A LA HORA DE DECIDIR.
En primer lugar quiero disculparme con ustedes por la interrupción de una semana en las meditaciones, debido a causas que no pudimos superar, pero gracias a Dios nada grave ni de lamentar, ya estamos de vuelta con ustedes y con los Temas para hacer nuestras meditaciones diarias. También queremos dar la bienvenida al grupo de la Fundación Betania que estuvo de viaje por Roma y Tierra Santa, quienes regresaron felices el día de ayer del viaje que he denominado “La Cruzada del Amor” ya que estos peregrinos hicieron el mismo viaje que aquellos cruzados medievales pero no movidos por el ansia de batallar contra los musulmanes para recuperar el Santo Sepulcro, ni por motivos comerciales, sino movidos por el amor a Jesús y el deseo de conocer los lugares en los que ejerció su ministerio de salvación para toda la humanidad.
Hoy quiero invitarles a meditar sobre el Tema “A la hora de decidir”, es un tema especial para los adultos ya que son ellos los llamados a decidir sobre las pequeñas y las grandes cosas de nuestra vida. Dios nos ha dado a todos ese poder de decisión que llamamos “libre albedrío”, es decir la posibilidad de escoger entre varias alternativas aquella que más convenga para nuestro futuro, podríamos sintetizarlo en dos palabras, escoger entre el bien y el mal, entendiendo por “bien” todo aquello que obre en favor nuestro y por “mal” todo aquello que nos pueda perjudicar según el devenir de las cosas. Todos los días tenemos decisiones que tomar, a veces las decisiones son sencillas, pero otras las cosas no aparecen muy claras y tanto el bien como el mal parecen ocultos a nuestros ojos a simple vista, por lo que tomar una buena decisión significa acertar con aquella que nos conduce a preferir el bien sobre el mal y de lo bueno, lo mejor.
Veamos qué nos dicen las Sagradas Escrituras: En el Génesis leemos la decisión que tomaron Adán y Eva en el Paraíso, ante la tentación de la serpiente, es la primera decisión que vemos tomar al hombre en la historia, debían escoger entre comer del árbol del bien y el mal para llegar a ser como Dios, tal como lo decía el tentador, o de obedecer a Dios que se los había expresamente prohibido. Como sabemos la decisión fue mala, se dejaron llevar por el deseo de poder e incurrieron en la desobediencia que trajo tan funestas consecuencias para todo el género humano, al punto de que todavía hoy en día lo estamos pagando., pues todos nacemos con la mancha del pecado original de nuestros primeros padres Adán y Eva.
El ejemplo opuesto lo encontramos en el evangelio de San Juan cuando Jesús plantea la necesidad de comer su cuerpo y su sangre para obtener la vida eterna, en ese momento muchos de los que le seguían, aquello les pareció un escándalo, una locura, y lo abandonaron, entonces él preguntó a los apóstoles ¿ Y ustedes también quieren abandonarme? Debían decidir entre seguir la vida ordinaria de pescadores que siempre habían llevado o seguir a Jesús prescindiendo de prejuicios personales y religiosos de su época, fue entonces cuando Pedro le dijo a Jesús: “¿A quién iríamos Señor?, sólo tú tienes palabras de Vida Eterna” (Jn 6, 67-69) Y se quedaron con él, tomando así la decisión acertada.
Vamos a continuar hablando de este Tema, tan importante, en la próxima Meditación, en la que vamos a darles algunas recomendaciones claves para el momento en que tengamos que tomar una decisión trascendente en nuestras vidas.
Gustavo Carías.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.
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