viernes, 22 de octubre de 2010

XI-101 Nuestra Voluntad y la Voluntad de Dios.


NUESTRA VOLUNTAD Y LA VOLUNTAD DE DIOS.

Uno de los atributos que Dios, nuestro Creador, ha puesto en el ser humano es la voluntad, esa fuerza interior que nos impulsa a hacer las cosas que planeamos, a desarrollar nuestras facultades, a lograr nuestras metas y deseos. En muchos casos las cosas no suceden de acuerdo a lo que hubiéramos querido y decimos “es la voluntad de Dios”, otras veces sucede de acuerdo a lo que queríamos y lo atribuimos a nuestra propia voluntad. En realidad no es así, siempre lo que sucede es la voluntad de Dios, nos parezca bueno o nos parezca malo, lo que pasa es que nuestro parecer no es el mismo que el parecer de Dios y Dios siempre hace las cosas para nuestro bien.

Recuerdo una frase de la Sierva de Dios María Esperanza, en la oportunidad en que visitamos con ella la tumba de Lázaro en Tierra Santa: “La Voluntad es la fuerza motriz que libera al hombre”. En la vida espiritual el hombre está sometido constantemente a las presiones del enemigo que quiere perdernos, a cada momento nos está presentando las tentaciones en bandejas de plata para halagar nuestra vista y nuestros sentidos, cuando accedemos a ellas queriendo disfrutar de los placeres que nos ofrecen, en realidad nos estamos sometiendo y nos estamos esclavizando en el pecado, la frase de María Esperanza nos recuerda que tenemos una energía interior que Dios nos ha dado y que es capaz de romper esas cadenas y lograr nuestra liberación.

A lo único que debemos someter nuestra voluntad es a la voluntad de Dios, cuando estas dos fuerzas van aparejadas todo nos sale bien, alcanzamos el éxito y la felicidad en nuestras vidas.

Nuestra voluntad siempre tiende a la búsqueda de nuestro bienestar físico o material, porque es propia del ser humano, no queremos que nada malo nos ocurra, no queremos que nada nos hiera ni nos roce siquiera, pero hay ocasiones en que la voluntad de Dios es diferente, recordemos siempre aquel momento tan difícil que vivió Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos, antes de su pasión, cuando oraba a Dios diciendo: “Padre, si quieres, aparta de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.” (Lc 22, 41-42). Jesús era verdadero Dios y verdadero hombre, en este episodio de su vida observamos como la voluntad humana de Jesús contrasta con la voluntad del Padre, pero el Señor la somete a lo que decida el Altísimo. Esta debe ser también siempre nuestra actitud, orar a Dios para que nos ayude a lograr todo aquello a lo que aspiramos, pero sometiendo nuestra voluntad a la suya, esa es la clave para entrar en el Reino que Dios nos tiene prometido.

Que la paz llegue a todos sus hogares, les recuerdo este fin de semana acudir a la misa dominical y rezar el rosario en familia para que permanezcan unidos en el Señor.

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