miércoles, 12 de agosto de 2009

X-072 Matrimonios Católicos y uniones no católicas.


A menudo recibo correspondencia de personas que tienen problemas en su unión conyugal, casi siempre se trata de parejas que no son de la misma religión o no tienen las mismas creencias, pero que sin embargo, a pesar de esos impedimentos y “por amor” se han juntado como pareja y han pretendido formar un hogar, con el tiempo surgen los problemas y llegan a un punto en que son insolubles. ¿Qué ha pasado? Ha pasado lo mismo que aquel que construyó su casa en el cauce de una quebrada y cuando vino la creciente se lo llevó todo, porque cuando las bases no están firmes, la estructura tarde o temprano colapsará. Por el contrario, cuando la pareja ha decidido formar su hogar poniendo a Dios como testigo de su unión y teniendo como modelo a la Sagrada Familia de Nazaret, aún los problemas más graves llegan a tener solución en la gran mayoría de los casos.

Dios quiere que los hombres crezcan y se multipliquen, pero en forma ordenada y siguiendo las leyes divinas, no como los animalitos. Para que la humanidad crezca son esenciales los núcleos familiares, pero no familias en las que cada quien vaya por su lado y cada miembro haga lo que le venga en gana, eso solo traerá rencillas, peleas, discusiones y rompimientos o divorcios. La unidad de la familia es fundamental y eso se logra con hogares bien fundados en los que el objetivo del matrimonio sea precisamente la formación de una nueva familia, la educación cristiana de los hijos que trae consigo el amor hacia sus padres y la unión fraternal.

Hablo más que todo a los jóvenes que están ya en edad de escoger pareja, no se vayan de bruces en la escogencia, hay muchas cosas que Dios permite que sucedan pero no todas son convenientes para nosotros, son pruebas que debemos superar, seguramente Dios puso ante ti aquella persona para probarte, para ver como manejas tu libre albedrío, para ver si sabes distinguir entre lo que conviene y lo que no conviene. Ante todo y por sobre todo debe estar tu amor a Dios, es el primer mandamiento divino, de manera que si aquella relación supone una unión por fuera de las leyes de la Iglesia Católica es preferible que busques otro u otra candidata. Nada de que tu sigues con tu religión y yo con la mía, eso no sirve, ¿Y los hijos? ¿Bajo que religión se educarán? ¿Y el pecado del concubinato, vas a estar toda la vida así? No pospongas tu decisión para después, tienes que estar claro “Amar a Dios por sobre todas las cosas”. Recordemos que San Pablo dice a los Corintios: “No se junten con los que rechazan la fe: es cosa absurda” ( 2Co 6, 14).

Y finalizamos citando el folleto “La Familia y el Matrimonio” editado por la Iglesia Sagrada Familia de Nazaret: “La donación total de un hombre y una mujer sólo es verdadero amor humano en el matrimonio. Allí se dan las condiciones de estabilidad necesarias para la procreación y educación de los hijos y para el crecimiento y despliegue del amor de los esposos.”

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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