VIVAMOS VIDA CRISTIANA.
Después del Domingo de Resurrección hemos oído con frecuencia en la homilías que nosotros también debemos “Resucitar” con Cristo, es decir que ante una realidad tan elocuente como lo fue la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, no nos queda más que volvernos a El, quitarnos la venda de los ojos y reconocerlo como nuestro Salvador, como nuestro Maestro y Guía, por lo tanto esa resurrección debe significar un cambio en nuestras vidas para adaptarnos a sus enseñanzas, tenemos que comenzar a vivir una verdadera Vida Cristiana.
¿Y cómo se vive una vida cristiana? San Pablo nos lo dice muy claramente en su Carta a los Romanos: “Que el amor sea sincero. Aborrezcan el mal y procuren todo lo bueno. Que entre ustedes el amor fraterno sea verdadero cariño y adelántense al otro en el respeto mutuo. Sean diligentes y no flojos. Sean fervorosos en el Espíritu y sirvan al Señor. Tengan esperanza y sean alegres. Sean pacientes en las pruebas y oren sin cesar. Compartan con los hermanos necesitados.” (Rom 12, 9-13)
Pablo nos está desmenuzando el significado del nuevo mandamiento de Jesús. “Amaos los unos a los otros, tal como yo os he amado” Nos habla de un amor fraterno, es decir un amor entre hermanos, un amor que debemos practicar a diario con todos los que nos rodean, en la casa, en la familia, en el vecindario, en la escuela, en el Liceo, en la Universidad, con nuestros compañeros de trabajo. Cuando veas venir a otra persona, aunque no la conozcas, salúdala, ¡Buenos Días!, no importa si no te contesta, tal vez al siguiente día lo hará, muéstrale una sonrisa con respeto y cariño.
Este cambio de vida trae sinsabores, algunas veces pareciera que estamos arando en el mar, por eso debemos ser pacientes, son las pruebas que el Señor nos pone para ver si realmente estamos dispuestos a seguirlo y fortalezcamos nuestro espíritu con la oración, ese es nuestro gran baluarte, pidamos a Cristo la fortaleza para no desmayar en ese camino que podamos levantarnos una, dos o tres veces, como lo hizo él con el peso de su cruz.
No desaprovechemos las oportunidades de hacer la caridad con nuestros hermanos más necesitados, estemos siempre dispuestos a dar, no pongamos mala cara cando alguien nos pide algo, por el contrario alegrémonos porque nos está dando la oportunidad de practicar la caridad y demos generosamente, que no nos quede el remordimiento de pensar que pudiéramos haberlo hecho mejor.
Dispongámonos pues a vivir vida cristiana, vamos a resucitar con Cristo a una nueva vida, lo cual no significa vivir tristes ni oprimidos, por el contrario, esta nueva vida nos va a traer muchas satisfacciones y alegrías, no procuremos superar o igualar a los demás en bienes materiales sino en bienes espirituales, en humildad, buscando la armonía y la paz entre todos.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre. Te deseo un feliz fin de semana, no olvides el Rezo del Rosario en Familia y la Misa Dominical
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