DE LA TEMPESTAD A LA CALMA.
Dice un viejo refrán: “Después de la tempestad, viene la calma.” Es una manera de apaciguar los ánimos cuando los problemas se presentan uno detrás del otro o todos a la vez. Pero, ¿Cuál es la puerta por la que se pasa de la tempestad a la calma?
Hay un pasaje del evangelio de San Mateo que nos dice: “Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: “¡Señor, sálvanos que estamos perdidos!” Pero él les dijo: “¡Que miedosos son ustedes! ¡Que poca fe tienen! Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la mas completa calma. Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: “¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?” (Mt 8, 23-27).
Lo mismo se aplica a nuestras vidas, cuando los problemas se agolpan a nuestro alrededor y nos agobian es como si una tormenta se nos viniera encima, los relámpagos ciegan nuestra vista, los truenos atormentan nuestros oídos, estamos desorientados, nos parece que estamos perdidos, nos da la impresión que el Señor está dormido y que no escucha nuestras súplicas, nos falta la fe.
Acudamos a Jesús, él es la puerta que nos conducirá de la tempestad a la calma, con mucha fe, no dejemos que nos haga el mismo reproche que hizo a los apóstoles: “Que poca fe tienen”.
Las calamidades, las enfermedades y hasta la muerte, se unen a veces para crear el desasosiego en nuestra vida, la intranquilidad, el temor, pero si nos entregamos en los brazos de Dios, si ponemos toda nuestra fe en él, la paz y la tranquilidad volverán a nuestro espíritu.
Nuestro escudo es el Señor, de él son los cielos y la tierra, por eso no hemos de temer en medio de la tormenta, él nos conducirá al feliz puerto donde reinan la tranquilidad y la calma.
Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.
Dice un viejo refrán: “Después de la tempestad, viene la calma.” Es una manera de apaciguar los ánimos cuando los problemas se presentan uno detrás del otro o todos a la vez. Pero, ¿Cuál es la puerta por la que se pasa de la tempestad a la calma?
Hay un pasaje del evangelio de San Mateo que nos dice: “Jesús subió a la barca y sus discípulos le siguieron. Se levantó una tormenta muy violenta en el lago, con olas que cubrían la barca, pero él dormía. Los discípulos se acercaron y lo despertaron diciendo: “¡Señor, sálvanos que estamos perdidos!” Pero él les dijo: “¡Que miedosos son ustedes! ¡Que poca fe tienen! Entonces se levantó, dio una orden al viento y al mar, y todo volvió a la mas completa calma. Grande fue el asombro; aquellos hombres decían: “¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?” (Mt 8, 23-27).
Lo mismo se aplica a nuestras vidas, cuando los problemas se agolpan a nuestro alrededor y nos agobian es como si una tormenta se nos viniera encima, los relámpagos ciegan nuestra vista, los truenos atormentan nuestros oídos, estamos desorientados, nos parece que estamos perdidos, nos da la impresión que el Señor está dormido y que no escucha nuestras súplicas, nos falta la fe.
Acudamos a Jesús, él es la puerta que nos conducirá de la tempestad a la calma, con mucha fe, no dejemos que nos haga el mismo reproche que hizo a los apóstoles: “Que poca fe tienen”.
Las calamidades, las enfermedades y hasta la muerte, se unen a veces para crear el desasosiego en nuestra vida, la intranquilidad, el temor, pero si nos entregamos en los brazos de Dios, si ponemos toda nuestra fe en él, la paz y la tranquilidad volverán a nuestro espíritu.
Nuestro escudo es el Señor, de él son los cielos y la tierra, por eso no hemos de temer en medio de la tormenta, él nos conducirá al feliz puerto donde reinan la tranquilidad y la calma.
Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.
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