábado para el Domingo, hemos celebrado los Católicos, la Resurrección del Señor, Cristo, que murió por nuestra salvación el Viernes Santo clavado en aquella Cruz ignominiosa, ha resucitado, es un Nuevo Amanecer, ¡Aleluya! ¡Cristo Vive!
Quizás uno de los temas más controversiales entre nosotros y los no creyentes o con algunos hermanos separados es el tema de la Resurrección de los Muertos, recordemos que San Pablo fue objeto de burla entre los griegos cuando trataba de convencerles acerca de la resurrección, no solo de Cristo sino de todos los que creen en él. Sin embargo, tenemos fuertes pilares sobre los que se sustenta nuestra fe y nuestra esperanza.
Las primeras bases están en el Antiguo Testamento, en el Libro de los Macabeos y esa es la razón por la cual algunas religiones protestantes que no creen en la resurrección, eliminan de sus biblias estos libros; en el segundo de estos libros leemos: “El Rey del mundo, a nosotros que morimos por sus leyes, nos resucitará a una vida eterna (2 M 7, 9). Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios otorga de ser resucitados de nuevo por él (2 M 7,14).
Ya en el Nuevo Testamento encontramos grandes pilares que sustentan nuestra esperanza en la resurrección, Jesús contradice a los saduceos que no creían en la resurrección cuando les habla en estos términos: “Vosotros no conocéis ni las Escrituras ni el poder de Dios, vosotros estáis en el error” (Mc 12, 24). La fe en la resurrección descansa en la fe en Dios que “no es un Dios de muertos sino de vivos” (Mc 12, 27) Y la vincula aún más a su persona cuando nos dice “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mi, aunque muera, vivirá. El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre”.( Jn 11, 25-26)
En la vida de Jesús nos topamos con varios milagros de resurrección, de los cuales el más impresionante de todos fue el de Lázaro, su amigo, el cual llevaba ya cuatro días de enterrado y olía mal para el momento en que Jesús llegó a su tumba y le gritó con fuerte voz: “!Lázaro, Sal fuera!” Y salió el muerto.” (Jn 11, 43-44) Y finalmente, el más importante de todos, su propia resurrección al tercer día de haber muerto en la Cruz.
Así que alegrémonos, comencemos a vivir nueva vida en este Nuevo Amanecer, sequemos de nuestros ojos esas lágrimas que derramamos en Viernes del Dolor, y también las que cada uno tiene en el silencio de su propia vida, hay una esperanza, la esperanza que nos da Cristo con su resurrección, tengamos la fe de la Virgen María, ella esperaba ansiosa ese momento, esa aurora luminosa en que el Hijo de sus entrañas volvería a la vida. La muerte ha sido vencida, ¡Cristo ha resucitado y vive para siempre! La oscura noche ha pasado, ya alumbra un nuevo amanecer, resplandece la luz que disipa todas las penas, unámonos todos en el amor de Jesús y creamos en El, porque El es la resurrección y la vida.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.
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