viernes, 29 de octubre de 2010

XI-104 Crecimiento Espiritual


CRECIMIENTO ESPIRITUAL.

Antes de entrar en materia les participo que la Coral Betania actuará el próximo domingo 31 de Octubre a las 11 am. en la Iglesia La Milagrosa de Prado de María y el miércoles 3 de noviembre a las 9 am en la Catedral de Caracas, están todos invitados.

Vamos a meditar hoy sobre nuestro crecimiento espiritual, en varias oportunidades hemos hablado de la necesidad de fortalecer nuestro espíritu al igual que fortalecemos nuestro cuerpo con alimentos y ejercicios, somos cuerpo y espíritu y así como alimentamos nuestro cuerpo tres veces al día y lo ejercitamos constantemente, lo llevamos a médicos para que nos aconsejen sobre sus dolencias, asimismo nuestro espíritu requiere de atención y cuidados.

El espíritu crece y se alimenta de las buenas lecturas, como la Biblia, la Vida de Jesús, de la Virgen y la de los Santos; la Meditación, que es adentrarnos en la intimidad con Dios Nuestro Señor; la Penitencia que surge del reconocimiento de nuestras faltas y la necesidad de limpiar las manchas que ensombrecen nuestra debida pureza de alma, la oración que nos comunica y nos une con la Divinidad y la Eucaristía que es la unión con Dios que se ofrece a nosotros en el altar.

Lo ideal es poder contar con un guía espiritual, un sacerdote, pero ello en estos tiempos es muy difícil porque los sacerdotes son muy pocos para atender la gran cantidad de almas que los necesitan, por eso debemos pedir a Dios para que surjan muchas vocaciones sacerdotales en nuestras comunidades y cuando estas aparezcan no ponerles trabas ni obstáculos para su realización.

Debemos imitar la espiritualidad de la Virgen María por medio del ejercicio de las virtudes de la fe y la esperanza, pensando siempre en la meta final que deseamos, la de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo, tener fe en la certeza de esas promesas, en que son verdaderas y anhelar fervientemente conseguirlas.

Centra tu pensamiento en el sacrificio tan grande que hizo Jesús por nuestra salvación, tenemos que corresponder con todas nuestras energías a ese amor que El nos tiene, levantar nuestro corazón por sobre todas las cosas materiales que nos rodean y elevar nuestro espíritu hacia esos bienes del Cielo que es nuestra patria y destino final, adonde hemos de reunirnos con todos aquellos que lo han logrado.

Imagina y llora también por todos aquellos que por sus faltas, su desidia e incredulidad han sido incapaces de lograr esa gloria y no caigamos en las mismas torpezas que los hicieron infelices por toda la eternidad.

Recuerda que “No solo de pan vive el hombre, sino que todo lo que sale de la boca de Dios es vida para el hombre” (Dt 8, 3) Alimenta pues tu espíritu con la palabra de Dios. Medita, ora, haz penitencia y acércate a la Eucaristía que es el maná del espíritu.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.

miércoles, 27 de octubre de 2010

XI-103 Más allá de la Esperanza.


Más allá de la Esperanza.

Mañana 28 de Octubre celebra la Iglesia la fiesta de San Judas Tadeo, junto a la de San Simón, Apóstoles de Jesús que predicaron después de la Ascensión a los cielos de Nuestro Señor.

San Judas Tadeo es un santo muy milagroso, recuerdo que mi mamá le tenía una gran fe a su intercesión. Sin embargo, cuenta la historia que no fue así en los primeros tiempos, quizás por la homonímia con el funesto traidor, Judas Iscariote, por ello fue casi ignorado durante la antigüedad y la Edad Media, hasta que en el siglo XIV, en una de las apariciones del Señor a Santa Brígida de Suecia la instó a dirigirse con confianza a San Judas y desde entonces pasó a tener gran veneración entre los católicos.

San Judas era hijo de Santiago, pariente del Señor, y fue aquel que en la última cena dijo a Jesús: “Señor,¿por qué hablas de manifestarte a nosotros y no al mundo? Jesús le respondió: Si alguien me ama, guardará mis palabras, y mi Padre lo amará. Entonces vendremos a él para poner nuestra morada en él.” (Jn 14, 22-23).

San Judas Tadeo es el patrón de las causas desesperadas, después de la muerte de Jesús predicó el cristianismo en Siria y en Mesopotamia y murió en Persia decapitado con un hacha, por eso se le representa con un hacha en la mano, en tanto que San Simón se le representa con una sierra porque fue cortado con este instrumento durante su martirio.

Sus reliquias se veneran en Reims (Donde está Santa Juana de Arco) y Toulouse, Francia, siendo su culto muy popular en Polonia.

