Tiempo de Cuaresma, tiempo de adentrarnos en la lectura de la Vida de Jesús, en especial lo referente a su Pasión, Muerte y Resurrección que son la médula de su vida terrenal, por eso en estos días les planteo temas que los ayudarán en este propósito.
Recordemos que la noche víspera de la Pasión, Jesús tuvo una última cena con sus apóstoles y que mientras estaban en los preparativos de la misma, el Señor “se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies de los discípulos y luego se los secaba con la toalla que se había atado.” ( Jn 13, 4-5 ) , es lo que llamamos el Lavatorio de los Pies.
Este es un gesto muy significativo, lleno de simbolismo, en el cual Jesús se nos muestra humilde y servicial, ya que la costumbre entre los judíos era que los siervos le lavaran los pies a sus señores, cuando estos regresaban de la calle con los pies llenos del polvo del camino. Aquí el Señor es quien lava los pies a sus siervos y luego les explica el significado: “Si yo, que soy el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros” (Jn 13, 14).
Este gesto de Nuestro Salvador se sigue practicando simbólicamente durante la Semana Santa en algunas Iglesias y comunidades, en unas los sacerdotes lavan los pies a los ancianos de la parroquia y en otras los señores de la casa o de la hacienda lavan los pies a sus empleados, que bonito sería que esta costumbre no se perdiera y se siguiera poniendo en práctica para recordar el mandato de Cristo.
El lavatorio es también un gesto de amor al prójimo, con nuestra humildad estamos demostrando al otro que le amamos y que cumplimos con el mandamiento nuevo que nos dejó Jesucristo “Amaos los unos a los otros, como yo os he amado” (Jn 13, 34) Para ser católicos practicantes de nuestra religión, no solo basta con hacer este gesto una vez al año en Semana Santa, es necesario que ese amor que decimos tener a nuestros hermanos lo hagamos presente todos los días del año.
Les aconsejo leer el capítulo 13 del evangelio de San Juan, que narra estos hechos, allí encontrarán muchos otros detalles dignos de análisis y reflexión. Y dejemos a un lado la soberbia y el orgullo, seamos humildes como Cristo nuestro Rey, seamos misericordiosos, amemos a nuestro prójimo y nuestros gestos serán gratos a los ojos de Dios.
Agradecimientos: En primer lugar quiero agradecerles a todos los que pusieron en sus oraciones a la Sra. Carmen Estrella, mi suegra, quien fue operada exitosamente el pasado lunes y ya entró en período de recuperación. Alabado sea el Señor: En segundo lugar tenemos un agradecimiento de parte de Ana Ruiz León, desde Perú, ya que su salud ha mejorado mucho y han cesado los ataques que le aquejaban.
Gracias Señor porque escuchaste nuestras súplicas, Gloria a Ti Señor, seas bendito y alabado por siempre.
Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.
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