miércoles, 16 de julio de 2008

IX-076 ¿Y tú, cómo vas Jesús?

Ayer comenzaron las actividades de la Jornada Mundial de la Juventud en Australia, tuve el agrado de observar la transmisión de la misa inaugural, por EWTN, allí se dijo que la patrona de la Juventud es Santa Teresita y se recordó una anécdota de su vida: Ella misma cuenta que mientras comulgaba, cuando regresó a orar a su puesto, se sentó a su lado un joven muy bello que le puso su mano en el hombro y le preguntó "¿Cómo vas Teresita?" y ella después de contarle las últimas cosas que le habían ocurrido, también le preguntó de igual manera "¿Y tú, cómo vas Jesús?".

Que bello sería que nosotros pudiésemos tener esa confianza con Nuestro Señor al punto de poder hacerle esa pregunta ¿Y tú, cómo vas Jesús?, que pudiéramos tratarlo como lo que es, como un amigo, un amigo verdadero, un amigo sincero, que está siempre pendiente de nosotros, de nuestra vida, de nuestro comportamiento, no para espiarnos ni para regañarnos sino para aconsejarnos, porque su mayor preocupación está en que nosotros podamos pasar la gran prueba de la vida y podamos vivir junto a él eternamente.

A Dios no le podemos temer, lo que llamamos "Temor de Dios" no es temor a que nos castigue o nos envíe penas y dolores, es temor a no ofenderle, a eso si que debemos temer, pero a Dios, a Jesús, la segunda persona de la Santísima Trinidad, lo que debemos profesarle es amistad y a un amigo siempre buscamos acercarnos y preguntarle por su salud, por su vida, por su familia. El que teme a Dios y se aleja de él es porque siente en su conciencia el peso de sus pecados, esa carga lo va hundiendo cada vez más y lo va separando de sus verdaderos amigos y oculta su rostro y se siente avergonzado, mientras su espíritu se va secando poco a poco.

Dice Jesús: "…y son ustedes mis amigos si cumplen lo que les mando" (Jn 15, 14). Hagamos pues nuestro esfuerzo personal por ganarnos la amistad de Jesús, cumpliendo con sus mandamientos, intimemos dulcemente con él como lo hiciera Santa Teresita y seguramente llegará el día en nos atrevamos a preguntarle ¿Y tú, cómo vas Jesús?.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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