jueves, 27 de junio de 2013

XIV-048 ¿Quién dice la gente que es Jesús?


¿Quién DICE LA GENTE QUE ES Jesús?

La presente meditación a la vez que constituye parte de nuestro repaso del Catecismo, es al mismo tiempo un Tema de actualidad, o mejor dicho es un Tema que nunca pierde su actualidad. En el evangelio del pasado domingo escuchamos la pregunta que en aquel tiempo hizo Jesús a sus apóstoles: ¿Quién dice la gente que soy yo?, pregunta que sigue teniendo vigencia en nuestros días y que nos asombraríamos de ver las diferentes respuestas que podrían dar los encuestados, respuestas tan vagas como aquellas primeras que dieron los apóstoles a Jesús, “Algunos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías y otros que alguno de los antiguos Profetas que ha resucitado.” (Lc 9, 18-24)

Desde luego que la respuesta tiene mucho que ver con el momento en que es formulada, en el tiempo de Jesús no existían ninguno de los medios de comunicación que existen hoy en día, ni de las facilidades para acceder al conocimiento que tenemos en el presente siglo, con lo que si tiene que ver es, a mi modo de pensar, con la superficialidad con que tratamos y hemos tratado siempre los hombres las cosas que ocurren a nuestro alrededor, si nos dan una noticia sobre algún suceso nos quedamos en el titular, probablemente si alguien nos hace una pregunta sobre detalles del mismo tendremos que decir que no lo sabemos.

En aquel tiempo Jesús demostró su poder con los signos milagrosos que hacía, dando la vista a los ciegos, haciendo andar a los inválidos, que hablaran los mudos, curando a los enfermos de todo tipo, incluso de males considerados incurables para la época como la lepra y hasta resucitando a los muertos.

Las noticias de estos milagros se corrían de boca en boca y la gente las escuchaban, tal como sucede hoy en día,  con cierta displicencia, bueno puede ser verdad, pero no se preguntaban ¿Quién es ese hombre que hace esos milagros? ¿De dónde viene? ¿Qué dice? ¿Por qué lo hace? De allí que imaginaran cosas sobre su identidad. Y lo que es peor, cuando lo tenían enfrente había quienes le hacían trampas y le ponían a responder preguntas capciosas y comprometedoras de manera de hacerle caer y que hiciera el ridículo para desmeritar su obra, así somos y es muy probable que así sucedería si Cristo vuelve a la tierra, nuestro modo de ser no ha cambiado.

Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios Vivo, como lo dijo Pedro, por inspiración divina, porque se lo reveló el Padre, aunque muchos hoy en día todavía no lo creen, y a  pesar de todos los avances culturales y tecnológicos siguen habiendo respuestas absurdas. La verdad es que Jesús es el Hijo de Dios que se encarnó en la Virgen María y se hizo hombre por obra del Espíritu Santo, por nosotros los hombres y por nuestra salvación, para hacernos partícipes de su naturaleza divina. Verdadero Dios y verdadero hombre de manera indivisible. A El debemos Honor y Gloria por los siglos de los siglos. (Seguiremos hablando de este Tema tan apasionante).

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana y no olvides el rezo del Rosario y la asistencia a la misa dominical.

viernes, 21 de junio de 2013

XIV-047 El pecado cometido a solas


EL PECADO COMETIDO A SOLAS.

Muchas veces nos excusamos internamente al cometer un pecado “a solas”, porque decimos que con ello no hemos perjudicado a nadie, no hemos escandalizado, ni ha habido consecuencias irreparables y esa excusa pretende devolver la tranquilidad a nuestro espíritu. Sin embargo, el pecado cometido a solas, como tal, no existe, porque nunca estamos a solas, tenemos siempre a nuestro lado al ángel de la guarda y al propio Dios que siempre nos acompaña, es decir que cuando cometemos un pecado de esos que llamamos “a solas” en realidad lo estamos cometiendo frente a aquellos a quienes menos quisiéramos ofender.
Recordemos el Evangelio de San Mateo cuando Jesús nos dice que hagamos oración en secreto y no delante de los demás, y expresa:   “Pero tú, cuando entres en tu pieza, cierra la puerta y ora a tu Padre que está allí, a solas contigo. Y tu Padre que ve en lo secreto, te premiará.” (Mt 6, 6) De manera que es Jesús mismo el que nos explica que cuando decimos que estamos a solas, realmente no es así, nuestro Padre celestial siempre nos acompaña. Por eso pensar que si cometemos un pecado, cuando nadie nos está viendo, es un secreto, puede que sea así para los demás, pero la verdad es que nuestro Padre ve en lo secreto y nos está mirando.

