LA VENTANILLA DEL CONFESIONARIO.
Hoy les invito a meditar sobre el Sacramento de la Confesión, ese sacramento que en la mayoría de los templos se realiza a través de una ventanilla, una pequeña rejita de madera instalada en los confesionarios que permite el paso de la voz, pero dificulta la visión entre los interlocutores, es una ventanilla que tiene dos lados, de un lado está el pecador y del otro lado el sacerdote, por este lado se dicen los pecados cometidos y por el otro se otorga el perdón o la retención de los mismos, de un lado se desata una tormenta llena de impurezas, de ofensas a Dios, de desamor y odio, y de todo lo malo que sale del corazón del hombre, es el aliento del pecador, su voz ensucia aquella ventanilla, pero del otro lado viene la respuesta de Jesús, la calma, la paz, el perdón que todo lo borra y purifica y limpia aquella ventanilla, luego el pecador arrepentido la pule de nuevo con sus lágrimas y su propósito de enmienda.Y allí está de nuevo la Ventanilla del Confesionario, limpia y pura, dispuesta a recibir al próximo penitente, un niño tal vez, un anciano, un joven o un adulto, no importa la edad, tampoco la raza o el color de la piel, ni el nivel cultural o la ignorancia, ni el rango ni el poder, por allí pueden pasar todos los que en conciencia reconozcan que han ofendido al Señor y quieran aprovechar su misericordia y acogerse a ella con arrepentimiento, con una contrición verdadera y con el deseo de enderezar su camino.
Podemos guardar las apariencias externas de pureza y de limpieza ante los demás, pero ante Dios no, porque El ve nuestro interior y sabe lo que ocultamos, a El no le podemos engañar, no hagamos como los fariseos del tiempo de Jesús que guardaban las apariencias lavándose las manos y los brazos antes de comer para significar que estaban puros cuando en realidad interiormente estaban podridos como los sepulcros blanqueados y decían que no podían comer esto o aquello porque era introducir cosas impuras en su cuerpo, toda una falsedad, Jesús les dijo: “!Que bien salvan ustedes las apariencias! Con justa razón profetizó de ustedes Isaías cuando escribía: Este pueblo me honra con sus labios. Pero su corazón está lejos de mi.”( Mc 7, 6 ). Y más adelante les explicaba a los apóstoles: “¿No comprenden que nada de lo que entra de fuera en una persona puede hacerla impura? Pues no entra en el corazón, sino que va al estómago primero y después al basural.” “Y luego continuó: “Lo que hace impura a la persona es lo que ha salido de su propio corazón. Los pensamientos malos salen de dentro, del corazón: de ahí proceden la inmoralidad sexual, robos, asesinatos, infidelidad matrimonial, codicia, maldad, vida viciosa, envidia, lujuria, orgullo y falta de sentido moral. Todas estas maldades salen de dentro y hacen impura a la persona.” ( Mc 7, 18-23 ).
Vamos a dejar de lado nuestra carga de impurezas, aquella ventanilla nos está llamando, espera por nosotros, acudamos al perdón y la misericordia del Señor, honrémosle de corazón y de allí saldremos con la frente en alto, sin apariencias, con autenticidad, llenos del amor divino.
Les deseo la paz de Cristo y la bendición de Dios Todopoderoso.
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