NUESTRA VIDA INTERIOR.
Comenzamos un Nuevo Año, hace apenas 15 días nos dimos un gran abrazo de Año Nuevo y deseamos a todos los nuestros familiares y amigos un año lleno de felicidad y armonía, de paz y prosperidad. Hicimos como todos los años una serie de propósitos para tratar de hacer las cosas mejor y no cometer los mismos errores del pasado, en la medida en que los logremos vamos a sentir esa paz y esa tranquilidad tan deseada. En la mayoría de los casos nuestra mente asocia la felicidad con la satisfacción de nuestras necesidades corporales, pensamos que si este año vamos a tener mayor poder de compra, si nos aumentan el sueldo, o si nos sacamos algún premio, vamos a vestirnos mejor, vamos a comer mejor, vamos a poder viajar, vamos a guardar para el mañana y en consecuencia vamos a ser más felices. Vayamos al fondo del asunto, ¿es cierto eso? ¿qué nos dice nuestra experiencia de vida?.
Si meditamos con profundidad este tema, nos vamos a encontrar que en efecto las veces que hemos recibido mejoras de tipo económico, hemos satisfecho muchas de nuestras inquietudes y nos hemos sentido felices, pero ¿Por cuánto tiempo? Una vez satisfecho el deseo que tuvimos viene una alegría pero ésta es pasajera y lamentablemente aparece una nueva inquietud que nos lleva de nuevo al principio de todo. La satisfacción de necesidades físicas o materiales se torna en un círculo vicioso interminable, donde son mayores las frustraciones y los desengaños que las alegrías, siempre nos hará falta algo. Recordemos que cuando Dios envió el Maná a los Israelitas en el desierto le encomendó a Moisés que les dijera que recogieran solamente lo necesario para cada día, “Que nadie guarde nada para mañana” “Cada cual recogía día tras día lo que necesitaba para el día, y luego, al calentar el sol se derretía lo que quedaba.”( Ex 16, 19-21 )
Por el contrario, el desarrollo de nuestra vida interior, de nuestro crecimiento espiritual, nos brinda una satisfacción perdurable, acumulativa, incansable, inacabable que no se derrite. Nuestro espíritu requiere crecer en forma similar a como crece nuestro cuerpo y ese crecimiento no es espontáneo sino que requiere de nuestro esfuerzo de nuestra voluntad, de nuestro deseo de acercarnos a Dios, de conocerle y de amarle.
Que triste es encontrar a personas mayores que aún no han madurado espiritualmente porque no han hecho el menor esfuerzo por lograrlo y pensar que la vida es tan corta y que a medida que va pasando el tiempo se acorta nuestra existencia y se van marchitando las oportunidades porque no existe una segunda oportunidad. Dios es misericordioso y nos da prórrogas de vida para que logremos lo que debe ser el principal objetivo de nuestro paso por esta tierra, alcanzar la vida eterna, no las desaprovechemos.
El desarrollo de nuestra vida interior nos abre los caminos de la esperanza que nos señala Jesús en el evangelio, nos da una satisfacción y una dicha que nadie nos puede quitar y Dios es tan bueno que nos llama continuamente por diversos medios que llegan a nuestras manos y a nuestros sentidos para nuestro bien.Vamos a hacer el propósito este año, todavía estamos a tiempo, de mejorar nuestra vida interior, de crecer espiritualmente, Dios lo espera de nosotros, pongamos nuestra voluntad a su servicio y así lograremos una verdadera y perdurable felicidad en nuestras vidas.
Que la paz de Cristo esté con todos ustedes y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre todos los tuyos.
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