Dios quiere que cumplamos con nuestra misión aquí en la tierra, la misión para la que fuimos creados, esa misión que para muchos es un misterio y para otros está muy clara.
La tendencia general es no pensar en eso, el camino más fácil es crearnos nosotros mismos nuestra propia misión, yo quiero ser abogado y convertirme en un gran jurista, o yo quiero ser un militar y llegar a ser un General muy alabado por todos, o quiero ser un financista y manejar mucho dinero para hacerme rico, o si se trata de ella a lo mejor quiere ser reina de belleza y ser aplaudida por todos, pero resulta que no, esa no es la misión para la que el Señor nos ha puesto en este mundo, ¿Cómo conocer nuestra misión verdadera?.
En el libro de Jeremías leemos: “Así dice Yavé: “Que no se alabe el sabio por su sabiduría, ni el valiente por su valentía, ni el rico por su riqueza. Quien quiera alabarse, que busque su alabanza en esto: en tener inteligencia y conocerme. Yo soy Yavé, y mi obrar en la tierra no es más que bondad, rectitud y justicia. Estas son las cosas que me gustan, palabra de Yavé” (Jer 9, 22-23).
Las palabras de Dios nos dicen que El es todo bondad y misericordia, que no debemos dudar de sus virtudes y que debemos por tanto conocerle para poder cumplir con nuestra misión. Nuestra alma está sujeta a imperfecciones las que solo Dios puede corregir pero necesita que le dejemos el campo libre para poder actuar que le demos acceso a nuestro corazón voluntaria y espontáneamente.
Algunos piensan así, si yo hago lo que quiero voy a ser famoso o voy a ser rico, pero ¿que voy a ganar si hago la voluntad de Dios? Jesús vino para anunciarnos el Reino de los Cielos, para enseñarnos que cumplir con la voluntad del Padre es garantía de acceder a la vida eterna, y ¿Qué es la vida eterna?, el mismo Jesús lo dice en la oración por el nuevo Pueblo Santo: “Padre, ha llegado la hora, ¡glorifica a tu Hijo para que tu Hijo te de gloria a ti! Tú le diste poder sobre todos los mortales y quieres que comunique la vida eterna a todos aquellos que le encomendaste. Y esta es la vida eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesús, el Cristo.” (Jn 17, 1-3).
Somos hijos de Dios, vamos pues a conocer a nuestro Padre, acerquémonos a El, sin miedo porque El es bondadoso y justo y eso es pecisamente lo que El quiere, que le conozcamos, porque al conocerle seguramente que le amaremos y le seguiremos, El corregirá nuestros defectos, conoceremos nuestra misión y la cumpliremos con amor y con diligencia.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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