JERUSALEM, SI TU SUPIERAS…
En las lecturas y en los salmos de estos días hemos oído mencionar mucho a Jerusalén, la ciudad donde se desarrollaron importantes acontecimientos de la vida de Jesús, incluyendo su muerte en la Cruz, por todo lo cual es considerada para los católicos una ciudad sagrada, así como también lo es para el judaísmo y para el islam, por eso he querido que meditemos y conozcamos hoy un poco más sobre ella.
Cuando decimos “ella” le estamos dando una personalidad femenina, la que usualmente usan los poetas para dirigirse a las ciudades, por eso la ven a veces vestida como una novia, o la consideran una madre para sus hijos. Jesús también le habló a Jerusalén y lloró por ella y por su futuro, lamentando que no hubieran reconocido al que había venido en el nombre del Señor.
Estuve en Jerusalén en 1995, en una peregrinación encabezada por la Señora María Esperanza de Bianchini, hoy Sierva de Dios, y ya para entonces era una ciudad altamente desarrollada, donde la ciudad vieja, donde se desarrollaron los acontecimientos de la vida de Jesús es ahora solo un sector pequeño dentro de la ciudad grande que es la capital de Israel, con edificios y construcciones modernas, amplias vías de comunicación y vida comercial e industrial, así como un intenso turismo internacional que es factor importante en la vida del país.
Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo, se han encontrado pruebas de su existencia que datan del IV milenio antes de Cristo, y a lo largo de su historia ha sido conquistada y arrasada múltiples veces, y se ha reconstruido otras tantas. Pocos han sido los períodos de paz que ha logrado vivir, a pesar de que paradójicamente su nombre viene del hebreo “yeru” que significa casa y Shalem o Shalom que significa paz, es decir “casa de la paz”, pero aún hoy en día vive en una tensión permanente con los pueblos limítrofes.
Como dijimos en una meditación sobre el tema, la palabra Sion es sinónimo de la ciudad de Jerusalén y del pueblo de Israel, porque Sion es una de las colinas de Jerusalén donde se realizó la batalla que dio al Rey David la conquista de la ciudad, por eso leemos en Zacarías: “Esto dice el Señor de los ejércitos: “Yo siento por Sion un amor ardiente y celoso, un amor celoso que me arrebata” (Za 8, 1)
Sin embargo, Jerusalén no fue capaz de reconocer la llegada del Mesías y por el contrario lo condenó a muerte de Cruz y asumió su responsabilidad cuando dijo a Pilato “que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”; fue por eso que Jesús lloró ante sus puertas diciendo proféticamente: “¡Jerusalén, Jerusalén que bien matas a los profetas y apedreas a los que Dios te envía! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la gallina reúne a sus pollitos bajo las alas, y tú no has querido! Por eso se van a quedar ustedes con su templo vacío. Y les digo que ya no me volverán a ver hasta que digan: ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor!” (Mt 23, 37-39).
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.
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