viernes, 19 de febrero de 2010

XI-012 Viviendo la Cuaresma.


VIVIENDO LA CUARESMA.

Da pena ver como muchos de los bautizados asisten el Miércoles de Ceniza a los Templos que por cierto estaban abarrotados de gente y escuchan la voz del sacerdote hablando de la importancia de la Cuaresma, de que se trata de un tiempo de conversión, de arrepentimiento, de penitencia y ya al siguiente día el templo vuelve a estar con las mismas personas de siempre, como si ninguno de los que fue el día anterior hubiese escuchado nada.

Yo se que tú que estás leyendo estas líneas dos o tres veces por semana, tienes una actitud diferente, en estos momentos te estás preguntando ¿qué puedo yo hacer para vivir esta Cuaresma de forma diferente?

Existen “prácticas” del tiempo de Cuaresma que se hacen en nuestros hogares casi por costumbre, como es el caso de la abstinencia los días viernes, ya el ama de casa sabe que el viernes no se cocina carne y todo el mundo en casa cumple así con la abstinencia, pero si ese día te toca comer en la calle o si vas a un restaurant con tus compañeros de trabajo, ¿serías capaz de cumplirla? ¿Tendrías la valentía suficiente para decirles, yo hoy no como carne? Hoy es el primer viernes de Cuaresma, recuérdalo.

La Cuaresma tenemos que vivirla tanto interiormente como exteriormente, es decir poniendo un orden de prioridades en nuestra vida, primero Dios, segundo los demás y tercero yo. Si podemos hacer las cosas en este orden estaremos viviendo la Cuaresma.

Si ponemos primero a Dios, debemos hacer ante todo oración, incrementar sustancialmente nuestro tiempo de comunicación con el Señor, ese acercamiento nos va a llevar a la gracia, a recibir la Vida que Cristo quiere comunicarnos. “Yo he venido para que tengan Vida” (Jn 10, 10).
Esa vida que Dios nos comunica nos habilita como instrumentos en sus manos para hacerla llegar a los demás, porque la vida de la gracia nos hace ser copias de Cristo y de esa manera nos acercamos a los demás con el deseo de ayudarles, de servirles, porque hemos venido a servir y no a ser servidos, la vida de la gracia nos hace amables, pacientes, comprensivos, trae la paz a nuestros corazones.

Y de último nosotros mismos, aumentar nuestra auto estima, sabiendo que de la mano de Dios es mucho lo que podemos lograr que la fe en Jesús y en sus promesas nos da fuerza y nos permite avanzar con decisión, sin temor, con plena confianza en que alcanzaremos nuestras metas. Sigue este orden de ideas y estarás viviendo la Cuaresma como debe ser.

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

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