viernes, 14 de septiembre de 2012

XIII-088 Transparentar a Jesucristo.




TRANSPARENTAR A JESUCRISTO.

Debemos tratar de transparentar a Jesucristo, eso significa hacer que los demás vean en nosotros a Jesús. ¿Cómo se logra esto?

El primer paso es nuestra propia conversión, pasar de una vida de pecado a la vida de la gracia, recurrir a la Confesión, para que sean borrados nuestros pecados y nuestra alma sea limpia de toda suciedad por pequeña que esta sea, porque tenemos que saber que en la Confesión no solo se perdonan los pecados, mortales o veniales que podamos tener, sino que también se le da entrada a la gracia y nuestra alma queda limpia y pura, en condiciones para recibir a Jesucristo en la Eucaristía. Es por eso que es recomendable la confesión frecuente, aún cuando no tengamos pecados graves que confesar. Hay quienes se preguntan si en realidad no queda alguna huella de los pecados cometidos y nuestra alma queda manchada como aquellos objetos que son lavados muchas veces y se acumulan pequeños desperdicios en los intersticios, hay una anécdota de Sta. María de Alacoque que nos da la respuesta: Ella cuenta que uno de sus confesores no quería creer que ella hablaba con Nuestro Señor y le pidió una prueba, le dijo “Pregúntale al Señor cuál fue el último pecado grave que yo cometí y confesé”, ella lo hizo y luego fue nuevamente al confesor y éste le preguntó: “ A ver, ¿qué te dijo el Señor?” Y ella le respondió, me dijo: “lo he olvidado”. Que respuesta tan maravillosa y reveladora, Nuestro Señor olvida los pecados que nos perdona, no queda ninguna mancha de ellos.

En la medida que nosotros, por medio de nuestra conversión, por la confesión frecuente, por el rezo diario, por nuestras obras de caridad, nos vamos acercando cada vez más a Jesús, estudiando su vida, compenetrándonos de su palabra, actuando como El actuaría en cada caso que se nos presente en la vida, llenándonos de su presencia con la Eucaristía, tratando de imitarlo, de ser como El, de hacerlo presente en todo momento, estemos seguros que vamos a transparentarlo, es decir que los demás no nos verán a nosotros sino que verán a Jesús.

Jesús quiere que lo imitemos, en varias oportunidades nos dice “sean como yo”, pidámosle a Dios Padre que nos transforme que seamos imagen fiel de su Hijo, eso va a implicar también sufrimiento, porque la Vida de Jesús está ligada al sufrimiento, nadie ha sufrido un suplicio mayor que el de su Pasión y Muerte, ya que ninguna parte de su cuerpo, desde la planta de los pies hasta la cima de la cabeza quedó sin ser maltratado, pero ese sufrimiento siempre irá unido  a la esperanza de estar un día participando de su gloria en el Cielo por toda la eternidad. Sin miedo a las burlas y al rechazo, recuerden: “Quien les escucha a ustedes, me escucha a mí; quien les rechaza a ustedes me rechaza a mí; y el que me rechaza a mí, rechaza al que me ha enviado.” (Lc 10, 16).

Que tengan un feliz fin de semana, no olviden el rezo del Rosario en Familia y la asistencia a la Misa Dominical, que Dios les bendiga a todos.

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