miércoles, 30 de enero de 2013

XIV-005 Los "Ni-Ni" en materia de Religión




LOS “NI-NI” EN MATERIA DE RELIGIÓN.

El término “Ni-Ni” es un término moderno, reciente, que  surgió en el ámbito político y se usa para calificar a aquellos que en medio de una polarización de políticas y de opiniones, no están en ninguno de los dos bandos, son aquellos que en las encuestas denominan “No sabe-No responde” y que por lo regular representan un porcentaje relativamente pequeño frente a los dos grandes grupos de opinión. En materia de religión y de data muy antigua también han existido los “Ni-Ni”, aunque no se les llamara de ese modo. Son aquellos que no están ni con Dios ni con el diablo, fríos e indiferentes, no les importa para nada las cosas de la religión aunque tampoco hablan mal de ella, pero son apáticos y alejados de toda manifestación de religiosidad, los conocemos muy bien y en medio de cada familia o de cada grupo hay varios de ellos.  ¿Qué opinaba Jesús de estas personas?

En el Evangelio de San Lucas encontramos la respuesta, Jesús dice muy claramente: “El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.” (Lc 11, 23) Esto lo dijo Jesucristo cuando los judíos lo acusaron de echar los demonios en nombre de Belcebú y él les replicó que eso no era posible porque una nación dividida corre a la ruina, es decir que el demonio no puede estar a favor y en contra de si mismo, tampoco los católicos podemos entonces estar al mismo tiempo a favor y en contra, o somos o no somos, no podemos ser ni-nis .

Estas palabras de Jesús parecieran ir en contradicción con aquellas que dijo a los apóstoles cuando éstos le contaron que habían visto a uno que hacía uso de su nombre para echar fuera demonios,  Jesús les dijo: “No se lo impidan, pues el que no está contra ustedes está con ustedes” (Lc 9, 50), pero en realidad no es así, lo que Jesús quería entonces decir es que el que trabaja en la misma dirección, aunque no pertenezca a la Iglesia, debe ser considerado amigo. En cambio en Lc 11, 23 Jesús habla de los que no quieren definirse frente a su mensaje y pretenden quedarse neutros; esos no se unen a él y luego lo criticarán.

Desde luego que no podemos exigir que todos pensemos lo mismo, pero como dice el P. Alfonso Milagro, “ya que la cabeza no nos pueda unir que nos una al menos el corazón” Debemos por lo tanto tratar de unir y no separar, cuando estemos frente a esos que hemos denominado “Ni-Ni” no los juzguemos, sino más bien tratemos de que se desprendan de sus juicios y criterios y adquieran la mentalidad del Evangelio, hagámosles ver que Jesucristo no acepta términos medios y que quien no se entrega voluntariamente a él va cayendo en las redes de la maldad. Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

lunes, 28 de enero de 2013

XIV-004 ¿Cuál es el nombre de Dios?




¿Cuál ES EL NOMBRE DE DIOS?

Vamos a retomar el repaso del Catecismo de la Iglesia Católica que estuvimos realizando hasta Noviembre del año pasado, como un aporte al año de la Fe declarado por el Santo Padre Benedicto XVI. En el párrafo 203 del Catecismo titulado “Dios revela su nombre”, se nos dice que Dios reveló su nombre al pueblo de Israel porque el nombre expresa la esencia y la identidad de la persona y el sentido de su vida ya que de lo contrario sería una fuerza anónima. Al dar su nombre permite que se puedan comunicar con él y que pueda ser conocido e invocado.

La revelación del nombre de Dios la encontramos en la Biblia en el capítulo del Exodo, durante el episodio de la zarza ardiente, cuando Dios dice a Moisés: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Ex 3, 6). Con esto Dios le quiere significar a Moisés que él es el mismo Dios que ha llamado y guiado a los profetas que ha conducido a los patriarcas en sus peregrinaciones, el mismo Dios compasivo y fiel que todo lo puede. Sin embargo, Moisés insiste y quiere ser más específico por lo que le dice: “Si voy a los hijos de Israel y les  digo “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”; cuando me pregunten ¿Cuál es su nombre?, ¿qué les responderé?” Dijo Dios a Moisés: “Yo soy el que soy” Y añadió: “Así dirás a los hijos de Israel: “Yo soy” me ha enviado a vosotros…Este es mi nombre para siempre, por él seré invocado de generación en generación.” (Ex 3, 13-15)

Todo en Dios es misterioso, en nuestra religión nos encontramos con muchos misterios, es decir con cosas que nuestra escasa inteligencia no es capaz de comprender y esa es la verdadera explicación de los misterios y así debemos aceptarlos, con la humildad de sabernos inferiores a la sabiduría divina y con la esperanza de que algún día nos sean revelados. Por tanto el nombre de Dios , aún revelado por él mismo: “Yo soy el que soy” es en sí mismo como un rechazo a todo nombre propio y que está por encima de todo lo que podemos comprender o decir. Es bueno aclarar en este punto que ese nombre escrito en el lenguaje de aquel tiempo equivaldría a las letras YHWH, lo cual se pronuncia “Yaveh”, de allí que veamos más adelante en la Biblia esta palabra utilizada como nombre de Dios. Por otra parte, por respeto a la santidad de Dios, el pueblo de Israel no pronuncia el nombre de Dios revelado en la Sagrada Escritura, sustituyéndolo por el título divino de “Señor” que es el que nosotros en la Iglesia Católica hemos venido utilizando en nuestras oraciones. Con este título será aclamada la divinidad de Jesús: “Jesús es el Señor”.

