No dejó lugar a dudas, su cuerpo fue destrozado, horadaron sus manos y sus pies, quedó desfigurado por los latigazos y golpes, sufrió dolores desde la planta de los pies hasta la cima de la cabeza, sus llagas fueron laceradas y enrojecidas por la sangre que derramaba todo su cuerpo y después de tres horas de agonía colgado al madero de la cruz, cuando ya había entregado su espíritu al Padre, su corazón fue traspasado por una lanza, derramando hasta la última gota de sangre de su precioso cuerpo. ¿Quién podría decir que no estaba muerto?.
Fue sepultado y su tumba fue sellada con una pesada piedra, pusieron guardias romanos en aquel lugar, así que ¿Quién podría decir que su cuerpo fue robado?.
Sin embargo, al tercer día, tal como lo había anunciado, la piedra de su tumba fue rodada y allí solo quedaron los lienzos en que había sido envuelto su cadáver. Como dijo San Pedro en su primer discurso a los judíos: “Dios lo libró de los dolores de la muerte y lo resucitó, pues no era posible que quedase bajo el poder de la muerte” (Hch 2, 24) Por lo tanto Cristo ha vencido a la muerte. Nuestro hermano mayor, nuestro amigo, nuestro buen maestro nos enseña el camino, El es el Camino, la Resurrección y la Vida.
Desde entonces Cristo vive, no ha muerto ni morirá jamás, es un Dios vivo al cual podemos acudir, al cual podemos invocar, con quien podemos hablar por medio de la oración, en quien podemos confiar en nuestras tribulaciones, El sigue sanando a los enfermos, como lo hiciera entonces en Galilea y en Judea, con la fe puesta en El los ciegos pueden ver, los sordos pueden oír, los mudos pueden hablar y los inválidos caminar, El nos ama, dio su vida por nuestra salvación y vive ahora para nuestro consuelo.
No dudes nunca de El, porque El siempre está allí donde tú más le necesitas, a tu lado, ten confianza que si vas a salir adelante porque El quiere que también tú seas un triunfador.
Oh Jesús mío, Cristo Resucitado, Vencedor de la Muerte, ven a mi corazón, escucha mis palabras, asísteme en estos momentos, no me desampares, Jesús yo confío en Ti.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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