En la Biblia se incluye una carta de San Judas que fue escrita entre los años 62 y 67 d.c. en la cual se refiere a aquellos impíos que utilizan la religión como un pretexto para su libertinaje, usando frases metafóricas muy bellas, dice que : “Son como nubes arrastradas por el viento que no dan lluvia, árboles que no dan fruto al final del otoño y que ya están muertos antes de ser arrancados de raíz; olas embravecidas del mar que arrojan la espuma de sus vicios; estrellas errantes a las que esperan las tinieblas eternas.” (Jud 12-13), y concluye exhortando a los cristianos para que “construyan su vida sobre los fundamentos de su santísima fe, oren en el Espíritu Santo, y manténganse en el amor de Dios aguardando la misericordia de Jesucristo, Nuestro Señor, que los llevará a la vida eterna.” ( Jud 20-21).

Hay quienes dicen que San Judas Tadeo es la última tabla de salvación para los que ya no esperan nada, más allá de la esperanza aún está él. Tengamos confianza en la intercesión de San Judas Tadeo y confiemos a él nuestras penas y dolencias y procuremos, siguiendo sus consejos, construir nuestra vida sobre los fundamentos de la fe y mantengámonos en el amor de Dios.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

lunes, 25 de octubre de 2010

XI-102 La Eternidad.


LA ETERNIDAD.

Ayer estaba leyendo la vida de San Antonio María Claret, por celebrarse su día en el calendario litúrgico, y narran sus biógrafos que una de las cosas que le ayudaron a tomar su decisión de dedicar su vida a las cosas de Dios, fue oír hablar de la Eternidad.

En efecto, hay muchos que no tienen claro el concepto de Eternidad, o nunca han oído hablar ni meditado sobre este concepto, simplemente les suena a algo que dura un buen rato, por ejemplo dicen: “ese discurso duró una eternidad”, por decir que fue muy extenso, o en otros casos se llega a pensar que lo único eterno que existe es Dios y entonces dicen: “Nada es eterno”.

Cuan equivocados están, la Eternidad es un tiempo que no tiene principio ni tiene fin, realmente Dios es eterno, nos lo enseña el Catecismo, porque no ha tenido principio ni tendrá fin, pero también nosotros todos somos eternos, aunque nuestros cuerpos no lo sean, nuestros espíritus que son la esencia de nuestro ser son eternos, ya que nosotros estábamos en la mente de Dios antes de crear nuestros cuerpos y viviremos para siempre, porque la vida que Dios nos ha dado con su soplo divino no se extingue, perdura para siempre. Quizás esta última frase es la que mejor explica el concepto de eternidad: “para siempre, para siempre”.

Jesús nos dice: “Ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o campos por mi causa y por el Evangelio quedará sin recompensa. Pues, aún con persecuciones, recibirá cien veces más en la presente vida en casas, hermanos, hermanas, hijos y campos, y en el mundo venidero la vida eterna.” (Mc 10, 29-31)
De acuerdo con estas palabras es que los santos se hacen la pregunta siguiente en cada una sus decisiones: “¿De qué me sirve esto para la eternidad?” Porque teniendo claro el concepto de eternidad podemos entender que la vida en esta tierra es apenas una minúscula parte de ese tiempo que no tiene fin, pero que tiene una importancia fundamental para la vida eterna porque de lo que hagamos en esta vida dependerá para nosotros que tengamos una eterna felicidad o un eterno castigo.

Vivamos la vida con alegría, aceptando los bienes que Dios nos ha dado para vivirla, pero manteniéndolos en su justo lugar no en nuestro corazón, éste debe ser únicamente para Dios nuestro Padre, fomentando la dulce esperanza que El nos ha dado de poder alabarle y glorificarle algún día, junto a sus ángeles y sus santos, en el Reino de los Cielos por toda la eternidad, para siempre.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 22 de octubre de 2010

XI-101 Nuestra Voluntad y la Voluntad de Dios.


NUESTRA VOLUNTAD Y LA VOLUNTAD DE DIOS.

Uno de los atributos que Dios, nuestro Creador, ha puesto en el ser humano es la voluntad, esa fuerza interior que nos impulsa a hacer las cosas que planeamos, a desarrollar nuestras facultades, a lograr nuestras metas y deseos. En muchos casos las cosas no suceden de acuerdo a lo que hubiéramos querido y decimos “es la voluntad de Dios”, otras veces sucede de acuerdo a lo que queríamos y lo atribuimos a nuestra propia voluntad. En realidad no es así, siempre lo que sucede es la voluntad de Dios, nos parezca bueno o nos parezca malo, lo que pasa es que nuestro parecer no es el mismo que el parecer de Dios y Dios siempre hace las cosas para nuestro bien.