Es por eso que Jesús dice a los fariseos que le preguntaron ¿quién eres tú?, y él les responde : “Cuando levanten en alto al Hijo del hombre, entonces conocerán que Yo soy y que no hago nada por mi cuenta, sino que solo digo lo que el Padre me ha enseñado” (Jn 8, 27-28).
La semana próxima continuaremos repasando nuestro Catecismo.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

viernes, 25 de enero de 2013

XIV-003 Debemos meditar el Evangelio




DEBEMOS MEDITAR EL EVANGELIO.

Los evangelios de la Iglesia Católica son cuatro: El Evangelio de San Mateo; el de San Marcos; San Lucas y San Juan, ellos forman parte de la Biblia y junto a otros 23 libros conforman lo que se denomina el Nuevo Testamento. Recuerdo que un amigo me preguntó una vez que si el Nuevo Testamento había sustituido al Antiguo y es probable que todavía existan muchas personas que tengan esa impresión ya que siempre lo nuevo sustituye a lo antiguo, sin embargo, en este caso no es así ya que ambos constituyen parte de la misma historia, con la sola diferencia que el Antiguo se refiere a lo escrito antes de Jesús y el Nuevo a lo escrito después de Jesús, los términos son comparables a los que se usan en la Historia General, AC lo sucedido antes de Cristo y DC lo sucedido después de Cristo, la venida del Hijo de Dios a la tierra separa no solo la Historia Sagrada sino también la Historia del Hombre.

La Iglesia reconoce oficialmente estos libros como inspirados por Dios y por tanto son Palabra de Dios, de allí que debamos no solo leerla y escucharla como se escucha un cuento o una novela, sino que debemos meditarla, desmenuzarla para entender su contenido y su profundidad, cada una de las palabras que se emplean en su redacción tiene un significado y esto es muy cierto, a veces cuando leemos un párrafo del evangelio, acostumbrados como estamos a las lecturas ordinarias, nos parece que hay una frase o un par de palabras que están de más que son innecesarias y resulta que no es así, que esas palabritas tienen un hondo significado y no estaban puestas allí de adorno, es por ello que es bueno escuchar con atención las homilías, durante la celebración del santo sacrificio de la Eucaristía, porque en ellas el sacerdote nos explica muchos de estos significados y en todo caso podemos consultarlo con alguien que nos dé una buena explicación.

Durante la celebración de la misa se lee una lectura del Antiguo Testamento, un Salmo y el Evangelio, los cuales están siempre relacionados entre si, lo que nos permite confirmar que el Nuevo Testamento no vino a sustituir al Antiguo ya que la predicación de Jesús no suprime las advertencias de los profetas, ni el amor viene a sustituir a la justicia, lo que hace el evangelio es impulsar a las civilizaciones hacia la reunión y la reconciliación en torno a Cristo, nuestro Salvador.

Hagamos el propósito de meditar el Evangelio, procuremos entender la relación que hay entre las lecturas del día en la santa misa, pongamos en práctica sus enseñanzas y todo ello redundará  en favor de nuestro crecimiento espiritual. Glorifiquemos al Señor con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en familia y la asistencia a la misa dominical, que Dios te bendiga.

XIV-002 Hablando de Crecimiento Espiritual




HABLANDO DE CRECIMIENTO ESPIRITUAL.

En nuestra primera meditación de este año, titulada “Mensaje de Paz y Entendimiento”, hablábamos de la conveniencia de lograr nuestro Crecimiento Espiritual y es probable que para algunos todavía sea una incógnita este término y a su vez se hagan la pregunta ¿Qué es el Crecimiento Espiritual? Y para los más avanzados, ¿Cómo puedo lograr el Crecimiento Espiritual?, vamos a meditar hoy un poco sobre estos términos y a darles referencias para los que quieran ampliar sobre el tema.

