lunes, 23 de enero de 2012

XIII-004 Que nos una el corazón.



QUE NOS UNA EL CORAZÓN.


Hemos hablado de la necesidad de mejorar nuestra vida interior, ello se logra mediante la meditación, la oración, la penitencia y la eucaristía. Nosotros estamos tratando de ayudarles con la primera de estas acciones, la meditación, es probable que muchos piensen: si, voy a meditar, ¿pero sobre qué voy a meditar?, la colaboración de nosotros está en plantearles un Tema que es susceptible de meditación y exponerles algunas ideas que les sirven para contrastarlas con las propias y con las que hayan escuchado acerca de ese tema, todo lo cual los debe llevar a una conclusión.


Ciertamente no podemos esperar que todas las personas piensen de igual manera, sobre cada tema habrá diferentes opiniones, cada quien desde su propio punto de vista, de acuerdo con sus conocimientos, con su cultura, con su experiencia de vida, con su temperamento y su carácter, opinará de forma diferente, pero cuidado, esto no puede ni debe en ningún momento ser motivo de división o de separación entre nosotros, puede que nuestras mentes piensen diferente, pero que nos una el corazón.


No podemos ser partícipes de una división en el Reino de Dios, por el contrario debemos ser siempre factores de unidad, recordemos las palabras de Jesús: “Un reino donde hay luchas internas va a la ruina” ( Lc 11, 14) Ninguno de nosotros quiere la ruina del reino de Dios, todos aspiramos a participar de él por toda la eternidad, entonces ¿quién quiere provocar esas divisiones?, tiene que ser el maligno, él sabe también que la forma de combatir el bien es provocando la división, la desunión. Lo malo de las ideas contrapuestas no está en sí mismas, sino en las actitudes y las acciones que tomemos para hacer prevalecer las nuestras, es por ello que debemos entregar a Cristo todas nuestras actitudes y pedirle que sea El quien nos oriente en nuestras opiniones.


Debemos procurar en lo posible la unidad de las mentes en sus juicios y criterios, ello es posible si se dejan de lado actitudes radicales o de claro enfrentamiento y se intercambian opiniones y puntos de apoyo en busca de la unidad, seamos siempre factores de unidad y no factores de separación.


La mejor manera de buscar esta unidad es poniendo a participar nuestro corazón y hacerlo todo por amor a Dios y al prójimo, expongamos nuestras ideas respetando el criterio de los demás y emitamos nuestros juicios pensando primero en el amor que Dios nos pide por todos nuestros hermanos.


Que la paz de Cristo esté contigo y la bendición de Dios Todopoderoso se derrame sobre todos los tuyos.

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