miércoles, 30 de octubre de 2013

XIV-084 La Esperanza como virtud


LA ESPERANZA COMO VIRTUD.

Para muchos la Esperanza viene a ser como un último recurso, el refrán lo dice: “la esperanza es lo último que se pierde” y lamentablemente esto sucede mucho antes de lo que debiera, perdemos la creencia en la realización de nuestros deseos y caemos en el desaliento, nuestras fuerzas se desvanecen, perdemos el apoyo en ellas  y nos entregamos. Para un cristiano no debe ser así, tenemos una gran esperanza que es entrar en el Reino de los Cielos y obtener la vida eterna, porque eso fue lo que nos prometió Nuestro Señor Jesucristo y todo lo que nos conduce hacia esa meta es motivo de felicidad para nosotros y para ello no estamos contando con nuestras propias fuerzas, sino con los auxilios de la gracia del Espíritu Santo.

La Esperanza como virtud es producto de la fe, si creemos realmente en Dios y en las promesas de Cristo, tenemos esperanza, y mientras más fuerte es nuestra fe, mayor será nuestra esperanza. Debemos por tanto alimentar nuestra fe, con la oración, la penitencia y la práctica de los sacramentos para que robustecida contribuya a hacer más fuerte nuestra esperanza. No podemos dudar de quien nos hizo esas promesas, porque sabemos de la fidelidad de Dios, dice la carta a los Hebreos: “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10, 23).

La soledad y el desánimo son enemigos de la esperanza, de allí que el cristiano debe buscar la comunicación y la agrupación, debemos aprender a convivir y compartir, en la unión está la fuerza, por ejemplo, la oración es más fuerte y más escuchada por Dios cuando dos o más personas están reunidas en su nombre para hacer oración, por eso las recomendaciones que siempre les hago los fines de semana de rezar el Rosario en Familia y de asistir a la Misa Dominical que es la asamblea de todos los cristianos para orar y dar gracias al Señor.

En la Biblia tenemos varios modelos de Esperanza como virtud, el primero de ellos es el de Abraham quien confió plenamente en Dios hasta el punto de  preferir el sacrificio de su hijo antes que dudar del Señor y por eso Dios le premió haciéndolo padre de todas la naciones; el ejemplo de María de Nazaret, modelo de fe y esperanza: “!Dichosa tú porque has creído que se cumplirán las promesas del Señor!” (Lc 1, 45) le dice su prima Isabel cuando ella la fue a visitar después del anuncio del ángel.

La vida nos somete a pruebas, a veces muy difíciles, tanto que parecen insuperables, pero nuestra esperanza no permitirá que desfallezcamos, ella es nuestro escudo protector. “Con la alegría de la esperanza; constantes en la tribulación” (Rm 12, 12).
Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.
  
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

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