INVITAD A LOS HOMBRES DE TODOS LOS TIEMPOS.
En nuestro repaso del Catecismo de la semana pasada decíamos que nosotros los católicos creemos, y así lo profesamos en el Símbolo de la fe, que Jesucristo es el Hijo único de Dios y esta confesión nos llena de inmensa felicidad porque sentimos que de El recibimos gracia tras gracia ya que El es la fuente de todas las gracias. De igual manera los apóstoles que vivieron con Jesús, sintieron ese gozo que da la presencia del Señor, y ellos que lo vieron con sus propios ojos, que lo contemplaron y lo tocaron que estuvieron tan cerca de todos sus signos y milagros, que escucharon su palabra, se sintieron plenos de esa gracia y sintieron la necesidad de compartirla con los prójimos y de invitar a los hombres de todos los tiempos a conocer a Jesús.
Precisamente, la Catequesis consiste en transmitir a otros esta invitación, no existe mayor gozo que el gozo compartido, el gozo en comunión, recordemos cuántas veces hemos estado solos frente a un paisaje espléndido, viendo alguna de las maravillas de la Creación y nos sentimos plenos de felicidad y quisiéramos que en ese momento estuvieran con nosotros nuestros seres más queridos, la esposa , los hijos, los padres, porque desbordamos de alegría y quisiéramos compartir con ellos esa abundancia de felicidad. Así es la comunión con Cristo y con el Padre, es algo tan grande que va más allá de nuestra propia capacidad y por ello sentimos la necesidad de trasmitirla.
Todos los católicos somos catequistas, porque hemos conocido que Jesús de Nazaret es el Hijo unigénito del Padre que sufrió y murió por nosotros y que luego resucitó y vive para siempre entre nosotros, recuerdo en este momento las palabras de la Sierva de Dios Maria Esperanza cuando nos decía “Jesús vive entre nosotros de la manera más natural”. Y esto es tan maravilloso que al igual que los primeros apóstoles nos sentimos en la necesidad de comunicarlo, de conducir a los demás también a la comunión con Cristo ya que como decía Juan Pablo II: “Solo El puede conducirnos al amor del Padre y del Espíritu Santo y hacernos partícipes de la Santísima Trinidad.”
Cuando un catequista habla, cuando invita a conocer a Cristo, lo que hace es ser un portavoz de la palabra de Jesús, lo que hace es permitir que Dios hable por su boca, tal como lo hizo el propio Cristo que decía: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado”(Jn 7, 16) Procuremos nosotros conocer cada vez más a Cristo para poderlo trasmitir a los demás y estemos siempre en comunión con El para facilitarle que hable por nuestra boca y que invite a los hombres como lo ha hecho a través de toda la historia de la humanidad a conocerle y a seguirle.
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.
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