lunes, 18 de febrero de 2013

XIV-011 El Misterio de la Santísima Trinidad




EL MISTERIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD.

Continuamos hoy nuestro repaso del Catecismo de la Iglesia Católica, como una contribución y participación en el Año de la Fe, declarado por el Papa Benedicto XVI. A tal efecto hoy vamos a hablar de los párrafos numerados del 232 en adelante que se refieren al Misterio de la Santísima Trinidad.

El Misterio central de la fe y de la vida cristiana es el Misterio de la Santísima Trinidad, es aquel que nos dice que Dios es único en su grandeza y dignidad, pero que a la vez está constituido por tres divinas personas que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Recordemos aquellas preguntas de la Catequesis: ¿El Padre es Dios?—Si, el Padre es Dios; ¿el Hijo es Dios? Si, el Hijo es Dios; ¿El Espíritu Santo es Dios?—Si, es Dios; Entonces ¿existen tres dioses? No, existe un solo Dios. La explicación de este misterio excede a la capacidad de la mente humana, muchos han tratado de explicarlo sin lograrlo de una manera convincente, por lo que sigue siendo un misterio que a su vez es la fuente de todos los otros misterios de nuestra fe.

Jesús mismo instruyó a los apóstoles para que fuesen por el mundo bautizando a todos los pueblos, a fin de que se convirtieran en sus discípulos y lo hicieran “En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Fíjense que no dijo “en los nombres” sino “en el nombre” para singularizar a las tres personas en un solo Dios. La Trinidad es pues en sentido estricto un misterio de fe que como dice el concilio Vaticano II :”misterios escondidos en Dios, que no pueden ser conocidos si no son revelados desde lo alto”.

La invocación de Dios como “Padre” es común a muchas religiones porque se trata de señalarlo no solo como creador sino también como un protector amoroso que prodiga su cariño hacia los hombres al igual que lo hace un Padre con sus Hijos. En nuestra religión encontramos también esta revelación del Padre en el Antiguo Testamento, como lo vemos en el capítulo 4 del Libro del Exodo, cuando Dios habla a Moisés y le dice: “Israel es mi Hijo primogénito, dile a Faraón que lo deje partir para que me rinda culto” (Ex 4, 22) Aquí Dios se nos revela como Padre y en el Nuevo Testamento Jesús nos lo revela también como Padre pero en un sentido nuevo, cuando nos dice: “Nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 27).

Como lo dice el Trisagio del profeta Elías: “Oh misteriosa deidad de una esencia en tres personas”, oremos pues a la Santísima Trinidad  y adoremos la unidad de su augusta majestad en la confesión de la fe, para que por esa misma fe nos veamos siempre libres de adversidades y peligros, que es lo que deseo para todos ustedes.


Que la paz de Cristo reine en tu corazón y la bendición de Dios Todopoderoso descienda sobre ti y toda tu familia y permanezca siempre.

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