UN LLAMADO AL CORAZON.
Les sugiero meditar hoy sobre lo que ha pasado en Haití, una tragedia de proporciones incalculables, un movimiento telúrico que en cuestión de segundos destruyó vidas y viviendas en un número tal que las autoridades no se atreven a cuantificar.
He visto algunas filmaciones de la situación después de la catástrofe y son realmente conmovedoras, gente deambulando por las calles sin saber a donde ir, niños abandonados, heridos tendidos en las aceras sin que nadie los atienda, cadáveres por doquier, todo es destrucción y ruina.
Por eso quiero hoy hacerles un llamado al corazón de cada uno de ustedes, a cumplir con el mandamiento divino de “amaos los unos a los otros”, y ¿qué podemos hacer?.
Cada uno de nosotros puede y debe hacer algo, lo primero, desde luego es rezar, pedir a Dios por las almas de los que partieron de improviso y a lo mejor no estaban preparados, para que el Señor tome en cuenta esta situación y en su infinita misericordia perdone sus pecados y tome en cuenta las cosas buenas que pudieran haber hecho en su vida, en segundo lugar por los sobrevivientes, los que están atrapados y aún con vida para que el auxilio llegue a tiempo, los que están heridos para que obtengan la asistencia deseada, y los demás que están pasando hambre y desamparo para que la ayuda humanitaria de los países pueda llegar hasta ellos y alivien su situación, también consuelo para los que perdieron a sus familiares.
Dios ha sido generoso con nosotros, ¿de qué manera podemos retribuirle todo lo que ha hecho por nosotros? Siendo nosotros a la vez generosos con nuestros hermanos haitianos, recordemos aquella frase de San Mateo “En verdad les digo que, cuando lo hicieron con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicieron a mi”.(Mt 25, 40).
Abramos nuestro corazón y practiquemos la virtud de la caridad, yo les hago este llamado, por la vía que ustedes consideren más apropiada y conveniente, hagámosles llegar nuestra ayuda, Dios nos observa y quiere ver como reaccionamos en este caso, nuestros hermanos esperan ese auxilio, no los hagamos esperar.
Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.
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