Vamos a meditar hoy sobre aquellas palabras de Jesús que nos narra San Mateo: “Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él. Pero ¡que angosta es la puerta y que escabroso el camino que conduce a la salvación!, y que pocos son los que lo encuentran.” (Mt 7, 13-14)
¿Qué significa “la puerta angosta”? Es la puerta del Reino de los Cielos a la que todos aspiramos llegar, pero el hecho de que Jesús nos haya dicho que es angosta no significa que los gordos no puedan pasar ni los barrigones, no se trata de eso, lo que quiere decir es que es difícil de lograr, que no podemos pensar que vamos a ir al cielo de gratis, la Redención que nos trajo el Salvador no es un reparto de tickets con los cuales tenemos derecho a entrar, significa si que “podemos entrar”, antes no era posible, mientras el cielo estuvo cerrado, él vino a abrirnos las puertas del cielo y a invitarnos a entrar, son muchos los llamados pero pocos los escogidos.
Junto a las llaves del Reino de los Cielos, Jesús nos vino a traer su evangelio y en él nos dice claramente como podemos hacer para salvarnos, para entrar en su Reino. No se trata únicamente de rezar, se trata también de actuar, tenemos que demostrar nuestra fe con obras, brindando esperanza al que esté desesperado y brindando amor al que esté triste y desconsolado. Claramente nos dijo: “No bastará con decirme: “!Señor, Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo. Aquel día muchos me dirán: ¡Señor, Señor!, hemos hablado en tu nombre, y en tu nombre hemos expulsado demonios y realizado muchos milagros. Entonces yo les diré claramente: Nunca les conocí. ¡Aléjense de mi ustedes que hacen el mal.!” (Mt 7, 21-23).
Nos habla también Jesús del camino que conduce a esa puerta, es decir de nuestra vida, nos señala que ante nosotros se abren dos rutas a escoger, una ancha y espaciosa y otra escabrosa y difícil, la primera es de placeres y diversiones, sin angustias, sin preocupaciones, sin embargo conduce a la ruina, conduce a la perdida de la posibilidad de llegar a la meta deseada, en tanto que la otra nos va a traer heridas y sufrimientos, nos va a traer una cruz, similar a la de Cristo, una cruz que no podemos rechazar, porque en ella está nuestra salvación.
Vamos a pedirle al Señor que nos alumbre el camino, que fortalezca nuestras espaldas para resistir el peso de la cruz que nos corresponda, reconozcamos que somos débiles y necesitados de él para seguir adelante, que queremos acercarnos a su misericordia e implorar su perdón y que estamos dispuestos a cualquier sacrificio en su nombre para poder pasar por la puerta angosta que conduce al Cielo. Yo lo deseo de todo corazón para todos ustedes.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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