Recuerdo una frase de la Sierva de Dios María Esperanza, en la oportunidad en que visitamos con ella la tumba de Lázaro en Tierra Santa: “La Voluntad es la fuerza motriz que libera al hombre”. En la vida espiritual el hombre está sometido constantemente a las presiones del enemigo que quiere perdernos, a cada momento nos está presentando las tentaciones en bandejas de plata para halagar nuestra vista y nuestros sentidos, cuando accedemos a ellas queriendo disfrutar de los placeres que nos ofrecen, en realidad nos estamos sometiendo y nos estamos esclavizando en el pecado, la frase de María Esperanza nos recuerda que tenemos una energía interior que Dios nos ha dado y que es capaz de romper esas cadenas y lograr nuestra liberación.

A lo único que debemos someter nuestra voluntad es a la voluntad de Dios, cuando estas dos fuerzas van aparejadas todo nos sale bien, alcanzamos el éxito y la felicidad en nuestras vidas.

Nuestra voluntad siempre tiende a la búsqueda de nuestro bienestar físico o material, porque es propia del ser humano, no queremos que nada malo nos ocurra, no queremos que nada nos hiera ni nos roce siquiera, pero hay ocasiones en que la voluntad de Dios es diferente, recordemos siempre aquel momento tan difícil que vivió Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos, antes de su pasión, cuando oraba a Dios diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc 22, 41-42). Jesús era verdadero Dios y verdadero hombre, en este episodio de su vida observamos como la voluntad humana de Jesús contrasta con la voluntad del Padre, pero el Señor la somete a lo que decida el Altísimo. Esta debe ser también siempre nuestra actitud, orar a Dios para que nos ayude a lograr todo aquello a lo que aspiramos, pero sometiendo nuestra voluntad a la suya, esa es la clave para entrar en el Reino que Dios nos tiene prometido.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.

miércoles, 20 de octubre de 2010

XI-020 Fiesta en el Cielo.


FIESTA EN EL CIELO.

Damos la bienvenida al grupo de la Fundación Betania que regresa hoy del viaje a Buenos Aires, Argentina y Lima, Perú, adonde fueron en misión evangelizadora, esperando que las semillas sembradas por la sierva de Dios, María Esperanza, estén dando ya sus frutos en esas comunidades.

Cuando Dios estuvo entre nosotros, en la plenitud de los tiempos, encarnado en Jesucristo Nuestro Señor, vino con muchos regalos para los hombres, ya hablábamos de la manera de tratar con Dios, en nuestra meditación anterior, otro de ellos fue el “Perdón”. Para reconciliarse con la humanidad Dios nos trajo el perdón de los pecados, porque el pecado nos aparta de Dios, nos extravía, nos hace tomar otro camino diferente al del rebaño del Buen Pastor, casi siempre nos vamos quedando solos sin darnos cuenta, aislados, sin ayuda, porque el pecado nos nubla la vista y nos perdemos.
Jesús es el Buen Pastor que cuida de sus ovejas, él nos viene a buscar y se preocupa por la que se ha perdido, tanto que si tiene cien ovejas y se le pierde una es capaz de dejar a las noventa y nueve en el desierto e ir a buscar la que se ha perdido.
Y nos dice Jesús en la parábola de la oveja perdida: “Y cuando la encuentra, se la carga muy feliz sobre los hombros, y al llegar a su casa reúne a los amigos y vecinos y les dice: “Alégrense conmigo, porque he encontrado la oveja que se me había perdido.” Yo les digo que de igual modo habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.” (Lc 15, 5-7)

Para Dios es una alegría perdonar, por eso quiere que nosotros también sintamos esa alegría, perdonando a los que nos han ofendido y es una condición que nos viene en la oración del Padre Nuestro: “Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.”

Aceptemos pues este regalo que Jesús en su infinita misericordia nos vino a traer, usémoslo en nuestra vida, perdonemos y seremos perdonados, alegrémonos y habrá también Fiesta en el Cielo.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares

lunes, 18 de octubre de 2010

XI-099 Como tratar con Dios.



COMO TRATAR CON DIOS.

Uno de los grandes legados que nos dejó Jesucristo Nuestro Señor fue la manera de tratar con Dios. Si leemos el Antiguo Testamento vemos que anteriormente no existía la posibilidad de un trato directo entre Dios y los hombres, la comunicación se efectuaba por medio de personas escogidas por Dios, los llamados Profetas, ellos escuchaban la palabra de Dios y la trasmitían al resto de las personas. El Salvador nos enseña que Dios es nuestro Padre y que como tal debemos tratarlo y comunicarnos con El por medio de la oración.

