lunes, 10 de agosto de 2009

X-071 Respeto al Santísimo Sacramento.



Al considerar el respeto que debemos al Santísimo Sacramento, debemos primero reflexionar sobre ¿Qué es en realidad el Santísimo Sacramento? En otras palabras lo que significa para un católico una hostia consagrada. Recordemos que durante la última cena con sus apóstoles: “Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo” (Mt 26, 26). Luego lo hizo también con el vino que pasa a convertirse en su sangre y recomendó a los apóstoles hacer todo eso en memoria suya. Es decir que cuando el sacerdote consagra las hostias durante la misa, aún cuando estas no cambian su aspecto físico, se convierten en el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo, por eso debemos adorarle y glorificarle, el Santísimo Sacramento es nada más ni nada menos que Dios, en cuerpo alma y divinidad.

Nuestro primer encuentro con el Santísimo Sacramento se produce durante la misa, cuando el sacerdote consagra, es el momento más solemne de la Santa Eucaristía, Jesús se hace presente en el altar, nuestro Rey, el Rey de reyes, está frente a nosotros. ¿Cuál debe ser nuestra actitud en ese momento? Una reverencia profunda, debemos estar de rodillas, salvo que tengamos algún impedimento físico, con la vista baja, adorarle con nuestros pensamientos, no distraernos en lo más mínimo con ninguna otra cosa, ese momento es sagrado, la campanilla nos ayuda a disipar de nuestra mente cualquier distracción. El sacerdote alza la hostia y permite que todos los fieles puedan verla, en ese momento podemos levantar la vista y contemplarlo por unos instantes, para luego volver a una profunda meditación.

La misa continúa, pero ahora Jesús está presente, continúa allí en el altar, guardemos aún mayor compostura, nuestro Rey está allí y por su gran amor hacia nosotros quiere dársenos en alimento en la Comunión, debemos agradecerle su extrema generosidad.

Durante la comunión es necesario continuar en una actitud de profundo respeto, desde el momento que nos levantamos de nuestro asiento, mientras hacemos la fila para llegar a comulgar y de regreso a nuestro puesto, no podemos estar saludando a los conocidos ni estar regalando sonrisas y saludos, eso hay que dejarlo para después de la misa, todos nuestros pensamientos deben estar dedicados al Señor.

Recibir la comunión en la boca, de las manos del sacerdote, recordemos que lo de la comunión en la mano fue una dispensa que se dio a algunos obispos que lo habían solicitado por circunstancias especiales, por tanto es un irrespeto tocar con nuestras manos al Santísimo.

No olvidemos que para poder comulgar debemos haber confesado recientemente nuestros pecados y haber recibido la absolución de un sacerdote, nuestra alma debe estar limpia y pura para ese momento, de lo contrario sería como si estuviéramos echando la hostia en un basurero, sería un sacrilegio, evitémoslo a toda costa.

En la próxima entrega les hablaré más acerca del respeto al Santísimo Sacramento, no solo en la comunión sino en otras circunstancias: en el sagrario, cuando está expuesto, en las procesiones y cuando es conducido de un lugar a otro.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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