lunes, 10 de noviembre de 2008

IX-109 La Procesión del Santísimo.


Ayer tuvimos la grata oportunidad de participar en una preciosa Procesión del Santísimo Sacramento que se realizó como parte de los actos de clausura de las 40 horas de adoración que se llevaron a cabo los tres días previos en la Catedral Metropolitana de Caracas. Estos actos comenzaron con una misa solemne, oficiada por el reverendo párroco de la Catedral, la cual contó con la presencia de la Coral Betania, prosiguió luego con la procesión del Santísimo acompañado de numeroso grupo de fieles que entonando cantos populares en honor al Señor recorrió las calles adyacentes a la Plaza Bolívar de Caracas, pasando por las esquinas de Torre, Principal, Monjas y Gradillas para regresar nuevamente a La Torre donde está ubicada la Catedral, allí se hizo un acto final de adoración en la capilla donde se realizaron las 40 horas y finalmente la bendición con el Santísimo en el Altar Mayor. Posteriormente la Coral Betania obsequió a los presentes con un breve concierto navideño.

Las procesiones son actos en los cuales los fieles van ordenadamente de un lugar a otro, como asamblea litúrgica en marcha, algunas veces dentro de la Iglesia y otras por las calles, para honrar al Santísimo Sacramento, a la Virgen o a los santos. El grupo de personas va encabezado por los ciriales y la cruz alta, es decir unos cirios portátiles encendidos y una cruz metálica o de madera que tiene grabada la imagen de Jesús crucificado, luego van los portadores de los pendones que simbolizan los grupos o cofradías participantes, después va el sacerdote portando la custodia con el Santísimo, protegido por un toldo que llevan algunos fieles y finalmente la multitud de los fieles participantes.

La procesión es un símbolo del seguimiento a Cristo, es una manera de recordar aquellos momentos en que Jesús recorría las calles y los caminos de Israel, seguido de sus apóstoles y de un gentío que quería escuchar su palabra y a la vez ser testigos de las maravillas que a cada momento realizaba el Señor.

Hoy en día las procesiones por la calles se han visto limitadas por el tránsito intenso de vehículos y de personas, por el comercio informal y por la agitación de la vida ciudadana y hay además muchas personas que consideran a las procesiones como algo anticuado y se abstienen de participar. Sin embargo, mientras mayores sean las dificultades los cristianos deberían crecerse para demostrar con gestos y signos visibles su deseo de seguir a Cristo, su disposición valiente de mostrar públicamente su fe y su amor por aquel que es Luz de todos los caminos, por aquel que es todo misericordia, justicia y paz. Participemos pues en las procesiones y demostremos ante los ojos de todos, sin avergonzarnos que somos seguidores de Cristo y de sus pisadas.

Que la paz y la bendición de Dios llegue a todos sus hogares.

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