DIOS ES LA VERDAD Y EL AMOR.
Continuamos hoy meditando y repasando el Catecismo de la Iglesia Católica, recordemos que la semana pasada hablábamos acerca del nombre de Dios y de que Jesús como segunda persona de la Santísima Trinidad se nos revela también como Dios, cuando leemos en Juan 8,28 que él lleva también el nombre divino de “Yo soy” que Dios había revelado a Moisés en el Monte Sinaí. Bien lo dice Santo Toribio de Mogrovejo “Dios es el ser infinitamente perfecto que es la Santísima Trinidad”.
En los párrafos siguientes el Catecismo nos dice que Dios es desde siempre y por siempre, el que trasciende el mundo y la historia, el que hizo el cielo y la tierra y que es fiel a su pueblo y rico en misericordia, siempre dispuesto al perdón, es un ser espiritual, omnipotente, eterno, trascendente, perfecto, personal. El es la verdad y el amor.
¿En qué sentido Dios es la Verdad? Dios es la verdad misma, por tanto ni se engaña ni puede engañar. Dice Juan en su primera carta “Dios es luz, en El no hay tiniebla alguna “ (1 Jn 1, 5) y por tanto si estamos en comunión con Dios no caminamos en la obscuridad. La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo.
Jesús nos ratifica esto cuando nos dice que él “ha sido enviado al mundo para dar testimonio de la verdad” (Jn 18, 37), en aquel diálogo con Pilato, durante la Pasión, y que luego Pilato le replica ¿Y qué es la Verdad?, en el evangelio esta pregunta queda sin respuesta, pero es obvio que esa verdad a la que se refería Jesús es a Dios mismo, puesto que de él fue de quien vino a dar testimonio.
¿Por qué decimos que Dios es el amor? Porque Dios es aquel que tiene por su pueblo un amor más fuerte que el de un Padre o una Madre, o que de un esposo por su esposa, Dios se da completa y gratuitamente, “tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo Unico para que el mundo se salve por él” (Jn 3, 17-18) También Dios nos envió al Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad, para que nos recordara todo lo que vino a enseñarnos Jesús, con lo cual Dios nos demuestra que El mismo es eterna comunicación de amor.
Creer en Dios tiene consecuencias inmensas para nuestra vida, si reconocemos su grandeza viviremos en acción de gracias porque sabemos que todo lo hemos recibido de él y a la vez reconoceremos la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres porque todos han sido hechos a imagen y semejanza de Dios. La fe en Dios nos lleva a usar bien de las cosas creadas por El y a separarnos de todo aquello que nos aparta de El.
Digamos esta breve oración: “Señor mío y Dios mío, quítame todo lo que me aleja de ti. Señor mío y Dios mío, dame todo lo que me acerca a ti. Señor mío y Dios mío, despójame de mi mismo para darme todo a ti”.
Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca por siempre.
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