El mismo Jesús mantenía una comunicación diaria con el Padre por medio de la oración, hasta que un día sus discípulos le dijeron: “Señor enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.” Les dijo: “Cuando recen, digan: Padre, santificado sea tu Nombre, venga tu Reino. Danos cada día el pan que nos corresponde. Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe. Y no nos dejes caer en la tentación.” (Lc 11, 1-4)

También les enseñó que esa oración debe ser perseverante hasta los límites del cansancio y les puso como ejemplo aquella parábola del amigo fastidioso que le insistía a medianoche al que ya estaba acostado para que le prestara tres panes para ofrecérselos a un amigo que había llegado de viaje y el otro aunque no quería, ante la insistencia de este, tuvo que levantarse y dárselos. Por eso nos dice Jesús: “Pues bien, yo les digo: Pidan y se les dará, busquen y hallarán, llamen a la puerta y les abrirán. Porque todo el que pide recibe, el que busca halla y al que llame a la puerta se le abrirá.” (Lc 11, 9-10).

Dios es nuestro Padre, es un Padre bondadoso, que nos ama, mostrémosle en nuestras oraciones que estamos concientes de esto que también nosotros le amamos y le bendecimos, que sabemos que es un Dios que perdona nuestras culpas, que sana nuestros cuerpos enfermos y que nos da los bienes de la tierra para nuestro disfrute, pidámosle no solamente por nuestras necesidades personales sino por las de todas las criaturas de la tierra que son nuestros hermanos, para que se destierren el odio y la mentira, por la unión y la solidaridad de las familias, para que reinen en el mundo la justicia y la paz que todos anhelamos.

Pidamos a la Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre Nuestra, ella que es plena de gracia, que nos acompañe en nuestras oraciones que ruegue por nosotros, para que merezcamos alcanzar las gracias que pedimos en nuestras súplicas a Dios Padre.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

viernes, 15 de octubre de 2010

XI-098 No juzguen a los demás.


NO JUZGUEN A LOS DEMAS.



Vamos a comenzar por distinguir entre el juicio que hacemos entre lo que es bueno y lo que es malo que es en realidad un discernimiento razonado sobre algún hecho o algún comportamiento, tomando en cuenta lo que nos han enseñado nuestros padres y nuestros maestros, lo que sabemos por los mandamientos de la Ley de Dios y los mandamientos de la Iglesia, allí estamos juzgando al pecado no al pecador, ese es un juicio que podemos hacer y que de hecho aflora espontáneamente cuando consideramos una situación o un suceso: que hubo un crimen, eso está mal, que hubo un robo, eso está mal, pero lo que no podemos juzgar es al pecador, ¿por qué? , porque no somos jueces, no conocemos las pruebas, no sabemos con certeza que aquella persona fue la que cometió la falta de la cual se le acusa, a veces incluso los jueces con las pruebas en la mano se equivocan y condenan a un inocente. Por el contrario, sabiendo que Dios es misericordioso y que nosotros debemos imitarlo, deberíamos más bien tener misericordia con aquel pecador, especialmente si es un pecador arrepentido.

Jesús nos dice: “No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás será usada para ustedes. ¿Qué pasa? Ves la pelusa en el ojo de tu hermano, ¿ y no te das cuenta del tronco que hay en el tuyo?” (Mt 7, 1-3)

Casi siempre nos creemos a nosotros mismos “personas buenas”, es por eso que cualquier falla que encontramos en los demás la criticamos, es decir emitimos un juicio sobre aquella persona, incluso llegamos hasta hablarle y decirle que se corrija de aquel defecto, de aquel modo de actuar, pero en el fondo de todo esto lo que realmente estamos haciendo es juzgándonos buenos a nosotros mismos, no nos damos cuenta de nuestras propias fallas pero si las distinguimos a leguas de los otros.

La misericordia de Dios consiste en querer salvarnos a pesar de nuestras faltas y de nuestros defectos, y nosotros debemos también procurar no solo salvarnos a nosotros mismos sino salvar también a nuestros prójimos. Que orgullosos, sonrientes y satisfechos nos presentaríamos, el día que nos toque, frente al Señor y le diríamos “Mira Señor, cuantas almas he salvado para ti”

“No hagas reproches al pecador arrepentido; acuérdate que todos somos culpables” (Sir 8, 5)

Hagamos un recuento de nuestra vida, cuantas veces hemos pecado y ofendido al Señor, somos pecadores, estamos necesitados de la misericordia de Dios porque sabiendo lo que es bueno y lo que es malo hemos escogido lo malo en algún momento, queremos su misericordia, procuremos por tanto tenerla nosotros con los otros pecadores, no sea que nos juzguen algún día con la misma medida.

No juzguemos a los demás, seamos misericordiosos y Dios tendrá misericordia de nosotros.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.