viernes, 6 de marzo de 2009

X-025 La Entrada triunfal.



En la meditación inicial de mes de marzo les recomendamos adentrarse en el estudio de la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, como una de las prácticas cuaresmales más recomendables, desde luego sin olvidar los pequeños sacrificios, el ayuno, y la abstinencia. Hoy por ejemplo, que es viernes, se practica la abstinencia y se reza el Via Crucis.

San Mateo nos narra con lujo de detalles el evento inicial de la Semana Mayor, el Domingo de Ramos, en el que se recuerda la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Después de tres años de predicación, de realización de milagros portentosos, de sermones que explicaban la nueva doctrina, la fama de Jesús alcanzó su máxima expresión con el recibimiento que le fue dado a su entrada en Jerusalén: “Una inmensa multitud tendió sus mantos en el camino; otros cortaban ramas de los árboles y las extendían por el camino. Y las multitudes que iban delante de él y las que le seguían gritában diciendo: “!Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas! (Mt 21, 8-9).

Todas estas cosas que sucedieron no fueron obra de la casualidad, todo estaba previsto por Dios desde hacía varios siglos, ya lo decía el profeta Zacarías, 520 años antes de Cristo: “Salta llena de gozo, oh hija de Sión, lanza gritos de alegría, hija de Jerusalén. Pues tu rey viene hacia ti; él es santo y victorioso, humilde, y va montado sobre un burro, sobre el hijo pequeño de una burra. Destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. Entonces se podrá romper el arco con flechas, pues él dictará la paz a las naciones. Extenderá su domino de un mar al otro mar y desde el Eufrates hasta el fin del mundo.” (Zac 9, 9-10).

Jesús sabe lo que va a suceder, ya se lo ha dicho varias veces a sus discípulos, pero antes quiere mostrarse a los habitantes de Jerusalén, la capital de Israel, como el Mesías, manifestando de paso que su mesianismo no es asunto de fuerza y de armas, sino que es basado en la humildad y el amor, por eso entra montado en un burro, para que se cumpla la profecía de Zacarías, la cual va mucho más allá de la pasión y nos anuncia la evangelización que vendría siglos después.

Por otra parte, las exclamaciones de reconocimiento que hace la multitud dan a conocer que es cosa de Dios, que hay alegría en la tierra y en el cielo, porque el mundo será salvado por el enviado del Altísimo.

Les invito a meditar sobre este tema y afianzar nuestra seguridad en que Jesús vino al mundo para dar testimonio de la verdad y para salvarnos a todos los que hemos creído en él, agitemos nuestras palmas y digamos: ¡Hosanna en las alturas! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

Que la paz y la bendición de Dios lleguen a todos sus hogares, feliz fin de semana y no olviden la misa dominical y el rezo del Rosario en familia.

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