ORAR EN MOMENTOS DIFÍCILES.
Para nadie son un secreto los momentos difíciles por los que atraviesa Venezuela, todos quisiéramos que se encontrara una solución que nos enrumbara por caminos de paz y no por los de la confrontación entre hermanos, para nosotros los católicos lo primero debe ser la oración, porque Dios está deseoso de que le pidamos, ya que como nos dice San Agustín: “La oración, sepámoslo o no, es el encuentro entre la sed de Dios y la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de El.” Si Dios es nuestra fuerza, aquel que está con nosotros y en quien confiamos, nada más sensato que contarle nuestras preocupaciones y pedirle su ayuda, debemos por tanto orar en estos momentos difíciles.
Muchas veces escuchamos, tanto en la vida real como en la vida ficticia del cine y las novelas, la consabida frase: “Ya solo nos queda orar, hemos hecho todo lo humanamente posible.” Se considera a la oración como la última opción, cuando en realidad ha debido ser la primera, ya que si confiamos en la oración cuando ya no hay más nada que hacer, lo lógico es pensar que esa confianza tendría aún más apoyo si la hubiésemos practicado cuando si había cosas por hacer todavía y en ese caso no estaríamos pidiendo un milagro sino una ayuda por parte de Dios a la ciencia y a las personas que trataban de hacer algo.
Nos dice el catecismo que “La oración cristiana es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo. Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo y de nosotros, dirigida por completo al Padre, en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre.” (Cat 2564) Jesús vino al mundo para ganarse nuestra confianza y nuestro amor, para que perdiéramos ese miedo al Dios castigador que habíamos imaginado y para mostrarnos que su Padre es también Padre Nuestro y que nos ama y solo quiere nuestro bien y nuestra felicidad. Jesús pasó por el mundo haciendo el bien a todos, curando a los enfermos, resucitando a los muertos, haciendo ver a los ciegos, caminar a los paralíticos, oír a los sordos y aconsejando a todos el camino que debemos seguir para alcanzar las bienaventuranzas. Por tanto Jesús es nuestro amigo, nuestro hermano mayor, nuestro intercesor ante el Padre, en él debemos depositar nuestra confianza para sentirnos seguros a su lado y bajo su protección.
Jesús nos enseñó a orar, primero con su ejemplo, Jesús oraba antes de cada decisión importante, antes de cada milagro y en los momentos difíciles y cuando los apóstoles le pidieron que los enseñara a orar, les enseñó el Padre Nuestro que es una oración de alabanza y a la vez de petición por las necesidades básicas del hombre que son el alimento y el perdón de sus pecados
En María, la Madre de Jesús, encontramos el modelo perfecto de la vida de oración, ella nos acompaña en nuestras oraciones y nos ayuda a obtener de Jesús las gracias que necesitamos, decía Mons. Alvaro del Portillo, quien próximamente será beatificado, que: “María es la Madre Buena que tenemos en el cielo que nos obtiene tantas gracias de Dios”. A ella podemos acudir en el rezo del Santo Rosario y pedirle que nos alcance la ayuda de Jesús en los momentos difíciles, tal como lo hizo en las Bodas de Caná de Galilea con aquellos novios a quienes se les había terminado el vino, para que Dios se digne convertir los corazones de todos los venezolanos en corazones limpios como el cristal y dulces como la miel, en corazones que sean como el Corazón de Jesús.
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Gustavo Carías.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y les acompañe siempre.
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