viernes, 14 de febrero de 2014

XV-006 La Tibieza, el enemigo silencioso.



LA TIBIEZA, EL ENEMIGO SILENCIOSO.

Así como al cáncer se le ha llamado “el enemigo silencioso”, porque es una enfermedad del cuerpo que avanza sin presentar síntomas visibles y solo cuando ya no hay vuelta atrás comienza a manifestarse, yo diría que en el terreno espiritual, la Tibieza es su equivalente para el alma, al principio parece inofensiva pero poco a poco va haciendo su trabajo y es capaz de llevarnos adonde nunca hubiésemos querido, la Tibieza es realmente el enemigo silencioso de nuestra alma, debemos detectarla y combatirla.

Pero qué es la Tibieza? Cómo podemos reconocerla? Y qué podemos hacer para combatirla? Sabemos que cuando algo está tibio es porque no está ni muy frío ni muy caliente, como decimos en criollo, no es ni fú ni fa, son esas posiciones de algunos católicos que demuestran indiferencia en las cosas que hacen, que se conforman con muy poco en la práctica de su religión que les basta con decir que creen en Dios y que van a misa los domingos, cuando hace buen tiempo, y que se jactan de decir que no cometen pecados mortales sino simples pecadillos veniales que para ellos no ameritan confesión ni arrepentimiento.

Tibieza es hacer con pereza las cosas de Dios y de ser posible buscar como evadirlas para estar más cómodo, por ejemplo si alguien propone rezar el rosario en familia, ponerse a hacer otra cosa y decir que se está ocupado, preferir las conversaciones banales a aquellas en las que se habla de las cosas de Dios, preferir un paseo al campo o a la playa antes que ir a misa, pasar por delante de una iglesia sin santiguarse o quitarse el sombrero o entrar en la iglesia y pasar por delante del sagrario sin hacer una reverencia al Santísimo Sacramento, la falta de oración diaria, el desinterés por los eventos religiosos.

Los primeros síntomas de la Tibieza son la flojera en la vida espiritual y la conformidad con el estado en que se encuentra nuestra alma, pensar que no es necesario mejorar, que no se requiere una renovación ni un impulso hacia adelante en búsqueda de la perfección y permitir que las pequeñas faltas en las que incurrimos a diario pasen sin molestarnos en lo más mínimo por corregirlas. Si evitas los pecados mortales quiere decir que quieres salvarte, pero dejas pasar con tranquilidad los pecados veniales que son como esas maripositas que van minando los jardines y acabando con las flores que los embellecen. Los pecados veniales hacen mucho daño al alma y debemos sentir dolor por ellos, dolor de corazón, porque con ellos estamos también ofendiendo a Dios y descuidando nuestra vida interior.

Examina tu vida actual, tus costumbres, tus actitudes ante las propuestas de la vida espiritual y detecta la tibieza que puede estar oculta sin que te hayas dado cuenta y comienza desde ya a combatirla, para ello cuentas con dos grandes aliados que te ayudarán, el Espíritu Santo y la Santísima Virgen, ruega al Espíritu Santo que riegue esa tierra seca que está rodeando tu alma y que la haga fértil y productiva y ama mucho a la Santísima Virgen que como Madre está dispuesta a darte la mano y llevarte por el camino que conduce a Jesús.

Ven Espíritu Santo, llena de gracia los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu divino amor. Amén.

Glorifiquen a Dios con sus vidas.
 
Gustavo Carías.
 
Que la paz de Cristo reine en tu corazón, te deseo un feliz fin de semana, no olvides el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la misa dominical.

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