martes, 17 de septiembre de 2013

XIV-073 Los Misterios de la Vida de Cristo


LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO.

Continuando con nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, como una contribución al Año de la Paz promulgado por el Papa Benedicto XVI, vamos a referirnos hoy a los párrafos que van del 512 en adelante y que tratan acerca de los misterios de la vida de Cristo. Les recomendamos ampliar sus conocimientos leyendo el Catecismo con estas referencias.

Tanto lo que conocemos de la vida de Cristo como lo que desconocemos es un misterio, es decir que toda la vida de Cristo es un misterio, como son todas las cosas de Dios. Lo que conocemos es lo narrado en los evangelios por Mateo, Marcos, Lucas y Juan que son experiencias vividas por ellos mismos o por personas muy allegadas y se refieren a la Encarnación y a la Pascua de Jesús, ambas envueltas en un halo misterioso de donde nos surgen muchas preguntas y también ha habido muchas respuestas, pero nosotros como católicos, para tener una guía segura, debemos seguir las respuestas que nos da nuestra Iglesia y que son coherentes con el resto de nuestra religión.

En cuanto a la parte desconocida, es decir los treinta años que vivió en Nazaret al lado de su Madre y de su Padre legal, San José, que es diez veces mayor que la parte que conocemos, ha permanecido en el misterio más profundo porque no hay escritos ni cartas que hagan referencia a este relativamente largo período de la vida de Jesús sobre la tierra, lo único que sabemos es que vivió sujeto a la autoridad de sus padres y aprendió el oficio de San José y estos a su vez cuidaron de él aunque muchas de sus cosas no las comprendían verdaderamente, como sucedió cuando estuvo perdido por tres días y fue hallado en el templo hablando con los doctores de la ley.
Y si nos referimos a su vida pública, los tres años que estuvo predicando, haciendo milagros, revelándonos las verdades de nuestra religión, toda su manera de ser, él mismo nos la resume en pocas palabras: “Quien me ve a mí, ve al Padre” (Jn 14, 9) Es decir que se trata de una Revelación del Padre y es en todo una manifestación del gran amor que el Padre nos tiene.

Cristo no vivió su vida para sí mismo sino para nosotros, desde su Encarnación hasta su muerte y resurrección. Cada uno de sus gestos, de sus palabras, de sus hechos son dirigidos a enseñarnos, son ejemplos de vida que debemos seguir para cumplir la voluntad del Padre que nos ha creado, debemos procurar asemejarnos a él e integrarnos a sus misterios con fe, sin dar rienda suelta a esa curiosidad natural del hombre por indagar en el fondo de cada cosa que desconoce y que constituye un misterio para el ser humano. Debemos entender que todo lo hecho por Jesús, todo lo dicho y sufrido, no tenía otro propósito que salvar al hombre caído y restablecerlo en su vocación de hijo de Dios.

Glorifiquemos a Dios con nuestras vidas.

Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.

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