LA LUZ BRILLA EN LAS TINIEBLAS.
En la anterior meditación comenzamos a hablar acerca del verdadero sentido de la Navidad, un sentido que se ha ido ocultando con el tiempo en medio de los festejos bulliciosos y del materialismo, incentivado cada vez más por la propaganda comercial y los medios de comunicación. Nuestro propósito es invitarles a meditar y reflexionar sobre el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
Nos apoyamos en principio en una cita del Evangelio de San Juan que nos da luces sobre el significado y las razones de este acontecimiento, una demostración inequívoca del amor de Dios hacia los hombres sus criaturas.Lo que hasta ese momento había sido un conocimiento parcial de la divinidad del Altísimo, solo por medio de la Palabra, pasó a ser un conocimiento real con la presencia en el mundo de Jesús, Hijo de Dios, la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Una manifestación patente del amor de Dios, la segunda persona de la Santísima Trinidad vino para revelarnos la verdad, para dar luz al mundo que vivía en tinieblas.
A medida que vamos profundizando en el análisis de este misterio nuestro espíritu rebosa de alegría, sabernos amados por Dios , sabernos protegidos por El, nos inspira a amarle, a corresponderle ese amor y darle gracias, porque El es la luz que alumbra nuestras tinieblas, su palabra nos abre el camino que lleva a la salvación, su evangelio es nuestro guía y conductor porque es la justicia de Dios que bendice a su pueblo peregrino.
Y nos dice San Juan: “La luz brilla en las tinieblas”(Jn 1, 5)…”Ella era la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre, y llegaba al mundo” (Jn 1, 9)El hombre vivía en las tinieblas, es decir en el pecado, no tenían medida ni término las maldades de los hombres, presas de las tinieblas y de la oscuridad, cometiendo un sinnúmero de abominaciones, sin embargo, toda esta malicia y miseria humana no pudo extinguir la bondad y la misericordia de Dios, El no se cansó de advertir al hombre por medio de sus profetas sino que pensó en arriesgar más, en demostrar al hombre que su amor es infinito y nada puede superarlo.
Debemos por tanto agradecer de todo corazón al Señor la magnitud de su justicia, engrandecer sus obras, adorar su ser infinito y reverenciar sus juicios. Pensar que esta Navidad que se aproxima es la mejor ocasión para recordar esta decisión divina en favor de la humanidad, recordar ese momento cumbre de nuestra historia en que Dios se hizo presente entre nosotros, naciendo en la pobreza, en la humildad de un pesebre, con un cuerpecito tierno y débil, ansioso de nuestro cariño, de nuestro amor y de nuestra ternura, para iluminar nuestras vidas por medio de su luz, de esa luz maravillosa que resplandece en medio de las tinieblas.
Que la paz de Cristo esté presente en sus corazones y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares
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