CONOCER EL AMOR.
Hace pocos días veía un reportaje sobre el Hogar para Ancianos de la Comunidad Madre Emilia, situado en Montalbán, La Vega, Caracas, un sitio muy lindo, muy limpio, atendido por esta comunidad de religiosas en el que se da casa y comida a los ancianos y adultos mayores, algunos con una pensión pagada por sus familiares y otros gratuitamente, financiado por los aportes y contribuciones de personas caritativas. El sitio es amplio y limpio, muy bien llevado y las ancianitas a las que entrevistó el reportero se encuentran felices porque allí comparten sus últimos días con personas de su misma edad, se distraen y conversan, sus familiares los visitan a menudo, todos son amigos y forman una gran familia. Sin embargo, me impactó algo que dijo la Directora del local, que muchas veces han tenido que recoger en la puerta a ancianos abandonados allí por sus familiares que los dejan sin ninguna referencia y posteriormente no se ocupan más nunca de ellos. Y me preguntaba ¿Cómo es posible que un ser humano actúe así con un familiar? ¿Es acaso su corazón tan duro que no conoce el amor?
Nos dice San Juan en su Primera Carta: “Queridos míos, amémonos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, pues Dios es amor. Miren como se manifestó el amor de Dios entre nosotros: Dios envió a su Hijo único a este mundo para que tengamos vida por medio de él. En esto está el amor; no es que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó primero y envió a su hijo como víctima por nuestros pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos mutuamente. A Dios no lo ha visto nadie jamás, pero si nos amamos unos a otros, Dios está entre nosotros y su amor da todos sus frutos entre nosotros.” ( 1-Jn 4, 7-12)
Debemos por tanto esforzarnos por conocer a Dios, pues conociendo a Dios conoceremos el amor. Si conocemos a Dios y sabemos que él nos amó primero, seremos capaces de amarlo, amando al prójimo con ese mismo amor que Dios infunde en nosotros. El hombre que no conoce a Dios anda en medio de las tinieblas y tarde o temprano tropezará, en cambio el que conoce a Dios anda en la luz y la Sangre de su Hijo, Jesús le protegerá.
Pidámosle al Señor que no permita que nuestros corazones se endurezcan como las piedras ni que seamos insensibles al dolor y las necesidades ajenas y preocupémonos por acercarnos cada día más a Dios, porque conociéndole conoceremos también el amor.
Que la paz de Cristo esté contigo y la bendición de Dios Todopoderoso se derrame sobre ti y toda tu familia.
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