miércoles, 17 de febrero de 2010

XI-011 Miércoles de Ceniza.


MIERCOLES DE CENIZA.

Hoy es Miércoles de Ceniza, es el primer día de la Cuaresma, es decir de los cuarenta días que anteceden a la Semana Mayor, un tiempo escogido por la Iglesia para convocar a la conversión de todos los pecadores, mediante el arrepentimiento, la penitencia, el ayuno y el ejercicio de la caridad.

La Iglesia nos pide que comencemos este tiempo haciendo hoy ayuno y abstinencia. Asimismo, todos los viernes de Cuaresma, los mayores de 14 años deberán guardar la abstinencia, es decir abstenerse de comer carne.

Recordemos las palabras del Salmo 51: “Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad, por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa y purifícame de mi pecado!
Porque yo reconozco mis faltas y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti solo pequé e hice lo que es malo a tus ojos. Por eso, será justa tu sentencia.” (Sal 51, 1-6).

Cuando pecamos nos apartamos de Dios y de la comunión con su Iglesia, por ello nuestra conversión, nuestro arrepentimiento no solo busca el perdón de Dios sino la reconciliación con nuestra Madre la Iglesia que se alegra al vernos regresar al regazo del Padre. Jesús nos presenta en la parábola del Hijo Pródigo una descripción magistral de este proceso, en primer lugar lo que es el pecado, el ir detrás de una libertad ilusoria y alejarse de la casa del Padre, luego sus consecuencias, la miseria, la tristeza, las humillaciones y el recuerdo de todo lo perdido, nos describe también lo que es el arrepentimiento, volver a la casa del Padre y pedirle perdón con humildad, para luego mostrarnos la alegría que se produce en el Cielo cuando regresa un pecador arrepentido. (Leer Lucas 15, 11-24).

Vamos nosotros a iniciar hoy mismo este retorno a la casa del Padre, sin importarnos que seamos tratados como el último de sus jornaleros, con toda humildad, que la ceniza que vamos a recibir hoy no se quede en un simple signo externo, sino que sea motivo para un cambio espiritual profundo que nos lleve a sentarnos de nuevo en la mesa del Señor y a integrarnos al Pueblo de Dios.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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