Hay muchísimas cosas pequeñas que a nuestro parecer son insignificantes y que las hacemos cuando estamos solos y que para Dios no pasan por alto, incluso cosas que son tan secretas como nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestros juicios, sobre los cuales no hemos dicho ni media palabra. Dios está siempre pendiente de nosotros, lo lógico es que nosotros también estuviéramos siempre pendientes de Dios, para agradarle, no para ofenderle ni para agraviarle. Vamos a descubrir el valor de todas esas pequeñas cosas que agradan a Dios:  jaculatorias, oraciones, novenas, pequeños sacrificios, rosarios, buenas intenciones, ideas caritativas y pensamientos positivos, estando seguros de que Dios va a atesorar todo lo bueno que hagamos en su presencia y ese es un tesoro que nadie nos puede quitar, que no le caerá el moho ni la polilla y que a la hora de nuestro juicio hará inclinar la balanza a nuestro favor.

Dios nos ama y quiere lo mejor para nosotros, por eso no debemos temer la presencia de Dios cuando estamos solos, por el contrario este pensamiento nos debe conducir a dirigir nuestro espíritu y nuestro corazón hacia El y agradecerle por su presencia y por su compañía que nos brinda seguridad y confianza. Seamos sinceros con nosotros mismos y no pretendamos engañarnos con excusas falsas, llamemos al pan, pan, y al vino, vino, y nuestra conciencia no tendrá nada que reprocharnos. La próxima vez que estemos solos recordemos que Dios está allí y tendremos la fuerza para vencer las tentaciones.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, que tengas un feliz fin de semana y no olvides el Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical.

martes, 18 de junio de 2013

XIV-046 Diversos nombres de Jesús


DIVERSOS NOMBRES DE JESÚS.

Continuando con nuestro repaso del Catecismo, les invito a recordar hoy los diversos nombres con que solemos llamar a Jesús y su significado. Comencemos por el propio nombre de Jesús (Párrafo 430 del Catecismo), ese fue el nombre que le dijo al ángel a María en el momento de la anunciación: “Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo al que pondrás el nombre de Jesús”(Lc 1, 31) El nombre de Jesús significa “Dios salva”, de manera que al mismo tiempo que expresa su identidad, también expresa su misión aquí en la tierra, Jesús vino a salvar a la humanidad y es a la vez la segunda persona de la Santísima Trinidad, es decir es el mismo Dios que vino a salvarnos.

De esa “misión” que Jesús vino a cumplir en la tierra se desprende el nombre de El Salvador, ya que El es el único al que podemos atribuir esta característica, como lo dijo ante los Jefes del Pueblo y los Ancianos el Apóstol Pedro en los Hechos de los Apóstoles: “bajo el cielo no se nos ha dado otro nombre que pueda salvarnos” (Hch 4, 12)

También a Jesús se le llama “El Cristo” y “El Mesías”, ambos nombres significan “ungido”, el primero en griego y el segundo en hebreo, ya que Jesús fue consagrado por Dios y ungido por el Espíritu Santo para su misión salvadora. Jesús es el Mesías esperado por generaciones y descrito con lujo de detalles por los profetas del Antiguo Testamento, vino al mundo “bajado del cielo”(Jn 3, 13), fue crucificado, muerto y sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos. Sin embargo, muchos no creyeron que fuera el Mesías esperado, especialmente los judíos que creen en Dios y creen en lo que dice el Antiguo Testamento, pero que no creen que Jesús fuera ese Mesías y por lo tanto aún hoy siguen esperando al Mesías del que allí se habla, es por eso que Jesús resucitado dice a los discípulos de Emaús “!Que poco entienden ustedes y que lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas! ¡No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria? Y les interpretó lo que decían de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas. (Lc 24, 25-26) Recordemos que “Moisés y los profetas” es un modo de designar la Biblia. Por su parte el nombre “Jesucristo” no es más que la unión de dos de los nombres explicados.