Somos Cuerpo y Espíritu, el ser humano tiene una estructura material formada por sus huesos, su carne, su cerebro, su corazón y toda una red de vasos sanguíneos y de nervios que podemos ver y tocar, examinar, mejorar y a veces sin querer dañar, pero también sabemos que en nosotros hay algo que no se puede tocar, que no es visible, pero que sabemos que existe y son nuestros sentimientos, nuestro actuar, nuestro yo, nuestro modo de ser, eso es lo que hemos dado en llamar nuestro espíritu. Cuando venimos al mundo, por la unión íntima de las células de nuestros padres, nuestro cuerpo se forma en el interior de nuestra madre, en su vientre por medio de su sangre vamos adquiriendo en pequeñito toda esa estructura corporal que tendremos al nacer, pero es Dios quien sopla en nosotros el espíritu de vida que va a animar toda aquella estructura material. Nuestro cuerpecito de bebé va a ir creciendo a medida que nuestra madre nos de su alimento y luego llegará el día en que nosotros mismos lo alimentemos y lo ejercitemos y lo cuidemos para que crezca y sea capaz de resistir los peligros del medio ambiente que lo rodea y llevar una vida sana y feliz.

A la par de ese crecimiento corporal debe también ir creciendo nuestro espíritu, de manera que nuestra actuación en la sociedad en que nos toque vivir vaya acorde con nuestra edad y nuestro tamaño, si no lo hacemos vamos a tener un cuerpo maduro con un espíritu inmaduro, debemos siempre pensar que Dios desea que tengamos un Crecimiento Espiritual acorde con nuestro crecimiento corporal o físico y que ese espíritu que El nos dio nosotros lo apreciemos y lo amemos por ser venido de su amor al crearnos.

En ese Crecimiento Espiritual tenemos que ir dando pasos, así como cuando aprendemos a caminar, mediante un proceso que ocurre durante toda la vida,  teniendo en nuestra mente una meta que es el parecernos cada vez más a Jesús. Esos pasos nos los señala muy bien San Pedro en su segunda carta: “Por eso, pongan el máximo empeño en incrementar su fe con la firmeza, la firmeza con el conocimiento, el conocimiento con el dominio de los instintos, el dominio de los instintos con la constancia, la constancia con la piedad, la piedad con el amor fraterno y el amor fraterno con la caridad. Pues si tienen todas estas virtudes en forma eminente, no serán inútiles ni estériles, sino que más bien alcanzarán el conocimiento de Cristo Jesús, nuestro Señor.” ( 2 Pe 1, 5-8).

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

lunes, 21 de enero de 2013

XIV-001 Mensaje de Paz y Entendimiento




MENSAJE DE PAZ Y ENTENDIMIENTO.

Reiniciamos hoy el envío de estos “Temas para Meditar”, es nuestro décimo cuarto año de meditaciones, con el propósito de difundir la palabra de Dios, de colaborar con nuestra Iglesia Católica en el anuncio del Reino de los Cielos que inició Nuestro Señor Jesucristo hace más de dos mil años y todo aquello que esté de acuerdo con la sana doctrina, contribuyendo así con el crecimiento espiritual de nuestros lectores, haciendo de estos artículos mensajes de paz y entendimiento.

A menudo nos quejamos por las fallas de este mundo y nos limitamos a la crítica y al comentario, haciendo recaer toda la culpa en el comportamiento de los demás y no pensamos que para que todo mejore debemos comenzar por nosotros mismos, debemos mejorar nosotros, lo que de paso es la tarea que más está a nuestro alcance, siendo como decía San Pablo: “sobrios, respetables, sensatos, bien cimentados en la fe, en el amor y la paciencia…respetables en nuestro comportamiento, absteniéndonos de murmurar y de embriagarnos…dando buen ejemplo, para que nadie pueda hablar mal del Evangelio” ( Ti 2, 1-8).

Recordemos que para lograr nuestro crecimiento espiritual debemos cimentar nuestra fe en cuatro pilares que son: La Meditación, la Oración, la Penitencia y la Eucaristía, poniendo toda nuestra esperanza en Dios, practicando el bien y la caridad con nuestros semejantes, de manera que esa alegría que podamos dar a los otros se revierta en felicidad y paz para nosotros mismos. Debemos apartarnos del mal y practicar el bien, servir y no ser servidos, que nuestros enemigos no tengan nada que criticar de nosotros porque verán que somos auténticos y dignos, sobrios, justos y fieles a nuestro Padre Celestial.

Si confiamos plenamente en Dios no debemos tener miedo de nada de lo que pueda pasar a nuestro alrededor, el será nuestro pastor y nosotros las ovejas de su rebaño, con él nada nos faltará, tendremos la paz que tanto anhelamos y el entendimiento con nuestros hermanos.
Vamos pues en este año que recién comienza a procurar con todo empeño nuestro crecimiento espiritual, de nada vale la opinión que podamos emitir sobre las situaciones conflictivas por las que estemos atravesando, en cambio de mucho valen las oraciones que podamos elevar a Dios por la solución de las mismas, ánimo, mucho ánimo, hagámoslo todo con mucha humildad, paciencia y amor y los resultados no se harán esperar.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.