lunes, 3 de diciembre de 2012

XIII-110 No puede haber fiesta sin el cumpleañero




NO PUEDE HABER FIESTA SIN EL CUMPLEAÑERO.

Ya estamos de vuelta, con nuevos bríos y mayor entusiasmo para celebrar las fiestas con motivo del Nacimiento del Niño Jesús. Como lo dice nuestro título de hoy, “No puede haber fiesta sin el cumpleañero”, en efecto debemos estar claros en lo que estamos haciendo, estamos celebrando el cumpleaños de Jesús, por eso están muy bien los decorados navideños, las roscas y el arbolito de pino silvestre, adornado con bolitas de colores y todas aquellas cosas que nos recuerdan la Navidad, todo eso está bien, pero no puede faltar la imagen del Niño Jesús, puesto que a él es a quien estamos celebrando, bien sea en un pesebre de miniatura o en una imagen sola, lo importante es que esté presente porque la fiesta es para él, cuando celebramos el cumpleaños de alguien están muy bien los adornos de la casa, los pasapalos y las bebidas, pero si no está presente el homenajeado aquello no es una fiesta, por eso no puede haber Navidad sin la presencia de Jesús.

Todo esto se los digo porque se ha observado en los años recientes una tendencia a dejar de lado el pesebre y la imagen del Niño Jesús, tildándolo de anticuado o pueblerino y no se si de manera intencional se nos atosiga de objetos y símbolos navideños que disocian la idea de su razón de ser, incluso se ha pretendido cambiarle a la Navidad el nombre y llamarla La Fiesta del Inicio del Invierno, menos mal que a nosotros en los países tropicales no nos pega mucho eso del inicio del invierno porque aquí llueve todo el año y la nieve solo la vemos en las cumbres andinas.

Es importante por tanto que nos preocupemos en primer lugar por tener en nuestra casa la representación de aquel momento inolvidable para la humanidad, como fue la primea venida al mundo de nuestro Dios y Señor Jesucristo, es decir un Nacimiento o un Pesebre, o al menos una imagen del Niño Jesús, imagen que debe haber sido previamente bendecida por un sacerdote, para que así podamos orarle y concentrar nuestra atención y nuestra meditación en el Niño Dios y tratar aquella imagencita con la reverencia que debemos a la presencia figurativa del Señor, no se trata de un objeto mas de adorno al lado del cual pasemos a cada momento indiferentes y presurosos, se trata de la representación de aquel Niño que con toda humildad para nuestro bien, nació en Belén para traer al mundo la Paz y el Amor.
Iniciamos desde ayer el tiempo de Adviento, es decir las cuatro semanas previas al nacimiento del Niño Jesús, es un tiempo de preparación para esta venida gloriosa, tiempo de meditación y de oración, tiempo de pensar en nuestros hermanos más necesitados y ayudarles compartiendo algo de lo nuestro con ellos, llevándoles así una palabra de aliento, una sonrisa, un pedacito del calor navideño que conforta nuestras casas. Glorifiquemos al Señor con nuestra vida.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y les acompañe siempre.

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