Otra forma de llamar a Jesús es el título de “Señor” que la Biblia otorga ordinariamente a Dios, pero sabemos que en Jesús se dan todos aquellos atributos de Dios: el poder sobre la naturaleza, sobre los demonios, sobre el pecado y especialmente por su resurrección, de allí que sea correcto llamarle Señor, ya que él es el Señor del mundo y de la historia. Aquí también es aplicable la frase de Isabel a María durante la visitación, cuando al referirse al Niño Jesús que lleva María en su vientre, lo llama “Mi Señor”.(Lc 1, 43)
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

jueves, 13 de junio de 2013

XIV-045 Seamos cada dia mejores


SEAMOS CADA DÍA MEJORES.

El único que es perfecto es Dios, dice un viejo adagio, y es que el hombre cuando hace algo bien se siente tan pleno de felicidad que se olvida de sus defectos y si es presumido mucho más aún, pero lo que si podemos hacer es mejorar cada día, así como hace Dios con la Creación que constantemente la está perfeccionando con la ayuda del hombre, también cada uno de nosotros es capaz de mejorarse a sí mismo cada día.

Que cómo lo podemos hacer? Lo primero es reconociendo nuestros propios defectos, tenemos que tener claro que es lo que vamos a mejorar, para ello tenemos que ser sinceros con nosotros mismos, aprendiendo a llamar bueno lo que realmente es bueno y malo aquello que no lo es, nuestra conciencia es buena consejera en este sentido y también las críticas y comentarios de nuestros hermanos si es que los sabemos escuchar.

El sacramento de la confesión es de incomparable ayuda, cuando reconocemos nuestros pecados, las fallas que hemos tenido en nuestro comportamiento que nos apartan de Dios y cuando el sacerdote nos aconseja, se abre un camino por el que debemos transitar. Luego la Eucaristía nos dará la fuerza necesaria para emprenderlo.

No hay que desanimarse si el camino nos parece largo y difícil, los logros vamos a obtenerlos paso a paso, día a día, y abordando uno a uno cada problemita, pero eso si, sin detenernos, sin pausas. Dios nos va a dar el tiempo necesario para lograr nuestras metas y nosotros ponemos nuestro empeño.

Tengamos claro que nadie en esta vida está predestinado al fracaso, Dios nos ha creado con el propósito de que le reconozcamos y le amemos, nos ha facultado con el libre albedrío que nos permite decidir que escoger entre varias alternativas, nuestro destino no está definido por cartas astrales ni por los signos zodiacales, nuestro destino lo definimos nosotros mismos con nuestras decisiones, con el uso que demos a ese libre albedrío conque Dios nos ha dotado.
Pero tampoco Dios nos deja solos para tomar decisiones que a veces nos parecen ir más allá de nuestras propias capacidades, Dios nos ha dado los sacramentos que son las ayudas que El nos facilita a lo largo de nuestra vida y en cada una de sus etapas, tanto de nuestra vida física como de nuestra vida espiritual, para fortalecernos, para orientarnos, para levantarnos en nuestras caídas, para perfeccionarnos en nuestro camino. Pongamos nosotros nuestra parte para tratar de ser cada día mejores y de esa manera agradaremos a Dios.
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical.

lunes, 10 de junio de 2013

XIV-044 Invitad a los hombres de todos los tiempos.


INVITAD A LOS HOMBRES DE TODOS LOS TIEMPOS.

En nuestro repaso del Catecismo de la semana pasada decíamos que nosotros los católicos creemos, y así lo profesamos en el Símbolo de la fe, que Jesucristo es el Hijo único de Dios y esta confesión nos llena de inmensa felicidad porque sentimos que de El recibimos gracia tras gracia ya que El es la fuente de todas las gracias. De igual manera los apóstoles que vivieron con Jesús, sintieron ese gozo que da la presencia del Señor, y ellos que lo vieron con sus propios ojos, que lo contemplaron y lo tocaron que estuvieron tan cerca de todos sus signos y milagros, que escucharon su palabra, se sintieron plenos de esa gracia y sintieron la necesidad de compartirla con los prójimos y de invitar a los hombres de todos los tiempos a conocer a Jesús.

Precisamente, la Catequesis consiste en transmitir a otros esta invitación, no existe mayor gozo que el gozo compartido, el gozo en comunión, recordemos cuántas veces hemos estado solos frente a un paisaje espléndido, viendo alguna de las maravillas de la Creación y nos sentimos plenos de felicidad y quisiéramos que en ese momento estuvieran con nosotros nuestros seres más queridos, la esposa , los hijos, los padres, porque desbordamos de alegría y quisiéramos compartir con ellos esa abundancia de felicidad. Así es la comunión con Cristo y con el Padre, es algo tan grande que va más allá de nuestra propia capacidad y por ello sentimos la necesidad de trasmitirla.

