Con la presente meditación cerramos el primer ciclo de este año, ya que al igual que la mayoría de ustedes, vamos a tomarnos unas vacaciones y volveremos a estar con nuestros lectores a finales del mes de Septiembre para iniciar una segunda etapa que, si Dios quiere, concluirá en Diciembre con el Tiempo de Adviento.
“Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. (Ap 12, 1).
Para despedirnos hemos escogido un tema relacionado con la Virgen María que es nuestra Madre del Cielo ya que seguramente ella es quien va a estar pendiente de nosotros durante este período vacacional. Y digo seguramente porque la Virgen María ha demostrado en todas sus apariciones su preocupación por la humanidad, ella quiere que todos los hombres se salven y está preocupada por el camino que ha tomado este mundo, un camino de perdición, de abandono de la moral y de los principios religiosos que nos enseñó Jesucristo hace dos mil años, un camino que lleva a la adoración de otros dioses que no son ahora Júpiter ni Zeus, ni los dioses del Olimpo, como en tiempos de los romanos y los griegos, sino que son el dinero, el poder, y los placeres de la vida.
En el siglo XX ya el mundo era un “Cambalache” como decía aquel famoso tango, en el que había un despliegue de maldad insolente, una mezcolanza de escalafones y los inmorales se habían igualado con la gente sabia y prudente, pero en este siglo XXI las cosas están aún peores, ya no se disimulan las actitudes ni se disfrazan para darles algún aspecto de decencia sino que se proclaman a voz en cuello y se demandan leyes y regulaciones que permitan que todos los crímenes (el aborto) y las inmoralidades (los matrimonios homosexuales) sean legalizados formalmente.
¿A quién podemos ocurrir? Solo nos queda abrigarnos en los brazos amorosos de nuestra Madre bendita para que ruegue a Dios por nosotros y por este mundo que se pierde inexorablemente.
La Virgen María Reconciliadora de todos los Pueblos dijo a María Esperanza en Betania que ella venía para “salvar a todos sus hijos de la burla y escarnio de los fariseos de estos tiempos apocalípticos” y que solo su Divino Hijo y su Padre podrían poner orden y “encauzar esta humanidad deteriorada por las infiltraciones de la demagogia, falsedad e injusticia social.” (Véase bibliografía al pie).
Hablemos pues con María, mediante el rezo del Rosario, con la oración frecuente, con la penitencia y la eucaristía, acerquémonos a ella, vamos a pedirle su intercesión para que el Señor tenga piedad de nosotros y del mundo entero.
“Ven, Madre mía, alivia nuestras cargas, santifica nuestras familias, ayúdanos, socórrenos, bendícenos y ponnos tu manto materno.” (MEB)
Bibliografía:
Pbro. Otty Ossa Aristizábal, “Apariciones de la Virgen María en Betania”.
María Esperanza de Bianchini, “El Puntal de Luz”.
La Biblia Latinoamericana, Editorial verbo divino.
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