Todos los católicos somos catequistas, porque hemos conocido que Jesús de Nazaret es el Hijo unigénito del Padre que sufrió y murió por nosotros y que luego resucitó y vive para siempre entre nosotros, recuerdo en este momento las palabras de la Sierva de Dios Maria Esperanza cuando nos decía “Jesús vive entre nosotros de la manera más natural”. Y esto es tan maravilloso que al igual que los primeros apóstoles nos sentimos en la necesidad de comunicarlo, de conducir a los demás también a la comunión con Cristo ya que como decía Juan Pablo II: “Solo El puede conducirnos al amor del Padre y del Espíritu Santo y hacernos partícipes de la Santísima Trinidad.”

Cuando un catequista habla, cuando invita a conocer a Cristo, lo que hace es ser un portavoz de la palabra de Jesús, lo que hace es permitir que Dios hable por su boca, tal como lo hizo el propio Cristo que decía: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado”(Jn 7, 16) Procuremos nosotros conocer cada vez más a Cristo para poderlo trasmitir a los demás y estemos siempre en comunión con El para facilitarle que hable por nuestra boca y que invite a los hombres como lo ha hecho a través de toda la historia de la humanidad a conocerle y a seguirle.

Glorifiquemos a Dios con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

miércoles, 5 de junio de 2013

XIV-043 Creemos en Jesucristo, Hijo Unico de Dios


CREEMOS EN JESUCRISTO, HIJO UNICO DE DIOS.

Sigue en pie el Año de la Fe, decretado por el Papa Emérito Benedicto XVI, el hecho de que exista un nuevo Papa no quiere decir que las acciones del anterior hayan sido revocadas o terminadas, es como en los países, el hecho de que se elijan nuevas autoridades no implica la revocatoria de las leyes y decretos de la anterior administración, a menos que específicamente y siguiendo los procedimientos establecidos en las mismas normas se proceda a efectuar algún cambio. En consecuencia, todas las recomendaciones que se nos hicieron para este Año de la Fe que durará hasta Octubre, siguen estando vigentes y en lo que concierne a nosotros debemos continuar el repaso el Catecismo que es nuestro modesto aporte a este evento de carácter mundial.

La vez anterior llegamos hasta el párrafo 421 con el que concluye el Primer Capítulo, vamos a continuar ahora con el Capítulo Segundo que lleva este nombre “Creo en Jesucristo, Hijo Unico de Dios”, les doy estas indicaciones para que ustedes mismos ubiquen en el Catecismo los Temas que vamos exponiendo y los lean y los relean, los mediten y analicen para que tengan bien claros los conceptos y yo quedo comprometido a recibir sus correspondencias para aclarar cualquier duda que les pueda surgir.

En la carta a los Gálatas nos dice San Pablo: “Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva.” (Ga 4, 4-5) Dios cumplió así su promesa al pueblo elegido, ajustándose a todos los detalles con que fuera anunciado el Mesías en las Sagradas Escrituras, pero que a pesar de todo ello no fuera reconocido por el pueblo judío que nunca creyó que Jesús era el enviado de Dios y aún hoy, en nuestros días, siguen esperando la venida del Mesías prometido. Nosotros los católicos, en cambio, si creemos que Jesucristo es el Hijo de Dios y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío, de María, una hija de Israel, en Belén en tiempos del Rey Herodes el Grande y del Emperador romano César Augusto, de oficio carpintero como su Padre Adoptivo San José, que fuera muerto crucificado en Jerusalén, bajo el Procurador Poncio Pilato, durante el reinado del Emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha “salido de Dios” (Jn 13, 3) y “bajó del cielo” (Jn 3, 13; 6, 33).

¿Qué nos mueve a nosotros a creer tan firmemente que Jesucristo es el Hijo de Dios? Nos mueve el Espíritu Santo, la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, así como movió al apóstol San Pedro, cuando Jesús preguntó a los apóstoles “¿Quién dicen ustedes que soy yo?” a decir con seguridad y firmeza: “Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mt 16, 16).
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

Te invito a seguirme en Twitter @Guscarias2003 a partir de hoy, para que compartamos ideas y pensamientos sobre el amor de Dios.